El ROMPEOLAS. ESPAÑA VISTA DESDE CATALUÑA
Qué pasa
¿Qué les pasa a los barceloneses críticos con el dispendio municipal del falseado «Tricentenario» (de 1714)? Que son «gente enferma». Lo ha dicho el alcalde Xavier Trias, médico pediatra.
¿Qué les pasa a los barceloneses críticos con el dispendio municipal del falseado «Tricentenario» (de 1714)? Que son «gente enferma» . Lo ha dicho el alcalde Xavier Trias , médico pediatra. La enfermedad nos la puede haber pasado la mosca que llevamos detrás de la oreja -más bien un moscardón cazador de abejas- por la infinita generosidad del Ayuntamiento para con la Generalitat. Según la oposición, la deuda asciende a 441 millones de euros, de los que sólo se reconocen 236. El gobierno de la ciudad, que tiene un corazón enorme, quiere renunciar a la morterada, por eso provisionó 136 millones al cierre de 2012. Para el doctor Trias, lo primero es la entrega a los demás (a los de Mas), y lo segundo -o tercero- Barcelona.
¿Qué les pasa a Ciudadanos y al PP C, partidos catalanes que han decidido no participar en la Comisión del Derecho a Decidir? Que son «negacionistas» . Lo ha dicho el jefe de filas parlamentario de CiU , Jordi Turull . Negacionista es término infamante reservado para los negadores del Holocausto. Colgar etiquetas pringosas al adversario político y al discrepante, de forma sistemática, es, de momento, la parte más sucia del famoso «projecte». De «negacionistas de la historia de Cataluña y la realidad», nada menos, ha acusado concretamente Turull a los dos partidos que se resisten al juego trucado de Mas y Junqueras. Que el PSC prefiera sentarse a esa mesa antes que acompañar a los apestados constitucionalistas certifica la caída de Pere Navarro en la espiral amoral y semántica del nacionalismo crecido , cuya principal incidencia social no tiene que ver con los dineros ni con las competencias, sino con la alteración del significado de las palabras.
¿Qué les pasa a los que ven en el sintagma «derecho a decidir» una fuente de problemas? Que los problemas los van a tener ellos. Lo ha dicho CiU, oficialmente, en un tuit sombrío de navajero: «La animadversión hacia el derecho a decidir de sectores españoles o partidos en pleno siglo XXI no puede salir gratis» . Con lógica alarma e indignación, Albert Rivera le ha reprochado la amenaza a Artur Mas . La respuesta presidencial informa de lo siguiente: 1) Él no ha redactado el tuit. (¡Oh, vaya, Mas no se encarga personalmente de las amenazas!) 2) La expresión «no puede salir gratis» significa, dice, que los contrarios al derecho a decidir perderán votos. ¿Ah, sí? Entonces el president cree que a las elecciones se presentan «sectores españoles» además de partido políticos propiamente dichos. A Ciudadanos, por ejemplo, van a tenerlo por sector español, cosa sospechosísima, más que por partido. O eso, o la aclaración presidencial es caca de vaca. Subyace en el enfrentamiento parlamentario donde el tuit fue leído una respuesta implícita e inequívoca a Rivera: ya ha entendido usted lo que queremos decir. Esa y otras señales amenazadoras explican la frase lanzada a Mas por el líder de Ciudadanos, de reminiscencias zolianas: «Yo le acuso a usted de todo lo que pueda pasar en Cataluña en un futuro». Añadió: «Dejen de hacer apología del odio y respeten a aquellos que piensan diferente».
¿Qué nos pasa a los catalanes? Que estamos muy contentos porque ahora podremos apoyar al gobierno nacionalista de una forma novedosa y fehaciente. Lo ha dicho el Gobierno Mas: se van a crear ficheros informáticos de adhesión política. Lo cual equivale, corriendo el tiempo, a la división del censo -o de la abogacía, o de los contratistas públicos, o de los docentes- en dos grandes grupos: afectos y desafectos. Sé que esta deriva totalitaria parece mentira . Pero está pasando hoy en Cataluña.
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