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Adiós de respeto infinito a Adolfo Suárez

Una emoción vibrante ha acompañado el cortejo fúnebre del primer presidente de la democracia, escoltado en las calles de Madrid por el Ejército en una imagen de inmenso valor simbólico

Adiós de respeto infinito a Adolfo Suárez

l.l.caro

Una emoción oceánica acompañó el féretro de Adolfo Suárez en su despedida en Madrid camino de la catedral de Ávila donde será enterrado a mediodía. Decía Miguel Herrero de Miñón el lunes, durante las exequias de cuerpo presente en el Congreso , que las figuras históricas no desaparecen nunca, que permanecen para siempre y entre las miles de personas agolpadas en la calle prevalecía el sentimiento de estar dedicando al expresidente un adiós infinito, que no se acaba con su marcha. El paso lento del armón de artillería tirado por cuatro caballos oscuros, cadencioso y triste al son de la marcha fúnebre, fue ocasión para esa entrega de respeto imponente en la calle, desbordada en aplausos, lágrimas en los ojos de muchos y vivas desgarradores. [ Sigue en directo los homenajes a Suárez ]

El protocolo de honor desplegado, similar a que ya se activó por primera vez con ocasión del entierro hace seis años del expresidente Leopoldo Calvo Sotelo, tuvo el inmenso valor simbólico en esta ocasión de ver al Ejército acompañando solemnemente a Adolfo Suárez. [ Galería: solemne adiós a Suárez ]

Un piquete de honor del Regimiento Inmemorial del Rey, el mismo que ayer introdujo el ataúd en el Congreso y le ha velado durante toda la noche, era el encargado de bajar los restos mortales por la puerta de los leones y depositarlos en el carruaje, ya con los primeros compases al fondo del himno nacional. Los militares, un batallón mixto de compañías de los tres ejércitos más el la guardia civil, también escoltaron el féretro en un cortejo con las armas rendidas apuntando al suelo, a la funerala, hasta la salva y el toque de oración de la Plaza de Cibeles. Flanqueando el ataúd, dirigido hacia la Puerta del Sol, dos militares sostenían sendos cojines con el toisson de oro, máxima distinción que entrega el Rey, y el collar de la Orden de Carlos III que ayer concedió el Monarca a Suárez a título póstumo.

No hay cifras de la presencia de ciudadanos esta mañana en las calles, sí de los 35.000 que durante el velatorio han querido mostrar sus condolencias en la capilla ardiente , que se cerraba definitivamente a las diez todavía con colas esperando fuera. Allí ha permanecido gran parte de la noche el presidente del Congreso, Jesús Posadas, acompañando a la familia, que se retiró a descansar unas horas y que desfilaba esta mañana detrás del féretro en silencio y con entereza desarmante, a pesar del agotamiento de los días que han precedido y sucedido a la muerte de Adolfo Suárez. Pasos después caminaban las autoridades.

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