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El tercer chantaje fallido de Bárcenas

El negro destino de un encarcelado, armado con 21 años al frente de la caja del PP, y el interés de quienes aún quieren controlar el partido. Dos amenazas en una. Y Bárcenas, ya desesperado

El tercer chantaje fallido de Bárcenas efe

Mayte alcaraz/Manuel erice

Luis Bárcenas se ha echado al monte. Tiene poco de sorpresa. Es la evolución natural de quien no ha encontrado cobijo a sus continuas demandas de trato de favor para paliar su negro destino judicial. Con similar determinación con la que el juez Ruz escruta paraísos fiscales, cuentas opacas y recovecos por los que ha ido fluyendo su dinero injustificado, el silencio de Mariano Rajoy , criticado por ajenos y sobre todo por propios, ha hecho mella en el extesorero. Arrinconado por casi 50 millones de euros inexplicados , Bárcenas protagoniza el tercer gran intento de chantaje a la cúpula de su partido: primero contactó con ABC, a través del abogado Jorge Trías , de donde salieron sus primeras entrevistas en prensa (2009 y 2010), pero nada más. Después acudió a «El País» , al que, a través también de Trías y del abogado del rotativo, Gerardo Viada , hizo llegar las fotocopias. Unos papeles cuestionados hasta por el propio Trías, quien reconoce que en su fabricación Bárcenas utilizó sin rubor el borrón y el corta y pega (ABC, 22 de mayo de 2012). Y a la tercera, que Bárcenas intenta sea la vencida, filtra los originales a «El Mundo», que cede a sus pretensiones hasta el punto de que su abogado de confianza y colaborador asiduo, Javier Gómez de Liaño , va a ser su nuevo letrado. Pese al estruendo mediático y político, la supuesta contabilidad B que ahora se publica despeja pocas dudas: pueden ser originales de Bárcenas, pero otra cosa es que se correspondan con hechos reales. Los precedentes del personaje ayudan poco en la búsqueda de la verdad. Estamos donde estábamos.

En su creciente frustración, el extesorero llevaba dos meses buscando complicidades entre periodistas de fuste: lo intentó con Federico Jiménez Losantos , que no acudió a la cita porque no se fiaba; se sentó con Carlos Herrera , quien atendió la charla pero no cayó en sus argumentos; logró intervenciones esporádicas en la televisión de Intereconomía... Hasta una veintena de comunicadores escucharon el argumentarlo de quien hoy se aloja en la prisión de Soto del Real.

En medio de múltiples exigencias, algunas sobreactuadas, de que Rajoy vuelva a comparecer para negarlo todo, como en febrero, la mayoría de los consultados están convencidos de que Bárcenas esta vez tampoco va a doblegar al presidente del Gobierno, y los cercanos lo acentúan: «No conocen a Mariano: no va a ceder al chantaje».

«Han echado la caña»

Pero hay más. En ese río de aguas enlodadas, relata uno de los cargos populares cuyo nombre figura en los apuntes de Bárcenas, «muchos han echado la caña por ver si hay algo que pescar». Al calor del nuevo episodio se ha reavivado también el continuado intento político-mediático de derribar a Mariano Rajoy, desde que en 2003 fuera designado sucesor por Aznar , y, en particular, desde que en 2008 perdiera las elecciones frente a Zapatero por segunda vez consecutiva.

En conversación con ABC, un ministro corrobora esta tesis: «El presidente es honrado. Pero el ruido mediático conviene a muchos. Sobre todo a aquellos que no supieron o no quisieron acabar con Bárcenas. Bueno, y con Correa».

-¿Que no quisieron o que no pudieron?

-Bueno, la manera de no saber de dónde proviene la mancha de aceite es extenderla.

-¿Me está diciendo que la artillería pesada la emplean los que más tienen que callar?

-Veo que lo ha entendido.

Los ministros de Rajoy están que trinan . La mayor parte no han tomado ni un café con Bárcenas, ni con Correa. Muchos ni se han cruzado con ellos en un pasillo y ahora, paradójicamente, no hay pasillo en el que los periodistas no les pregunten por ellos. Algunos anulan compromisos; otros arrostran el obús defendiendo a carta cabal a su jefe. Los más están indignados. He aquí la explicación dada a ABC por un responsable regional, estrechamente vinculado al nuevo equipo de Génova: «Mire, estamos todos muy enfadados por lo injusto de la situación. Si hay alguien que paró los pies a estos delincuentes fueron Rajoy y Cospedal. Y lo que no es de recibo es que precisamente antiguos dirigentes del partido que vieron el modus operandi -si no consintieron- los manejos de esta trama, den lecciones de honradez».

Se refiere el cargo popular a la sorprendente sintonía con la que emiten diferentes frecuencias que, sin embargo, convergen en un único objetivo: mandar a casa a Rajoy. Casualmente, la conversación se produce minutos después de la decisión del fiscal anticorrupción de llamar a declarar como testigo a la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, y no a anteriores dirigentes como Aznar, Álvarez Cascos o Arenas. Es como si la Justicia acentuara aún más la paradójica sensación de que la actual dirección del partido está dando la cara por las anteriores, que según muchos tienen la principal responsabilidad. En palabras coloquiales de un dirigente: «Se está comiendo el marrón de otros, o de todos».

«No lo soportan, Mariano»

En el entorno del presidente del Gobierno se retoma el análisis, que no es tan novedoso sobre la identidad, orígenes y diversidad de los cazadores como sobre la convicción de que tienen en su mano el último cartucho. La sentencia de un asiduo colaborador del presidente el mismo lunes lo dijo todo: «No soportan que puedas sacar a España del agujero». A lo que Rajoy respondió con un lacónico: «Ya ves, así seguimos». En Moncloa y en Génova se hace un repaso casi inconsciente, por archisabido, de las crisis que de una u otra manera han aprovechado «los de siempre» para apuntar a Rajoy. Superado el Congreso de Valencia y las elecciones gallegas de 2009 en las que Feijóo le brinda «probablemente la victoria clave de su carrera», un veterano cargo del PP hace memoria: «El fatídico primer año de gobierno, con rescate a la banca y con España al borde del precipicio del rescate total; el caso Bolinaga, en el que seguramente el Gobierno no fue muy hábil… La diferencia en este caso es la virulencia con la que se dispara , seguramente porque llega la recuperación económica, y ya no van a tener más oportunidades». Su opinión es la de la mayoría de los consultados, para quienes el sector que persigue el final de Rajoy «ve que se le acaba el tiempo y están nerviosos: el retorno al crecimiento está a la vuelta de la esquina y, con él, el triunfo político del presidente del Gobierno».

La tesis de un buen conocedor del partido que ya no ostenta cargo público es que desde un principio, el objetivo de los críticos, que no están organizados pero sí representan a grupos con intereses visibles, ha sido «el control del partido, incluso después del Congreso de Valencia (2008)», cuando Rajoy despejó las dudas en forma de amagos de los meses previos con un respaldo del 84% de la asamblea. La diferencia es que ahora, con el presidente del PP al frente también del Gobierno, «es un gran salto cualitativo, ya que se pone en peligro la estabilidad del Ejecutivo y del país». A su modo de ver, sí se puede hablar ya de un «chantaje al Estado» por parte de Bárcenas , «y de quien se suba al carro», lo cual «supera con creces el desafío» que había recibido Rajoy en momentos críticos, como el peligro de rescate de España, con las continuas críticas internas a su política económica.

Un ex alto cargo del partido va más allá y aprecia una coordinación plena entre los que «más tienen que ganar con el «suicidio» de Bárcenas, «El Mundo» y miembros del PP críticos con Rajoy, «aunque se repartan el trabajo de manera autónoma». Y argumenta: «La estrategia es simple. Unos han convencido a Bárcenas y a su entorno de una huida hacia adelante; si tienes la película global, lo que haces es destacar la escena que te conviene».

«Tiene que salir ya»

Claro, que entre los críticos la visión es diametralmente opuesta. Un ex diputado consultado por ABC culpa de casi todo a «la estrategia de silencio» de Rajoy, y se alía drásticamente con los argumentos, no sólo de Aguirre, sino incluso de la propia oposición: « O el presidente demuestra su inocencia o se tiene que ir ya . No podemos seguir dos años más atrapados en la mierda de Bárcenas; ni el PP ni el país entero puede aguantar esto», concluye tajante. Cuando se le pregunta por la conspiración, la niega con contundencia, incluida la comprensión de quien justifica posturas desleales «en una situación tan crítica».

En algunos sectores del PP se apunta a la vieja guardia del partido, insatisfecha con la política económica del Gobierno; descontento que aglutinó José María Aznar con la enmienda a la totalidad que presentó en una entrevista en televisión contra las recetas anticrisis de Rajoy. Nadie se atreve a asegurar la participación del expresidente en ninguna conspiración, pero sí sostienen que sus afines han hallado en la megafonía mediática que se ha puesto a disposición de Bárcenas los decibelios necesarios para desacreditar al inquilino de Moncloa. Una diputada nacional relata un altercado en el grupo parlamentario popular: «Una compañera de la vieja guardia, próxima a Aznar, llegó a decir que Rajoy no había protegido suficientemente a su mentor en la trama Gürtel. Y yo le respondí con una pregunta: ¿Se protegió él en aquellos años del imperio Correa?».

Es este caso el que sirve a otro dirigente popular para hacer notar que «aunque el caso Gürtel tiene su embrión en Madrid, siempre se ha echado balones fuera para poner el foco en la Comunidad Valenciana, sin que el PP madrileño haya sufrido apenas desgaste».

«Bomba» en Madrid

En concreto, otra dirigente del PP que, indefectiblemente, aparece en todas las teorías de la conspiración contra Rajoy, desde que en el Congreso del PP de Valencia de 2008 amagó pero no dio contra el liderazgo del actual presidente, es Esperanza Aguirre . Son las siete de la tarde del martes 9 de julio. Han pasado sólo unas horas desde que los originales de las «fotocopias de Bárcenas» barnizan las tertulias al rojo vivo. En los aledaños de la sala donde va a tener lugar el Comité Ejecutivo Regional del PP de Madrid hay tanta expectación que dos diputados madrileños que aguardan a Esperanza Aguirre bromean sobre la «bomba» que nos espera de «la jefa». Bomba a puerta abierta y televisada para evitar los dimes y diretes que generó el convulso comité regional del pasado 6 de febrero , tras el cual su presidenta fue acusada de llamar «imbécil» a María Dolores de Cospedal en un auditorio similar. Aguirre lo negó. Otras fuentes insisten en que hasta por dos veces desacreditó a la secretaria general, al igual que a la ministra Mato, investigada por la conexión de su exmarido, Jesús Sepúlveda, con Correa. Pero «Esperanza» no decepciona: en un nuevo golpe de efecto -«en el peor momento», según fuentes de Génova-, la expresidenta madrileña lee la cartilla a su partido. «Si ha habido irregularidades, que se reconozcan, no me vale con decir que todos los partidos se han financiado irregularmente», arguye. En la sala, los dirigentes de la poderosa agrupación del PP de Madrid, con más de 93.000 afiliados y con una estructura fuera del control de Rajoy, contienen la respiración. Y algunos, a duras penas, la lengua, según uno de los presentes que relata que «sólo Cristina Cifuentes se atreve a respaldar al presidente y su gestión». La antigua jefa de Prensa de Rajoy, la diputada Belén Bajo , lo intenta pero apenas balbucea una tibia defensa. Las cadenas de televisión que han convertido el caso Bárcenas en su monotemática y rentable agenda informativa, conectan en directo con Génova, donde en la planta séptima cuentan hasta 10 para contestar al fuego amigo. Y una vez digerido el ataque, es Carlos Floriano el que responde: «A lo mejor Esperanza Aguirre se refiere [cuando reclama la limpieza en el partido] al PP de Madrid».

En la renovada pelea interna en el PP, en la cual hasta los críticos reconocen que una amplia mayoría está con Rajoy y que las contestaciones, aunque cualitativas, son «minoritarias», el intento de pulsar con un termómetro el sentir de la «clase media» y las bases del partido refleja precisamente distintas diferencias de criterio: para los miembros de la actual dirección, hay enfado pero «confianza» en Rajoy, al tiempo que están convencidos de que tanto Aznar como Aguirre «se han pasado de frenada» . En este punto ponen como ejemplo el intento de la máxima responsable del PP madrileño de conectar recientemente con el descontento mostrado por la nueva presidenta del partido en el País Vasco, Arantza Quiroga, quien recientemente afirmó que le producían «náuseas» las interminables noticias sobre el «enriquecimiento personal de algunos mientras a otros nos estaban matando». Y concluyen con un augurio: «Aguirre se ha equivocado, porque el tema de ETA es demasiado sensible en este partido como para utilizarlo para su propia imagen y en provecho propio».

Para uno de los críticos, « la estrategia del presidente está distanciando cada vez más a las bases , que no tragan con una respuesta tan tibia a denuncias de corrupción tan graves». De ahí su continua apelación a la «responsabilidad» de los actuales dirigentes del PP para que «corten con toda sospecha».

Navegando sobre aguas turbulentas, el timón del barco, más amenazado que nunca, corresponde a María Dolores de Cospedal, que ha levantado en torno a la secretaría general del partido un verdadero valladar para evitar filtraciones. Su cortafuegos busca, a un tiempo, preservar la estrategia del partido ante el desafío judicial y dar cobertura al marchamo del presidente: «Hablar de lo bueno y no de lo malo».

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