inmigración
Así funcionan las mafias de las barcas «toy»
Estos grupos organizados han encontrado un nicho de mercado en el transporte y posterior venta de las lanchas hinchables a los desesperados inmigrantes que quieren cruzar el Estrecho

Las mafias del Estrecho reinventan su «modus operandi». Este domingo otros diecisiete inmigrantes de origen subsahariano han tratado de cruzar el Estrecho a bordo de dos lanchas de juguete . Con este ya suman cerca de 350 las personas que han utilizado este tipo de embarcaciones para llegar a las costas gaditanas de Tarifa y Algeciras en la última semana. Las redes organizadas de tráfico de seres humanos han encontrado en la desesperación de estos inmigrantes su nicho de mercado y, desde hace dos años, han dejado en desuso los cayucos y las pateras que les alquilaban a unos precios desorbitados para explotar el negocio de las conocidas como barcas «toy». Unas embarcaciones que son todavía menos seguras y más baratas de adquirir . En España el precio de una de estas lanchas hinchables ronda los 70 euros.
Según apuntan fuentes de la investigación consultadas por ABC, la operación suele comenzar –previo pago de los «servicios» a las mafias– en la playa de La Restinga , en Marruecos , a unos 30 kilómetros de Tetuán por la carretera hacia Ceuta . Allí un grupo de unas 12 o 18 personas , mayoritariamente marroquíes , salen en motos acuáticas acompañados de un inmigrante cada uno.
Con el fin de evitar ser interceptados antes de tiempo por las autoridades españolas, viajan con ellos unas tres millas hasta Punta Almina, en Ceuta . Una vez que comprueban que todo está en orden, en cinco minutos se monta la segunda parte de la operación: hinchar las balsas de juguete . Para lograrlo en tiempo record suelen llevar unos hinchadores eléctricos que conectan a las baterías de las motos.
Y a partir de ese momento, ocurre lo de siempre. Los subsaharianos se lanzan al mar e incapaces de controlar la barca –porque están diseñadas para dos o tres personas con el fin de jugar en las piscinas o cerca de la orilla en las playas– luchan contra viento y marea por no quedar a la deriva entre el fuerte oleaje que ha azotado últimamente el Estrecho.
Pese a que son poco más de 14 kilómetros los que separan el contienente africano de la Península, suelen ser ellos mismos los que llaman a Salvamento Marítimo desde las embarcaciones para ser rescatados. Otras veces, lo hacen los propios integrantes de las bandas organizadas e indican a los agentes españoles la ubicación de los que han sido hasta hace poco sus clientes.
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