¿Y si Bárcenas se fuga?
La huida de Luis Roldán en 1994 se conoció cuando faltó a declarar ante la juez. El ministro del Interior dimitió. Si Bárcenas se escapara sería «nefasto para la Justicia»

El 30 de abril de 1994, la policía tuvo que admitir que había perdido el rastro de Luis Roldán después de que el exdirector general de la Guardia Civil hubiera eludido dos veces presentarse a comparecer ante la juez Ana Ferrer. Arrancaba así la que se convertiría en una de las fugas más rocambolescas de la historia reciente, con un espía traficante de armas por medio y aquella inenarrable entrega del prófugo en Laos que parodiaba el final de las novelas de John LeCarré.
El episodio de Roldán ha vuelto a la memoria de muchos en vista del riesgo de huida del extesorero del PP, Luis Bárcenas, sobre el que llamaba la atención por primera vez la Asociación de Abogados Demócratas por Europa (Adade) al pedir hace semanas medidas cautelares que eviten perder el rastro del también exsenador, cuestión sobre la que hoy se pronunciará el juez Pablo Ruz.
La desaparición del exdirector de la Benemérita en 1994 tuvo como consecuencia inmediata la dimisión del entonces ministro del Interior, Antonio Asunción, que se declaró a sí mismo responsable político» de que Roldán no hubiera sido puesto a disposición judicial en respuesta una orden de detención que había emitido la juez. Interior, según se publicó en su momento, tardó tres horas en cursar aquella orden y cuando los agentes reaccionaron no había ni rastro de Roldán.
El caso de Bárcenas es hoy distinto. No hay orden judicial que ordene vigilarle o controlarle o que impida sus movimientos. Al menos por ahora, aunque en Adade creen que esa circunstancia cambiará en las próximas horas. Mariano Benítez de Lugo, presidente de esa asociación, que está personada como acusación popular, confía en que el juez adoptará medidas que limiten la libertad del extesorero para abandonar el país. «Una fuga tendría consecuencia nefastas para la credibilidad de la Justicia» explicaba a este diario Benítez de Lugo que advertía que ese supuesto «demostraría que la Jusiticia es ineficaz y por tanto sería una suma injusticia».
El letrado tiene la convicción, no obstante, de que Bárcenas no se irá. Si no lo ha hecho ya habiendo tenido la oportunidad, en opinión de Benítez es «porque es una decisión difícil para una persona que tiene cierto arraigo el fugarse, porque supondría convertirse en un prófugo de la Justicia... el extesorero del PP sería un prófugo de la Justicia». Pero a Luis Roldán, haber servido como máximo mando de la Benemérita no le impidió convertirse de la noche a la mañana en un fugitivo, lo que suscita en Mariano Bénitez la pregunta sin respuesta de «por qué, asombrosamente», en el caso de Bárcenas y habiendo ese precedente, «nadie lo ha pedido (las medidas cautelares)... ni el Ministerio Fiscal, ni lo ha planteado el juez instructor».
A juicio de Adeda, a Bárcenas se le deberían imponer, no una, sino varias medias, entre las que han propuesto que se le instale un instrumento electrónica de control permanente, la prohibición de que salga del territorio nacional, la retirada del pasaporte y la obligación de que comparezca cada semana en el juzgado más próximo a su domicilio. «Nosotros pedimos que se apliquen todas, retirarle el pasaporte u obligarle a comparecer da la posibilidad de una fuga», advierte el letrado.
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