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entrevista

María Luisa Merlo: «Me voy a vivir a un convento en Estados Unidos»

La actriz aún trata de recuperarse de la muerte de Carlos Larrañaga, hace un año

María Luisa Merlo: «Me voy a vivir a un convento en Estados Unidos» ignacio gil

víctor abril

Para María Luisa Merlo, el próximo 30 de agosto será uno de los días más tristes de su vida. Entonces se cumplirá un año del fallecimiento de su gran amor , Carlos Larrañaga, al que nunca dejó de querer apasionadamente a pesar de su separación matrimonial. Ha elegido precisamente esa fecha tan señalada para despedirse «a su manera» y abrir una nueva etapa en una vida que hoy nos detalla.

–¿Cómo se encuentra un año después de la muerte de quien fue su gran amor?

–Este último año me lo he tomado con más tranquilidad en el aspecto laboral, pese a que no he dejado de hacer teatro. Lo necesitaba después de lo mal que lo he pasado. Todavía no he superado la muerte de Carlos. La verdad es que estos días estoy muy desfondada, aunque en el fondo tenga que dar gracias por lo bien que nos va a toda la familia en el aspecto profesional. Amparo está llenando los patios de butacas, Luis lo mismo y mi nuera, Maribel Verdú, estrena ahora una obra que puede ser un gran éxito. En ese aspecto no podemos quejarnos.

–¿Qué recuerdo es el que tiene más presente de Larrañaga?

–Sus bromas, sus dichos, sus cosas... No hay nada en concreto, recuerdo miles de cosas. Yo era su madre, su hermana, su amiga, su cómplice... Todo. Ahora, una año después, por el bien de todo el mundo supongo que le soltaré. Tuvimos juntos una vida muy intensa y eso se queda, porque hubo mucho amor.

–En alguna ocasión ha comentado que le sentía muy cerca...

-Sí, porque yo le hablo, le ayudo y le rezo mucho. Le convierto en una estrella, pero es que Carlos lo es. Donde vaya donde vaya, siempre será una estrella.

–El dolor que usted mostró tras su fallecimiento sorprendió a mucha gente, pues llevaban años separados.

–Desde que cayó enfermo solo pude estar junto a él dos veces. Como era muy coqueto, no quería que le viera enfermo. Solo consentía que nuestra hija Amparo estuviera con él. Y así fue durante nueve meses. Amparo tiene una gran capacidad de sacrificio. También tiene una inteligencia prodigiosa y nos ayuda mucho a los demás. Se sobrepone a todo.

–¿Pensó alguna vez que Carlos Larrañaga se recuperaría?

–Siempre, en todo momento, pensaba que se iba a recuperar. No perdí la esperanza, hasta que recibí la llamada de mi hijo diciéndome que había fallecido. Mientras estaba enfermo, siempre creí que volveríamos a trabajar juntos.

–¿Cómo pasará el próximo 30 de agosto?

–Eso es un secreto, es algo que tengo preparado para mí sola. Estaré con él y le daré todo lo que le tengo, mi amor, mi cariño. Será un día en que le lloraré y ojalá que sea la última vez que lo haga.

–¿Será su despedida definitiva?

–Yo creo que no hay despedidas definitivas, porque nosotros volveremos a encontrarnos en otras vidas futuras. De eso estoy convencidísima. Yo digo siempre lo que pienso, nunca he dicho una mentira, ni siquiera una piadosa. Antes de mentir, no digo nada, y ya está.

–Y después del día 30, ¿qué planes tiene?

–Mi nieto Ángel, el hijo de Amparo, quiere estudiar cine en Estados Unidos, así que me iré con él. Yo viviré en un convento que hay allí, en Los Ángeles, ideal para mi retiro espiritual. Será mi casa para la meditación y el recogimiento. Ya ve, la abuela y el nieto hemos salido muy viajeros.

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