cataluña
Juan Rosell: «El soberanismo puede ser la mayor amenaza para la economía»
Al frente de los empresarios españoles, el catalán Juan Rosell analiza para ABC con preocupación, pero con un punto de optimismo, la situación política
-Los empresarios comienzan a reaccionar de manera más clara y contundente en contra del soberanismo... ¿Han dado un paso al frente?
-Nuestra postura no ha cambiado, los empresarios venimos diciendo lo mismo desde siempre, especialmente los que somos empresarios catalanes. En Cataluña hay un problema político, económico y social, que se ha agravado con el tiempo, y que es necesario abordar. Y para solucionarlo primero hay que analizarlo, determinar cómo hemos llegado hasta aquí, determinar cuáles han sido los errores, las salidas de tono, los pequeños enfrentamientos larvados que se han ido acumulando... y que al final han explotado, en parte también por la situación de crisis. En tiempos de bonanza los problemas se ven de otra manera. Es una suma de circunstancias.
-Ante este problema al que alude, ¿cuál es el papel que deben jugar los empresarios?
-Pues el de mantener a nuestras empresas en funcionamiento... No es que nos desentendamos de lo que pasa a nuestro alrededor, pero nos hemos concentrado en salvar a nuestras empresas. Han desaparecido en esta crisis alrededor de 250.000 firmas en nuestro país. A eso nos dedicamos, pero obviamente no somos una parte externa a la sociedad.
-Un grupo de empresarios europeos ha creado una plataforma en contra del proceso soberanista. ¿Cómo lo valora?
-Los empresarios, corporativamente, entendemos que nos tenemos que centrar en la economía, y dar nuestra absoluta confianza a los políticos, a través de nuestro voto individual, más allá de que un grupo se decida a crear una plataforma. Los empresarios votan, las empresas no. Las empresas como tales no tienen opinión política: cada empresa tiene accionistas, ejecutivos, trabajadores, clientes, proveedores... cada uno con su opinión. Se nos dice que nos involucremos en temas políticos. Pues no, de ninguna de las maneras.
-Entiendo que sentó mal que Artur Mas les exhortase directamente a sumarse al proyecto soberanista...
-Ni mucho menos. Los empresarios somos ciudadanía.
-Sí, pero él les inquirió en su condición de empresarios.
-Y ya le contestamos. Como ciudadanos lo que haga falta, como empresarios tenemos otras ocupaciones. Sería absurdo que una empresa se posicionase.
-Más allá de la opinión política de cada cual, sí que hay unanimidad entre los empresarios en reclamar que cualquier cosa que se haga discurra dentro de la legalidad, dentro de la Constitución.
-Es obvio. Y lo que pedimos, además, es una información contrastada: ventajas, inconvenientes, posibilidades, riesgos... Mire, todo es posible... hay empresas que se plantean ir a la Luna, y que venden tíquets para ello... y unos pocos que los compran. Pues con respecto al proceso soberanista pedimos toda la información: cómo vamos, cuánto nos va a costar, cómo va afectar a las empresas... Los empresarios somos muy aventureros, pero muy pragmáticos también. Somos los que más entendemos el cambio, pero queremos unos cambios controlados.
-La sensación es que el proceso no está controlado en Cataluña.
-Vamos muy rápidos. Se han producido una serie de acontecimientos políticos, que muchos afrontan con mucha ilusión, pero que no han sentado las bases para que se consoliden. Pasó lo mismo con el Estatuto de 2006, y la sentencia del Tribunal Constitucional posterior... eso fue un error. El proceso en sí, por la forma cómo se tramitó, y por cómo se resolvió. Ojalá se hubiese encontrado una salida... El hecho de que otros estatutos autonómicos tengan los mismos artículos que el catalán, pero que no se recurrieron es una realidad... Se acumularon errores políticos. Ese proceso no salió bien, y ahora estamos en un momento de reacción a ese proceso, sumado a una grave crisis económica que todo lo complica.
-¿Tiene miedo la empresa de que la movilización popular, azuzada por informaciones que no se ajustan a la realidad, acabe desbordando a los políticos?
-Mire, los empresarios, los ejecutivos, los trabajadores, somos ciudadanía, y la ciudadanía va hacia donde considera oportuno, y nosotros no valoramos si va bien, mal o regular, va hacia donde la conducen en base a una información que puede ser más o menos ajustada... Por ello reclamo que el debate tiene que desarrollarse en profundidad y con información detallada...
-Por ejemplo, cuando Artur Mas asegura que una Cataluña independiente seguiría en la UE, no se ajusta a la realidad.
-Es muy interpretable, sí, pero tampoco es una mentira. No lo sabemos. Lo que sí produce esto es incertidumbre, y la incertidumbre es negativa para la empresa.
-Cuando ustedes apelan al diálogo, el presidente Mas responde: el diálogo se limita a negociar los términos de la consulta. ¿Entiende que esto es un buen punto de partida para hablar?
-Repito lo que he dicho antes. Aquí se ha ido muy rápido, y cualquier cambio político importante hay que hacerlo pausadamente. Vivimos en la política del sobresalto, y el problema de hoy encumbra al de mañana. Lo mezclamos todo: replicamos, contrareplicamos... El análisis y el estudio de los temas se deja de lado en favor de la acción, y el problema de la acción es que a veces se dan pasos que luego no se pueden dar para atrás, y aquí se han dado pasos sin la suficiente cautela.
-¿Entiende que Cataluña haya entrado en un trance irreversible?
-En esta vida no hay nada irreversible, estamos siempre a tiempo de revisar lo que se ha hecho, y más en temas de la importancia de los que estamos tratando. Nos estamos jugando el futuro político, económico y social... Presupongo la buena fe de los políticos, y entiendo que se quieren hacer las cosas bien. Lo que sí es cierto es que hemos llegado a un punto muy difícil, porque hay posiciones extremas en uno y otro lado. No obstante, creo que somos mayoría los que estamos dispuestos a abrir un debate en profundidad, al 100% y con el tiempo que haga falta. Lo que temo es que quienes se sitúan en los extremos, los que están dispuestos a que esto se rompa, estén ganando la partida.
-¿Hay punto de encuentro posible cuando la Generalitat fija la fecha y la pregunta de la consulta? ¿Eso no es dar pasos irreversibles?
-Lo he dicho antes, se está yendo muy deprisa. Pero del mismo modo también se puede parar, hacer cierta reflexión sobre si esto se puede llevar de otra manera. Creo que no estamos aún en un punto irreversible.
-El otro día, junto al presidente de Fomento del Trabajo, usted apuntaba: hay que afrontar el problema político en Cataluña. Por contra, muchas voces entienden que abrir un proceso de negociación ahora es hacer el juego precisamente a Mas. Entrar en su campo.
-Mire, el problema ya no solo es político, también es social... La gente se ha desplazado hacia estas posiciones, podremos discutir las razones, pero esto es una realidad. Lo que echo en falta es un debate verdadero profundo, con datos... a los empresarios nos gustan los números. Cuántos más mejor: balanzas fiscales, sí, y no con dos métodos, sino con diez, quince... pongámoslo todo sobre la mesa. Reunamos a expertos que realmente sepan del tema, no a unos que hablen de oídas... En este debate escucho muchas ocurrencias y poco dato sólido, estudiado...
-¿El proceso soberanista catalán es la mayor amenaza a la recuperación económica?
-Ojalá que no, pero existe, está ahí. Hasta la fecha no ha afectado de una manera decisiva en la recuperación económica, pero si salimos todos los días en los medios de comunicación, si los empresarios y las autoridades extranjeras vienen aquí y ven que existe ese problema, pues empiezan a preguntar qué pasa con esto... y la incertidumbre penaliza en negativo. ¿Cuánto? Resulta difícil saberlo. Los mercados cambian por horas. Aunque el proceso hasta ahora no ha influido, sí puede llegar a hacerlo. Con lo que nos ha costado salir del agujero de la crisis, y aún sin poder cantar victoria, hay que tenerlo en cuenta.
-¿Qué opinión le merecen las críticas que cuestionan que la posición de usted y la de la CEOE sobre este asunto no ha sido lo bastante contundente?
-Para empezar, Juan Rosell no tiene posición. Mi posición es la de la CEOE. Mi opinión personal me la guardo.
-¿Está afectando ya al funcionamiento de las empresas el proceso soberanista?
-No hay boicot si esa es la pregunta. En cuanto a los proveedores de empresas catalanas, desde luego que no. Y en cuanto a los clientes, puede que sí haya algún episodio puntual.
-¿Qué salida le ve al conflicto?
-Yo soy optimista por naturaleza, pero para arreglar los problemas lo que hay que hacer es ponerlos encima de la mesa. Es lo que echo en falta. Si no lo afrontamos acabará pudriéndose. Información, debate, contraste y decisión consensuada.
-¿Qué consecuencias tendría para las empresas en Cataluña, y a nivel social en general, que el proceso independentista siguiese adelante?
-Vamos a intentar entre todos que entremos en un camino de diálogo constructivo entre todas las partes y de valoraciones objetivas. Aunque tarde, yo entiendo que todavía es posible. Cataluña y España deben seducirse
Noticias relacionadas
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete