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Anécdotas y curiosidades de otros Debates sobre el estado de la Nación

Citas célebres como el «váyase señor González» de Aznar, rifirrafes como el de Rajoy con el presidente de la Cámara Marín, o las trifulcas por el reparto de tiempos: momentos para el anecdotario del debate parlamentario por antonomasia

Anécdotas y curiosidades de otros Debates sobre el estado de la Nación ignacio gil

m. ruiz castro

Desde que Felipe González la instaurara en 1983, la cita se ha repetido cada año, a falta tan solo de ocho ocasiones, la mayoría de ellas por coincidir con una «cita» en las urnas. Es el debate parlamentario por antonomasia, donde Gobierno y oposición hacen repaso al estado de la Nación e intentan cerrar un preciso diagnóstico de sus males, para concluir sellando pactos y recetas médicas que puedan curar al enfermo.

Si la Cámara Baja es habitualmente escenario de anécdotas, frases que han pasado ya al imaginario político de los españoles, muchas de ellas se han producido, precisamente, en el marco de estos Debates sobre el estado de la Nación.

En el primer debate, el del 83, Manuel Fraga —entonces al frente de Alianza Popular— sentó las bases de la que sería queja común en los sucesivos. «Quizá pueda encontrarse que haya poco mensaje para tan largo metraje», le dijo a Felipe González tras su discurso. Sesiones demasiado largas que parecían no llevar a ningún sitio. En el 84, Fraga hizo célebre otra de las frases de su intervención: «Los socialistas están arruinando España, pretenden destruir la familia y la empresa».

El del 87 fue el primero de los debates en los que se elevó el «tono parlamentario». Las réplicas de González, entonces presidente, a la oposición fueron más agresivas que en citas anteriores. Curiosamente, algunos de los temas que centraron el debate fueron ETA y la situación en Melilla. Veintisiete años después seguirán siendo, previsiblemente, temas recurrentes en el Hemiciclo.

El «váyase señor González» y otras citas

En 1994 llegó el famoso «¡Váyase señor González!» de Aznar, en un debate en el que las acusaciones de corrupción fueron arma arrojadiza de una a otra bancada. El debate se crispó tanto que el entonces presidente de la Cámara, Félix Pons, tuvo que llamar la atención a los diputados varias veces ante los abucheos y pataleos continuos que jaleaban las intervenciones.

El de 2001 se recuerda como el «debate de guante blanco», en el que el tono, distendido, comenzaba a marcar las pautas de unos debates posteriores en los lo apasionado de la oratoria de otros anteriores pasaría a convertirse en tedio.

Un año después, en 2002, Joan Puigcercós (ERC) hizo célebre otra cita. Acusó a Aznar de crear una nueva clase social, la del «monopoly people», formada por «amigos, conocidos, compañeros de pupitre o de cacería» que puso «al frente de las empresas públicas privatizadas.

Los debates interminables de Aznar

Durante la «era Aznar», el presidente del PP se hizo famoso por que sus cara a cara con el jefe de la oposición fueron los más largos de la historia del debate. En las seis ocasiones en que se enfretó a los tres líderes diferentes que desfilaron esos años por la bancada enfrentada (González, Borrell y Almunia) las sesiones no terminaron nunca antes de las doce de la noche.

Sin embargo, el récord de la intervención inaugural más larga de los últimos años lo tiene José Luis Rodríguez Zapatero, con casi una hora y tres cuartos de discurso. Fue en mayo de 2005, uno de los grandes debates del estado de la Nación más agrios, marcado por la negociación con ETA de la que Rajoy, entonces líder de la oposición, acusaba a Zapatero. «Es usted quien se ha propuesto traicionar a los muertos» , le reprendió.

Rifirrafe por los tiempos

El de 2006 fue un debate marcado por el enfrentamiento de Rajoy con el entonces presidente de la Cámara Baja, Manuel Marín, por los tiempos. Rajoy pedía más tiempo y Marín negó recordándole que el Debate: «no es un autoservicio». «Estoy dispuesto a mejorarle el tiempo del debate pero insisto: cuando a alguien le dan algo bueno es ser agradecido», le reprendió Marín, desatando risas en el Hemiciclo. Rajoy se quejó del tiempo de que dispuso Zapatero en su intervención y Marín le señaló de nuevo: «Vaya concluyendo, la comparación no es con el presidente del Gobierno, está usted ahora en la oposición, lo lamento profundamente, no quería decírselo». Finalmente, en el turno de dúplica, Marín concedió al líder de la oposición ocho minutos en lugar de los cinco estipulados «para que termine el debate feliz».

Ese debate dejó citas como el «pero si ustedes no saben leer, ¿cómo van a enterarse de ello?», de un Mariano Rajoy que no dudó en decir recriminar al entonces ministro de Trabajo que saliera «diciendo que el proceso de regularización ha sido un rotundo éxito» mientras se daba golpes en la cara en un gesto que pretendía expresar la «cara dura» del titular de Empleo. Marín tuvo que intervenir: «Están empezando a producirse, en mi opinión, expresiones que están desbordando el límite razonable de un debate político».

Tras el discurso de Zapatero, hubo quien lo tachó de «tedioso, aburrido y falto de contenido», como Eduardo Zaplana (PP), y quien, como Josep Antoni Duran i Lleida (CiU), habló simplemente de «un discurso muy bonito».

«Yo soy españo, español, español...»

El de 2010 fue un debate marcado por los intentos (hasta tres) de Rajoy por que Zapatero se marchara de la presidencia y convocara elecciones. «El mejor servicio que puede hacer a España es disolver el Parlamento y convocar elecciones. Su tiempo está agotado y lo sabe», le reprendió.

Sin embargo, el choque entre Zapatero y Rajoy no tardó en trasladarse a los asientos de «Sus Señorías», en un ambiente del todo caldeado. El momento más tenso se produjo cuando el diputado del PSC Joan Canongia llamó «cabezón» a Rajoy, según escucharon varios diputados del Grupo Mixto que están justo en la fila de abajo. Algunos diputados del PP, más alejados, entendieron «maricón», y comenzaron a reprender a gritos al socialista catalán, lo que obligó al presidente del Congreso, José Bono, a pedir orden y respeto a los oradores. Durante el debate, varios diputados del PP pidieron a gritos la dimisión de Zapatero y alguno incluso no dudó en ponerse a cantar en pleno Hemiciclo el «yo soy español, español, español...», un himno que por aquel entonces entonaba una triunfadora selección española de fútbol.

Cuánto esperar para el debate más esperado

Este último debate, el primero de Rajoy como presidente del Gobierno, también ha dejado momentos memorables para el anecdotario . En una de sus intervenciones, Rajoy no dudó en espetar un «¡venga ya! ¡toma democracia!» a los socialistas, a quienes acusó de calentar las calles y alentar manifestaciones pudiendo expresar su opinión en el Congreso.

Rubalcaba habló de desahucios y lamentó no haber puesto remedio al problema cuando estuvo en el Ejecutivo: «Cada vez que hay un desahucio pienso: maldita sea, ¿por qué no arreglamos aquello?», indicó. Rosa Díez, a quien Rajoy llamó «Díaz» en una de sus intervenciones, tampoco dudó en reprochárselo más tarde: «Seamos serios señor Rajoy. Vamos a llamar a las cosas por su nombre. A esta portavoz, Díez».

El primer debate sobre el estado de la Nación de Mariano Rajoy llegó 457 días después de que ganara las elecciones, un punto que le ha sido duramente criticado por la oposición. Sin embargo, el presidente no ostenta el récord de ser el que más a tardada en subir a la tribuna. Ttras las elecciones de 1989, Felipe González tardó en poner fecha a su reencuentro con un formato que él mismo había instaurado 507 días.

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