¿Congreso o primarias, qué los diferencia?

El PSOE ha vivido en los últimos años una suerte de «esquizofrenia» entre lo que decía la Dirección muchos de sus barones en público sobre las primarias abiertas a miles de simpatizantes -«es la máxima expresión de la democracia»- y lo que decían en privado: que no deja de ser una maniobra de alto riesgo.

Cuadros como Eduardo Madina, Carme Chacón y algunos barones sueltos, como el valenciano Ximo Puig, sí creen en las primarias abiertas . Puig se sometió a ellas para ser designado candidato a la Presidencia de la Comunidad Valenciana y ganó a Toni Gaspar. 55.000 votos emitidos. Puig logró el 69% y su rival, el alcalde de Faura, Toni Gaspar, el 31%.

Salvando esa cita y las que ha convocado el PSC, por ejemplo, para designar candidatos en estas elecciones europeas, con el hoy ya eurodiputado Javier López ganador, son escasas las primarias abiertas a no militantes.

En general, los «aparatos» del partido, tanto el federal como los regionales, desconfían de los efectos taumatúrgicos de algo que juzgan, en el fondo como un proceso de «márketing electoral» -el propio Alfredo Pérez Rubalcaba lo calificaba así-. Por eso, no quiere oír hablar de la elección directa ni siquiera sólo por los militantes, de los órganos del partido , dejando sólo las primeras como un elemento más electoral.

Ven en ello, además, riesgo de fragmentación de su poder, que no se da cuando las cuitas internas se dirimen en un congreso a puerta cerrada entre delegados que, mal que bien, obedecen a un cabeza de delegación.

Por eso, federaciones como la de Castilla y León se ha escudado en que el territorio es muy difícil de controlar la limpieza de procesos de primarias, y solo se van a celebrar en núcleos muy determinados.