La crisis pone a prueba el régimen del «bipartidismo y medio»
PP y PSOE pierden apoyo popular en los sondeos. ¿Hay una tercera formación con fuerza para capitalizar el descontento? ¿Está en riesgo el sistema de partidos?

Rajoy solo se sale del guión cuando le interpela Rosa Díez. En el Congreso, en las sesiones de control al Gobierno, el presidente del Gobierno llama «señora Díaz» a la líder de UPyD y le recomienda que sea más modesta y menos «estupenda» . Rajoy está más cómodo en el cara a cara con Rubalcaba. Pueden reprocharse tiempos pasados, recurrir al «y tú más». O quizá sea la costumbre. Esa «positiva» tradición bipartidista que, según el jefe del Ejecutivo, evita la aparición de «partidos estrafalarios» . Para UPyD lo estrafalario es el propio sistema bipartidista que ha permitido la alternancia en el poder del PP y el PSOE. Los expertos, no obstante, no tienen tan claro que España responda a las características del bipartidismo. En todo caso, cabe hablar de un «bipartidismo y medio».
Noticias relacionadas
Este sistema, explica José Ramón Montero, catedrático de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid, «se da cuando dos partidos se reparten el 80-90 por ciento de los escaños y uno gobierna siempre con mayoría». Y la segunda condición no siempre se repite: dos terceras partes de los gobiernos han sido minoritarios desde 1978.
El «medio partido» tiene un papel decisivo para apoyar gobiernos minoritarios
«España no tiene un sistema típicamente bipartidista». Hay dos partidos y medio, señala Montero, «entendiendo por medio un conjunto de formaciones que tienen una representación escasa». Ese medio partido es relevante porque «tiene o puede tener un papel decisivo a la hora de apoyar gobiernos minoritarios». Así ocurrió en el 2008, cuando PP y PSOE, con el 84% de los votos y el 92% del arco parlamentario, lograron su techo juntos. José Luis Rodríguez Zapatero, en la máxima expresión del bipartidismo español, tuvo que gobernar con apoyos puntuales porque no consiguió la mayoría absoluta.
La tendencia es a la baja. En las elecciones del 2011, la debacle socialista provocó que la suma de votos PP-PSOE cayera al 73%. En el último sondeo del Centro de Investigaciones Sociólogicas (CIS), elaborado en enero , antes de que estallaran serios casos de corrupción, ese porcentaje bajaba al 65%. Una encuesta posterior de otra empresa demoscópica reducía el apoyo al 50%. Los votantes castigan al PP por aplicar recortes impopulares y siguen sin confiar en Rubalcaba. El voto en blanco, un 1,37% en las elecciones de noviembre de 2011, ha crecido hasta el 3,1%, según el CIS. UPyD, en los pasados comicios, logró el 4,69% de los votos.
Confusión
«Hay mucha confusión, como suele ocurrir en periodos interelectorales. Hay una caída terrible de los dos principales partidos y un crecimiento no acompasado de los pequeños. Refleja muchos ciudadanos que dieron su voto a alguno de las dos grandes formaciones y ahora, arrepentidos, no han decidido qué hacer», indica Montero, que no ve en IU ni UPyD estrategias para convertirse en partidos medianos.
IU ni UPyD tienen estrategias para convertirse en partidos medianos
«El crecimiento de los partidos pequeños parece llegar a su fin», coincide Mariano Torcal, catedrático en Ciencia Política y experto en metodología de encuestas. UPyD gana en enero dos puntos porcentuales respecto a 2011, pero no logra capitalizar el descontento con el PP y ha topado con el techo del 7%. IU no logra pasar del 9% de apoyo, solo dos puntos por encima de lo logrado en los últimos comicios.
Andrés de Blas, catedrático de Ciencia Política de la UNED, defiende que el creciente desencanto ciudadano – la preocupación por la corrupción alcanzó su máximo histórico en febrero –, además de desplazar el voto a los extremos, puede beneficiar a las fuerzas políticas nacionalistas y regionalistas. Aunque los datos del CIS, de momento, solo arrojan una mejoría de seis décimas en los partidos nacionalistas con representación parlamentaria respecto al 2011.
Crisis del sistema de partidos
Para Mariano Torcal, las últimas elecciones fueron «un primer aviso de la crisis del sistema de partidos». Los votantes del PSOE no se fueron a la abstención, sino que apoyaron a otros partidos. Torcal explica que la mayor parte del electorado volátil se ubica en el espectro ideológico del centro (PSOE, UPyD y PP) y del centro-izquierda (IU y PSOE). En el 2011 Rosa Díez y Rajoy ganaron terreno a Rubalcaba en el voto del centro y Cayo Lara hizo lo propio entre los electores de izquierdas.
«El desencanto es general, incluso entre muchos votantes del PP»
«Ahora la cosa es más grave porque la crisis continúa y el desencanto es general, incluso entre muchos votantes del PP», añade. Esta circunstancia, así como el estancamiento de los pequeños partidos «por razones ideológicas y de liderazgo», es un síntoma de la «desintegración del sistema de partidos». «Puede llevar a su voladura general, como ha pasado en Grecia, como ocurrió en Italia en 1994 y está a punto de ocurrir ahora», advierte. Las consecuencias pueden ser «increíbles».
¿Puede repetirse en España un escenario electoral como el griego, donde han entrado con fuerza un partido radical de izquierdas y otro fascista? «Podría ocurrir –concede José Ramón Montero–. Pero también puede producirse una vuelta a la política en el sistema habitual». Por el momento, dice, no ha aparecido ningún «empresario político» como Beppe Grillo , al frente de un movimiento de antipolítica en Italia que ha cosechado tantos votos como la izquierda y la derecha y que impide la formación de un gobierno estable.
«Un poco de ayuda»
Las proyecciones de voto de un estudio de «La Vanguardia» auguran un Parlamento ingobernable. Según este análisis, que combina intención de voto con un cálculo estadístico de escaños, PP y PSOE estarían camino de sumar 275 diputados frente a los 296 que hoy se sientan en el Congreso. Y el PSOE, que resultaría vencedor, no llegaría a la mayoría absoluta ni sumando los escaños del nacionalismo moderado (CiU y PNV) ni sumando los votos de IU.
Este es un probable escenario futuro, elaborado con métodos estadísticos. Hasta ahora, los españoles han optado por votar de forma mayoritaria a PP y PSOE. «No debe infravalorarse la atracción que la opinión española siente a favor de la existencia de dos grandes formaciones políticas, de centro-derecha y de centro-izquierda, capaces de garantizar la alternancia política y la gobernabilidad», sostiene Andrés de Blas.
«No debe infravalorarse la atracción de los españoles hacia dos grandes partidos»
«PP y PSOE están ahí por decisión de los votantes y un poco de ayuda, como en la canción de los Beatles, del sistema electoral», corrobora Montero. La ley D'Hondt impide que los partidos más pequeños puedan aspirar a crecer en las circunscripciones más reducidas, que son la mayoría.
Simplificando, el sistema electoral ha venido garantizando la estabilidad con el reparto de escaños entre PP y PSOE en las circunscripciones más pequeñas, un reparto bipartidista corregido por la mayor proporcionalidad, casi perfecta, de las provincias que más diputados aportan a la Cámara: Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla o Alicante.
Y es que, apunta De Blas, «aumentar los niveles de proporcionalidad tendría efectos positivos desde el punto de vista de la representación, pero podría suponer disfuncionalidades para la vida estable de nuestro sistema político». El modelo bipartidista deja a muchos votantes sin opciones y fomenta la abstención, pero favorece que se generen mayorías parlamentarias y alternancia en el gobierno. «Si los ciudadanos deciden conceder su confianza a los dos grandes partidos, quizá tienen razones para ello», concluye Montero.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete