El resultado de los referéndums, cada vez menos predecible en España
¿Cómo votamos en una consulta? El contexto, las posibles respuestas o la coherencia de los partidos son determinantes

Arenys de Munt fue el primer municipio en organizar, en 2009, una consulta ilegal sobre la independencia catalana . Inauguró un fenómeno. En los 19 meses siguientes se celebraron consultas similares en 552 municipios de la Comunidad, mientras otros 395 quedaban al margen. Pero la participación global apenas fue del 18,1% y las oscilaciones en este sentido fueron abismales: pasaban del 5 al 90% según la localidad. ¿Por qué? ¿Qué factores impulsan el voto en una consulta? ¿Se comportan los votantes igual ante un referéndum que ante unas elecciones? ¿Importa la posición que tome cada partido?
Son solo algunas de las cuestiones que, aunque ya existían en el ámbito académico, se ven multiplicadas por los retos políticos actuales . Para saber qué esperar y prever los acontecimientos en la medida de lo posible. Braulio Rodríguez Fortes, Joan Font y otros politólogos han analizado el comportamiento que los españoles han manifestado en los referéndums celebrados desde 1978 en el libro «¿Cómo votamos en los referéndums?» (editorial Los libros de la Catarata) .
En el caso de Arenys de Munt y la oleada de los meses sucesivos, estos expertos determinan que la intensidad de esfuerzos para la movilización, las motivaciones preexistentes de cada votante y la tradición participativa de cada municipio, jugaron un papel determinante en las oscilaciones. Además, en contra de la doble pregunta que hoy pretende el presidente de la Generalitat, Artur Mas, en 2009 esta era simple: «¿Quiere que Cataluña sea un Estado independiente dentro de la Unión Europea?». Aunque es cierto que ya, a la vista de la reiteración de las autoridades comunitarias , esta cuestión no tendría sentido, «la complejidad de una doble pregunta afectaría [a la baja] a la participación de los ciudadanos con menos recursos» dice Braulio Gómez, investigador de la Universidad de Deusto y uno de los coordinadores del libro.
Aún así, estos son solo algunos ingredientes. Muchos factores se condicionan entre sí e influyen en el comportamiento final de los ciudadanos en una consulta popular: el contexto en el que se producen; el contenido y las respuestas posibles —es bastante frecuente que, cuando solo hay dos opciones, la crítica se manifieste mediante la abstención, apuntan en el libro—; el escenario competitivo —si las encuestas prevén un resultado ajustado—...
Características que, en cierta medida, pueden recordar a las habituales de unas elecciones. Pero también es cierto que los referéndums son, en el sentir popular, unas «elecciones de segundo orden» en las que la gente está poco interesada y vota según lo que ocurra en la primera línea política, sin que una opinión crítica suela tener demasiadas consecuencias, apuntan. En gran medida, la ciudadanía acaba votando por conocimientos y actitudes previas y, como tampoco se informa en profundidad, acaba guiándose por la posición de su partido. Factores que, por otra parte, influyen en la baja participación.
Sin embargo, no siempre es así. Una de las excepciones se encuentra en los referéndums de autodeterminación. Lo refleja la media de participación europea, que muestra que los referéndums desde la Segunda Guerra Mundial apenas alcanzan una participación del 50%, mientras que los referendums sobre la independencia celebrados fundamentalmente en la Europa Central y del Este han alcanzado una participación media del 85%. «Desde luego la importancia que otorgan al tema los ciudadanos y los principales partidos políticos ayudarían a la movilización», explica Gómez.
La coherencia de los partidos, determinante
La teoría general, por otra parte, determina que la coherencia y consistencia del posicionamiento de un partido sobre el tema sometido a consulta suele ser un factor primordial: cuanto mayores sean, más probabilidades habrá de predecir el resultado final de un referéndum, cuenta Gómez. «En el libro se puede comprobar cómo en nuestros referéndums los votantes acostumbran a seguir la posición de su partido. Pero el contexto puede modelar la intensidad de la influencia de los partidos y hacer que pierda peso», matiza.
Según admite Gómez y desarrollan los autores en la publicación, el contexto actual ha cambiado. La creciente desafección de los ciudadanos en referencia a la clase política y los partidos ha provocado que pierdan poder de influencia, opina el experto, algo que «afectaría a la capacidad de predecir el resultado de un referéndum en función del posicionamiento de los partidos políticos». En comparación con el último celebrado en España, sobre la reforma del estatuto de autonomía de Andalucía en 2007, ahora los partidos «tendrían más dificultades para que sus seguidores siguieran sus consignas».
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