terrorismo
«Argala» o la pretensión de convertir al asesino en ideólogo
A José Miguel Beñarán Ordeñana, asesinado hoy hace 35 años, se debe que ETA se convirtiera con el paso de los años en máquina de exterminio

Se cumplen hoy 35 años desde que el cabecilla y pistolero de ETA José Miguel Beñarán Ordeñana, alias «Argala» , fuera asesinado por elementos de extrema derecha en la localidad vasco francesa de Anglet, donde residía impune en los tiempos lejanos del «santuario francés».
Murió mediante el mismo procedimiento que él y el resto de miembros del «comando Txikia» habían utilizado cinco años antes para asesinar al presidente del Gobierno almirante Carrero Blanco . Su vehículo saltó por los aires como consecuencia de la explosión de una bomba. Desde aquel momento y hasta nuestros días, la maquinaria propagandística de ETA, también la de Herri Batasuna y sucesores, se ha desplegado para crear al mito, la leyenda, al «Che Guevara» abertzale, y ocultar al asesino, al terrorista . Cada aniversario, la «izquierda abertzale» le rinde un homenaje. Por enaltecerlo fue condenado a pena de prisión Arnaldo Otegi. También Tasio Erkizia ha tenido que hacer frente a la Justicia. El núcleo duro de ETA lo ha homenajeado a su manera, dando el nombre de «Argala» a alguno de sus «comandos». Entre ellos, el más sanguinario, el que dirigió Henry Paroy para durante años regar de sangre media España. El nacionalismo cómplice le ha otorgado categoría de histórico al designar con su alias la plaza de Arrigorriaga, donde nació el asesino. Los «intelectuales» ultranacionalistas han glosado su figura y han desempolvado los panfletos que el etarra escribió, para elevarlos a la categoría de «pensamiento político».
Impulsor de «comandos»
Pero José Miguel Beñarán Ordeñana fue el encargado, en aquellos años de los setenta, de potenciar la «lucha armada» en detrimento de la «lucha política» , en aquellos debates internos que siempre acababan con la purga de los sectores calificados despectivamente como «obreristas y españolistas». Traducido, «Argala» fue el responsable de ir creando «comandos» y de enviar aspirantes a pistoleros a adiestrarse en campos de Yemen, Líbano, Argelia... De haber vivido, hoy tendría 64 años y probablemente estaría condenado al olvido entre los suyos . Con remordimientos del monstruo que contribuyó a crear, pero preso de un fanatismo ultranacionalistas, deambularía entre Sortu y Aralar; Aralar y Sortu, como los cofundadores de ETA, José Luis Álvarez Emparantza, «Txillardegi», ya fallecido, o Julen Madariaga.
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