CiU abandona a Pujol a su suerte
Un alto cargo de CDC se reunió con él para pedirle que comparezca ante el Parlamento
Paso a paso hacia la «muerte civil». La autoinculpación del expresidente de la Generalitat Jordi Pujol como un defraudador y, en definitiva, la quiebra del «pujolismo» en un momento clave del proceso soberanista, están llevando a Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), el partido que fundó, a asumir dolorosas conclusiones: hay que apartar a Pujol, depurar el partido, «matar al padre».
No sin pocas tensiones, sobre todo a nivel emocional, el partido que preside Artur Mas está dando pasos hasta ahora impensables, y si el martes se sugería a Pujol que se diese de baja de CDC, ayer se confirmaba que la propia formación le ha pedido que comparezca ante el Parlamento catalán para dar explicaciones.
El mismo Pujol hace gestos en esa dirección, y tras haber renunciado a la condición de «molt honorable» y a las prerrogativas como «expresidente», ayer se hizo público que el lunes entraba en el registro del Ayuntamiento de Barcelona un escrito de renuncia a la Medalla de Oro de la ciudad de Barcelona que le fue concedida en 1992 por su contribución a los Juegos Olímpicos. El gesto se produce tras la petición de los grupos municipales y del propio alcalde Xavier Trias (CDC).
Filibusterismo judicial
En este contexto, la estrategia de defensa adoptada por la familia Pujol parece que ha sido el desencadenante definitivo para que en CDC se opte, ya sin más meandros, por algo así como un repudio no disimulable. En contradicción con la carta de inculpación de hace ahora un mes, cuando Pujol afirmaba su «compromiso absoluto de comparecer ante las autoridades tributarias, o, si procede, ante instancias judiciales», el clan ha optado por todo lo contrario, una suerte de «filibusterismo» judicial totalmente lícito pero muy alejado de la aparente contricción con la que el patriarca confesaba hace cuatro semanas su pecado fiscal.
En este contexto, en el que Pujol y los suyos van por libre en su estrategia para escabullirse de la Justicia, en CDC se comienzan a dar pasos irreversibles, aunque siempre sin abandonar cierto tacto con quien lo ha sido todo en el partido y en el nacionalismo. Así, el coordinador general de CDC, Josep Rull -que asumió el cargo precisamente en sustitución de uno de los hijos imputados del clan, Oriol Pujol Ferrusola-, aseguró ayer que el partido trasladó el martes al expresidente de la Generalitat la «necesidad» de que comparezca en el Parlamento catalán para dar explicaciones.
Todos los grupos de la Cámara a excepción del de CiU han presentado formalmente dicha petición de comparecencia, a la que Pujol no está obligado a responder al no tratarse de una comisión de investigación, fórmula que ERC rechazó. «No hemos pedido la comparecencia, pero en la medida que hay una mayoría que lo quiere, hay que ser respetuoso y valdrá la pena que estas explicaciones se puedan llevar a cabo», explicó Rull.
En declaraciones a los medios en la Universidad Catalana de Verano de Prada de Conflent (Francia), Rull señaló que fue el coordinador de Régimen Interno y Comunicación de CDC, Francesc Sánchez, quien acudió a la residencia del exdirigente catalán en Queralbs (Gerona) para transmitirle «la necesidad de que comparezca en el Parlament», que es «lo que el partido en términos estrictamente políticos cree que debe hacer».
En este contexto, en CDC se adopta la estrategia de presionar a Pujol para que sea él mismo el que dé pasos en la dirección de, por un lado, dar explicaciones y, por otro, dejar de contaminar al partido. Exigirle directamente al expresidente que entregue el carnet de militante es un gesto que, ahora mismo, nadie está dispuesto a asumir. Al respecto, Rull fue ambiguo, asegurando sobre una hipotética renuncia a la militancia que la formación será «respetuosa con las decisiones que Pujol pueda tomar», pero «es un escenario que no está puesto sobre la mesa». Desde el partido sí se deslizó el martes esta posibilidad.
Renuncia tras la petición del alcalde
Entre el larguísimo listado de distinciones que aún atesora Jordi Pujol (entre ellas la Legión de Honor francesa) ya no está la Medalla de Oro de la Ciudad de Barcelona, reconocimiento que le fue concedido en 1992 e impuesto en el transcurso de un acto solemne por Pasqual Maragall en 1996. Casi 20 años después, Pujol devuelve el título tras la demanda de los grupos municipales y del propio alcalde Xavier Trias, uno de los hijos políticos de Pujol que más duramente ha reaccionado ante las revelaciones de fraude del «exhonorable».
UDC, «decepcionada»
Así las cosas, mientras que en CDC se trata de reconducir a Pujol en lo político, en lo judicial se asume que el exdirigente y su familia van a su aire. Sobre los movimientos judiciales en Andorra, Rull fue claro: «No participamos de la estrategia». En paralelo, el caso Pujol tensiona la federación CiU, y ayer su secretario general, Josep Maria Pelegrí, calificaba de «decepcionantes» ciertas reacciones de dirigentes de CDC. Al igual que ya sucede en el resto de partidos, que ayer criticaron la estrategia de defensa de la familia Pujol, en CDC, y en CiU en su conjunto, el expresidente de la Generalitat es cada vez menos «honorable».
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