El hospital mantuvo su ritmo pese a la operación del Rey
La Casa Real quería que la operación no alterase la vida de la clínica y se consiguió. No hubo quejas de otros pacientes

La Casa Real quería que la operación de Su Majestad el Rey no interfiriera en la vida del hospital donde se hiciera la intervención quirúrgica -en este caso el Hospital Universitario Quirón de Pozuelo (Madrid)- y así fue hasta las ocho y veinte de la tarde. A esa hora, coincidiendo con la llegada al centro de Doña Sofía , un individuo, probablemente con sus facultades mentales alteradas, quiso buscar su minuto de gloria. Desnudo, al grito de «¡no más crímenes encubiertos de la CIA!» y lanzando al aire tarjetas de visita en la que constaban su supuesto nombre, teléfono, página web y correo electrónico, trató de llegar a la puerta principal, tomada por periodistas. En segundos fue detenido. No hubo momento alguno de peligro.
La lamentable anécdota no desvirtuó, sin embargo, la tranquilidad vivida todo el día en el hospital. La mañana de ayer fue especialmente frenética en cuanto a consultas y los pacientes, según los testimonios recogidos, apenas notaron diferencias respecto a cualquier otro día. « No se ha suspendido ni retrasado ninguna operación planificada con anterioridad », decía a ABC una portavoz del centro.
La propia estructura de la clínica facilitaba esa normalidad casi absoluta. Con pocas plantas, muy extensas, y separados los distintos sectores, no resultaba difícil para los encargados de la seguridad aislar la zona que ocupa en Monarca, un ala amplia de la clínica en la que además de la habitación del paciente se han acondicionado otras estancias para las visitas y personal de la Casa. El Rey sigue cumpliendo plenamente con sus deberes y necesita medios para hacerlo .
El dispositivo de seguridad, aunque importante, no resultaba aparatoso. A la entrada del aparcamiento un policía revisaba los bajos de cada automóvil y una vez dentro perros adiestrados continuaban el trabajo. En el edificio, distribuidos por todos los rincones se podía ver a los «hombres del pinganillo » -el servicio de seguridad de la Casa-, y otros agentes camuflados se sumaban a la vigilancia. Su rostro relajado era la mejor prueba de que no había incidencias, y así lo confirmaba también la relajada visita que cerca de las seis y media de la tarde hicieron el jefe de la Casa, Rafael Spottorno, y del director de Relaciones con los Medios de Comunicación, Javier Ayuso, al vestíbulo y la cómoda sala de prensa improvisada en el auditorium del centro.
El exterior del hospital, que fue inaugurado por la Infanta Elena en noviembre de 2006, sí estaba alterado por la presencia de decenas de medios de comunicación que habían establecido allí su campamento a la espera de los protagonistas. Los intermedios eran aprovechados para corrillos.
Al contrario de lo que sucedió en las anteriores ocasiones, ningún curioso se acercó por el centro sanitario, probablemente al estar muy alejado del centro. Sí aparecieron miembros de Médicos sin Fronteras para reivindicar la sanidad pública , pero en este caso no perturbaron la tranquilidad.
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