Porto y Basterra simularon buscar a Asunta antes de acudir a comisaría
Las cámaras de la Policía Nacional los grabaron a las 22.17 entrando, y Porto declaró que llegó a su casa a las 21.30
Las cámaras de seguridad de la comisaría del CNP de Santiago registraron la entrada de Rosario Porto y Alfonso Basterra en estas dependencias a las 22.17 de la noche del 21 de septiembre. Los padres acudieron para denunciar la desaparición de su hija Asunta . Hablaron durante 14 minutos con los agentes y a las 22.31 se empezó a redactar la denuncia formal . En ese momento, su testimonio resultó creíble a los funcionarios, pese a algunos detalles llamativos, como que ninguno de los dos describiera cómo iba vestida la pequeña (no aparece ni una sola prenda de las que llevaba en esa denuncia) o la celeridad con la que se presentaron en dependencias policiales, según su relato de los hechos.
Rosario Porto contó que había llegado a su casa de Doctor Teixeiro a las 21.30 (en ese momento también ocultó que había estado en la finca de Teo, algo que solo se supo tras visionar varias cámaras de la ciudad); que la puerta estaba cerrada con llave y la alarma conectada. No se extrañó porque pensó que Asunta había ido a casa de su padre (que vivía a unos 25 metros).
Solo media hora
A continuación llamó a Alfonso Basterra, pero la pequeña no estaba con él. «Estuvieron esperando un tiempo prudencial y, dado que la niña no regresó al domicilio, se pusieron en contacto con varios conocidos y amigos de la niña , con resultado negativo», se explica en la denuncia. A continuación, juntos se dirigieron a la comisaría, a unos diez minutos caminando; es decir, entre la llegada de Porto a su vivienda y la decisión de encaminarse a comisaría pasó poco más de media hora, y en ese escaso tiempo la madre relató numerosas gestiones y llamadas al entorno de Asunta.
«No estaban histéricos, algo normal en casos de desaparición de menores»«No estaban histéricos, algo normal en casos de desaparición de menores, pero tampoco tuvieron un comportamiento lineal ni durante el tiempo que pasaron en comisaría ni en las horas posteriores; es decir, a ratos estuvieron tranquilos y a ratos nerviosos», señalan fuentes de la investigación .
Sin embargo, en esos primeros momentos, y pese a algunas reticencias de los agentes, la denuncia resultó creíble. Pero esa confianza se quebró muy pronto. Nada más empezar a analizar las llamadas que habían realizado los padres desde sus teléfonos supuestamente buscando a Asunta.
El inicio de la sospecha
Esas llamadas resultaron chocantes y del todo inadecuadas; es decir, según los investigadores se realizaron a personas que no podían dar paradero de la niña, por lo que lo interpretaron como una simulación. Ese fue el principio de las sospechas hacia los padres, que horas después se agrandaron cuando varias cámaras de seguridad de la ciudad escupieron sus imágenes y dejaron al descubierto las aseveraciones de Porto. Asunta no se quedó estudiando en su casa mientras su madre salía para hacer unas compras, sino que ambas viajaron en el Mercedes de Rosario en dirección a la finca familiar de Teo.
««Alfonso Basterra corroboró la versión de su esposa»«Después de ser informada durante su interrogatorio de que existen cámaras en las que presuntamente se la ve acompañada de su hija camino de Teo, cambia su versión y, después de reiterar en numerosas ocasiones que su hija había quedado en Santiago, afirma que subió con ella a Teo, si bien rehúsa explicar dónde la dejó al traerla de vuelta», señala el juez José Antonio Vázquez Taín en su auto de levantamiento de secreto de las actuaciones con respecto a Porto.
« Alfonso Basterra corroboró la versión de su esposa , hasta que, conocedor de la existencia de grabaciones que la contradecían, comenzó a afirmar que no había preguntado a su esposa dónde había quedado la menor», prosigue el instructor.
Los destinatarios de las llamadas de la pareja (no ha trascendido a quién se realizaron) ofrecieron la primera pista de que algo no cuadraba y las cámaras de seguridad corroboraron estas sospechas y han servido además para que los investigadores fijaran horarios y trayectos de los imputados.
El desconocido con guantes
Pero la credibilidad de los padres aún se vio más resquebrajada por el extraño episodio que relató Porto en su denuncia. Contó a los agentes que a mediados de julio dejó por descuido las llaves de su piso puestas cuando regresó a su casa. En torno a las 2.30 de la madrugada escuchó gritos y se levantó de la cama. Vio a un varón en el pasillo vestido con ropa oscura y guantes de látex que escapó sin que ella pudiera agarrarlo. Explicó que no denunció porque no quería causar un trauma a su hija. Días después se supo que sí acudió a comisaría en esas fechas y, de hecho, intentó presentar denuncia. El agente que la atendió le recomendó que pasara antes por el centro de salud porque tenía un moratón en el ojo y algún rasguño, para acompañar a la denuncia del parte de lesiones. Porto ya no volvió a la Policía hasta la noche de la desaparición.
Sin sorpresas
El juez se refiere en su auto a este episodio para justificar que la pareja conoce gran parte de los indicios en que se basan sus imputaciones: «Porto conoce perfectamente que en base a sus confusas explicaciones sobre el presunto incidente en el que un desconocido intentó matar a la fallecida Asunta (...)», especifica Taín, al tiempo que fundamenta su imputación en que la madre era conocedora de los episodios en los que la niña fue supuestamente drogada; en sus explicaciones sobre qué hizo en el periodo de tiempo en que la menor fue asesinada y su imprecisión sobre cómo y dónde dejó ese día a la pequeña.
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