70.000 euros por la busca de Madeleine
Método 3 creció con casos mediáticos; sus enemigos la tachan de «agencia estafa» y ahora iba a ser una consultoría

Cuando aterrizaba un nuevo jefe superior de Policía en Cataluña, una de las primeras invitaciones que recibía era la de Francisco Marco: una carta para convidarlo a comer en el restaurante «La Camarga», el que ha sido centro de operaciones de la agencia de detectives Método 3, muy cerca de su sede. El actual jefe superior, Eugenio Castro, rechazó la invitación amablemente, pero su antecesor y algunos de los anteriores compartieron mesa y mantel con el influyente Marco, doctor en Derecho y experto en autobombo. «Una de sus máximas es que hablen de nosotros, sea bien o mal», cuenta uno de sus antiguos colaboradores.
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Marco llevaba a la práctica esa popularidad y en los últimos años su agencia era un referente mediático, máxime después de que los padres de la niña británica desaparecida en Portugal Madeleine McCann lo contrataran para buscarla. Su hipótesis es que la había secuestrado una red de pederastas y en pos de esa idea cobró, según las mismas fuentes, unos 70.000 euros, con viajes continuos a Portugal, Marruecos y Gran Bretaña.
Dietas fantasma
«Fue una estafa. Decía que había quince personas trabajando en el caso y no eran ni tres. Pasaban dietas de hoteles en el país vecino de cuatro trabajadores y solo había viajado una, que además no sabía portugués».
Junto a la pequeña Madeleine -de la que nunca se averiguó nada- la fama llegó a Método 3 con la aparición del exespía Francisco Paesa, a quien «encontraron» en París, después de haber sido dado por muerto. Seguimientos a vicepresidentes de FC Barcelona y la implicación aún sin aclarar en el espionaje al actual presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, figuran también en el currículum de esta agencia en la que «han entrado miles y miles de euros que nadie sabe dónde están», asegura un detective que conoce la trayectoria de Método 3.
Finiquito
La agencia la creó Marita Fernández, madre de Francisco Marco, en 1985. Ella ya había trabajado como comercial para un detective argentino cuando se casó con su marido, abogado criminalista. Desde entonces han vivido años de éxito y encargos constantes (aunque nada que ver con los 20.000 informes que dice haber destruido el director de Método 3), hasta el punto de que daban trabajo a otras agencias y particulares (subcontrataban) y firmaban ellos los trabajos. Su amplia plantilla incluía un contable o, en los últimos años, un expolicía al frente del departamento de informática.
Juan Carlos Ruiloba era jefe del Grupo de Delitos Tecnológicos en la Brigada de Policía Judicial de Barcelona. Al pasar a segunda actividad, comenzó a trabajar para Marco y aseguraba que le pagaba muy bien. Hace poco más de un año, cuando la agencia empezó a no ser el negocio boyante que había sido, Ruiloba salió de Método 3. Según fuentes de la investigación, parte del dinero que le correspondía como finiquito lo cobró en equipos informáticos. La semana pasada este antiguo policía acudió a sus compañeros de la Brigada y les entregó material, supuestamente «sensible». Había esperado más de un año para hacerlo.
Inspecciones descontroladas
No era el único policía con el que se relacionaba el director de Método 3. De hecho, hace años era frecuente que recurriera a determinados profesionales, por ejemplo de Policía Científica, para que le hicieran determinados peritajes, sobre todo cuando aún no disponía de tantos medios.
La agencia ya no existe oficialmente desde el pasado noviembre, y de hecho su director tiene varios litigios laborales pendientes con extrabajadores. Pero Marco, con un currículum y una agenda abultadísima de clientes, ya estaba reconvirtiendo su negocio en una consultoría de seguridad, ajena al control policial al que sí estan sometidos los detectives.
Marco tenía la costumbre de invitar a los jefes superiores de Cataluña
Método 3 también lo ha estado (las inspecciones en los despachos de detectives son anuales), pero ha esquivado con holgura tanto las administrativas como las penales. En 1995 fueron detenidos su padre, su madre, él y un hermano por unas escuchas telefónicas ilegales a empresarios. En ese caso salió a relucir que habían investigado al gobernador del Banco de España, Mariano Rubio, y a su mujer Carmen Posadas. La causa se archivó.
En 2011, en una inspección rutinaria, la Policía detectó irregularidades graves, aunque la propuesta de sanción, que llegó a Interior en época de Rubalcaba (su hermano mantiene una excelente relación con Marita Fernández) tampoco prosperó. En mayo del año pasado se detuvo a la número dos del despacho, Elisenda Villena, durante la operación Pitiusa (en la que hay un centenar de detectives e intermediarios imputados). El libro de registro de la agencia -obligatorio donde figuran clientes e investigados, así como fechas de los trabajos ejecutados- no apareció, porque se perdió en una «inundación», pero Método 3 tampoco fue sancionada.
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