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Los quince días que convulsionaron al PP

Los acontecimientos de los últimos días han agitado la actualidad política. Así lo ha vivido el Partido Popular.

Los quince días que convulsionaron al PP jaime garcía

mayte alcaraz

«Esto es la guerra de Madrid. Van a por Mariano». Son las dos y media de la tarde de un tenebroso –la niebla castiga Madrid– 31 de enero de 2013. Un colaborador de Aznar, tiznado en las sartenes del caso Gürtel, lo tiene claro: delante de su café y de su nariz hay una impactante portada que pone en jaque a España. El «felón» –así lo califica el dirigente popular enmendando el insulto que le dedicó Correa– de Luis (Bárcenas) lo ha hecho. «Él y otros han traicionado a Mariano».

Pero el interlocutor de ABC, parafraseando a Xabier Arzalluz –con el que en tiempos se relacionaba– recuerda que antes que Bárcenas recogiera las nueces alguien agitó el árbol. Y habla de conspiraciones. De dos. Explica: primero, la que se origina en los pasillos del partido y, después, la que proviene del propio Bárcenas, su exabogado Trías o, incluso, de los rescoldos de un exmagistrado. Dos vectores con un objetivo: Rajoy.

Cospedal destituye al tesorero, pero es demasiado tardeNo es la primera vez que un alto responsable popular dice ante ABC lo que otros compañeros chismorrean, al rebufo del obús dirigido al mismísimo corazón del Estado. Desde que el 16 de enero la prensa revelara que el exsenador tiene 22 millones en Suiza todos penan por las consecuencias que le traerá a Rajoy haber dado la espalda al guardián de los secretos del castillo. Y eso que Cospedal, según aseguran en el PP, lo intenta todo. Durante los diez meses que van del verano de 2008 –que asciende a número 2 del partido– y la primavera de 2009 –en que se conoce la implicación de Bárcenas en la Gürtel– Cospedal se alarma de que el tesorero mande tanto, mucho, tanto o más que los que más mandan. No le gusta nada el nombre de los beneficiarios de algunas adjudicaciones, sobre todo la identidad de aquellos que organizan eventos del partido. Y destituye al tesorero . Pero ya es demasiado tarde. La teoría que circula apunta a que durante los meses que todavía tiene aposento -«inexplicable aposento», según muchos- en el 13 de Génova, monta los famosos «papeles de Bárcenas». Fabrica -según esas fuentes- 14 páginas «con retales verdaderos y falsos». Luego, se harán las fotocopias que, finalmente, llegarán a la portada de «El País».

Los enemigos de Rajoy

Pero antes de eso, la guerra tiene otro frente. Los enemigos íntimos del presidente, con mesa y mantel en el partido, ayudan a orear lo que era un secreto a voces entre las modistillas de ipad de Madrid: que el partido llevó una pésima praxis en la gestión de sus cuentas y que, cuatro años después, se seguía sin hacer la indispensable autopsia interna a la trama Gürtel, al primigenio tumor con Bárcenas como metástasis terminal.

Cinco días «terroríficos». Así describe un asesor de Génova el tiempo que transcurre entre el 16 de enero, en que se conoce la archifamosa cuenta en el Dresdner Bank de Suiza , y el domingo 20, cuando un rotativo de Madrid habla, sin pruebas y con fuentes anónimas, de los sobresueldos . La secretaria general intenta amainar -vive entre programas de radio y llamadas de prensa exculpatorias- el vendaval que levanta la comisión rogatoria.

Aguirre pide investigar, «caiga quien caiga»Sólo 24 horas después de que se conociera la fortuna del extesorero, dos miembros de la ejecutiva popular se cruzan en el ascensor de la planta séptima del partido, y comentan, sorprendidos, las declaraciones de Esperanza Aguirre que, la mañana de ese jueves 17, acude al programa de Carlos Herrera. Allí, muestra su indignación por los casos de corrupción y pide que se depuren responsabilidades «caiga quien caiga» . A su pesar, tanto ella como su eterno adversario, Alberto Ruiz-Gallardón, vuelven a estar en el ojo del huracán. ¿Cui prodest?, se preguntan los dos diputados del ascensor al terminar la reunión. Son dos viejos camaradas de Alberto y de Esperanza que se muestran escamados por el silencio de uno y la prolífica presencia mediática de la otra. Pero son sólo sospechas.

Son las cuatro de la tarde del lunes 21. La hoy ejecutiva de «Seeliger y Conde» tiene que salir al paso de un rumor que le coloca como autora de esa filtración durante la visita que, para participar en un encuentro digital, hace a «El Mundo» horas después de abandonar «Onda Cero». La hipótesis sobre su connivencia con esa denuncia está tan elaborada que detalla cómo suelta la bomba en el café que comparte con varios tertulianos tras el programa de Herrera y luego la reproduce en el periódico de la calle Pradillo. Sin embargo, otras fuentes aclaran que ese café no se produjo y que la dirigente madrileña tan sólo estuvo reunida con algunos directivos de la cadena. ABC ha contactado con Aguirre, quien aclara que «terminado el chat me fui rápidamente al entierro de la madre de Cristina Alberdi a La Almudena y, por supuesto, no filtré absolutamente nada».

¿Y por qué habría de hacer algo así Esperanza Aguirre? Sus enemigos no lo dudan: tras el Congreso de Valencia en el que amagó pero no dio no ha perdido la esperanza de volver. Sin embargo, en su núcleo de confianza lo consideran absolutamente descabellado: «Ella está fuera de esto desde septiembre y lo único que quiere es ayudar al partido». Lo que no ayuda, definitivamente, es el fuego graneado con que se obsequian desde hace días Ana Botella y ella a propósito del Madrid Arena . También aquí la anterior presidenta usa el mismo imperativo que con Bárcenas: hay que investigar «caiga quien caiga». Este aserto sienta como un tiro a la alcaldesa de Madrid, que devuelve el golpe estampando su firma contra la privatización del Hospital de La Princesa , un viejo proyecto aguirrista que heredó Ignacio González. El cisma se abre paso.

«Bronca» en el PP de Madrid

Que la tensión se ha solidificado en el PP de Madrid, que preside Aguirre, lo prueba de forma determinante el enfrentamiento que se vive el 6 de febrero en el comité de dirección de esa formación. Una «bronca» entre Aguirre y Botella escenifica la división. Sin embargo, la dirigente del PP de Madrid niega a este diario la catarata de improperios contra Botella y Cospedal que se le han atribuido: «Lo que yo dije -aclara- está grabado. Lo demás es intentar leerme el pensamiento». De hecho, se le achaca haber criticado la tibia respuesta judicial de Cospedal contra Bárcenas. Y otras fuentes llegan más lejos: «Aguirre presume de que ella hubiera destituido a Ana Mato , atrapada en la red corrupta de Correa».

Ana Mato se queda compuesta y sin cargoY dan la siguiente explicación: la ministra de Sanidad, exmujer de Jesús Sepúlveda (anterior alcalde de uno de los feudos de la Gürtel, Pozuelo de Alarcón) es la persona elegida por Cospedal para dirigir el PP de Madrid tras la marcha de Aguirre. Finalmente, la expresidenta de la Comunidad decide, contra la opinión de la Ejecutiva nacional, permanecer al frente del todopoderoso PP madrileño (93.000 afiliados y una potente estructura fuera del control de Rajoy). La titular de Sanidad se queda, pues, compuesta y sin cargo. Los enemigos de Aguirre achacan a esa candidatura nonata la furiosa reacción de la exmandataria contra Mato, en torno a la que Rajoy cierra filas.

«Regenerar España»

Que Esperanza Aguire abogara en ese cónclave por la regeneración de España, uniéndose al exhorto de Aznar, enfurece a Cospedal. La respuesta del partido es clara: la Gürtel nace y se reproduce en Madrid. Además, saca a pasear a un viejo «fantasma», Alberto López Viejo, exconsejero hoy imputado , al que Aguirre «destituyó fulminantemente» por su implicación en la trama. La anterior presidenta se defiende y recuerda: «Fui yo la que en 2005 aborta el primer movimiento de la red Gürtel con unos terrenos que se intentaron vender a mitad de precio. Y de eso no parecen acordarse».

«En el PP está la clave» ¿La clave de qué? «De todo»Mientras, los exégetas de Aguirre alimentan la leyenda de que tiene planes de futuro, y los más atrevidos apuestan a que creará una nueva formación en torno a la «regeneración de España». Ella lo niega rotundamente. Un miembro del Gobierno explica: «Yo no me esperaba esto de Aguirre. Sí me esperaba que lo pensase -añade- pero no que lo dijera». Nadie se atreve a aventurar la palabra «gestora» como una posible respuesta al desafío del PP de Madrid. Sería, dicen, una crisis nueva sobre otra sin solucionar. Hasta el presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijóo (visto como sucesor por muchos) tercia: «El referente de la regeneración democrática es Mariano Rajoy». De nuevo los barones, determinantes en el crítico Congreso de Valencia de 2008, se decantan. Como entonces, tendrán la última palabra en un hipotético asalto al poder en el partido que gobierna España.

-El PP de Madrid. Ahí está la clave.

-La clave ¿de qué?

-De todo

El diputado popular que habla con este periódico insiste en vislumbrar al PP de Madrid tras la cortina de Manderley. «Mire -aclara- es en esos municipios del noroeste madrileño donde, en la época de Aznar, se dejó hacer sin control a muchos; entre ellos a Bárcenas, a Correa y a sus amigos. Y ahora tenemos esto». Por eso, el interlocutor de ABC repara sorprendido en el artículo del periodista Luis María Ansón que, el pasado martes, pedía la vuelta de Aznar a la presidencia del PP. «No sé si esa es la tercera conspiración. Pero si es así, parece un sarcasmo». Tanto, que los imputados de aquel escándalo que le costara la toga a Garzón, y que muchos ven como el primer golpe contra Rajoy, regresan, como el día de la marmota, a las portadas como presuntos beneficiarios de la amnistía fiscal.

Pero volvamos al martes 22 de enero. Aunque los papeles de Bárcenas siguen ignotos, esa mañana un viejo conocido del PP, Jorge Trías Sagnier, da un paso al frente y firma un artículo en el que insinúa que hay una contabilidad ilegal. La «fontanería» de Génova no lo duda. Es la segunda conspiración que se une a las deslealtades internas: mientras Bárcenas prepara «su venganza», su abogado, Trías, escocido porque Cospedal no le aceptara una minuta de 53.100 euros por defender al hoy investigado y caído en desgracia tras el advenimiento del «marianismo», calienta las portadas. Nueve días después, el último de enero, se produce la gran filtración. «El País» lleva a su «primera» los supuestos manuscritos del extesorero: son, dice, «Los papeles secretos de Bárcenas» .

La pista catalana

Es el segundo golpe. El definitivo. Un torpedo que se intenta amortiguar el martes 6 de febrero en una discreta reunión en el Hotel Wellington . Objetivo fracasado. Sin ese golpe, todo lo demás, hasta el «fuego amigo», hubiera sido poco más que un «fuego de artificio», sostiene un ministro que pide proteger su identidad. Y ahí reaparece la sombra de Garzón . El perejil de todas las salsas contra el PP resucita en la confesión de Bárcenas ante el fiscal Anticorrupción. «Ojalá que yo hubiera tenido la oportunidad de entregarlos al juez», se defiende sin empacho el que fuera instructor del caso Gúrtel, sumario tras el que fue inahabilitado por grabar indebidamente a los abogados de los implicados.

«Ojalá hubiera tenido la oportunidad de entregarlos al juez»Y para que no falte un solo elemento de suspense, un parlamentario socialista asegura a este periódico que una mano negra cercana a CiU participó también en la conspiración. El origen de la filtración estaría, según esta fuente, en una reunión en la estación de Baqueira Beret durante las pasadas Navidades. A esa mesa se sentarían Trías, amigo también de Garzón, Bárcenas y un alto responsable próximo al partido independentista. Recuerda el mismo interlocutor que Trías, de origen catalán, fue el intermediario en el Pacto del Majestic que sellaron Pujol y Aznar en 1996. En esta segunda conspiración, tampoco se da puntada sin hilo.

Pero la batalla interna de Génova sigue sin dar tregua; las paradojas de la política han oficiado un extraño matrimonio en la sospecha entre Aguirre y Gallardón. Porque algunos dirigentes que comparten mesa en el Comité Ejecutivo han señalado al exalcalde como beneficiario de un hipotético salto al vacío de Rajoy. Ya se sabe, Gallardón es, para los devotos de la teoría de la conspiración, el eterno candidato a ser inquilino de Moncloa. El ministro de Justicia lo niega taxativamente a ABC: «Le recuerdo a usted, que fue quien me hizo la entrevista, que yo ya he dicho en su periódico y en otros medios que mi último puesto en política será éste para el que me ha nombrado Rajoy». Gallardón purga así el ser, junto a Aguirre, de los pocos notables del partido (excluida Soraya Sáenz de Santamaría) que no aparecen en los 14 papeles «apócrifos» , según Rajoy. No obstante, otras fuentes creen endebles esas sospechas, puesto que ninguno de los exdirigentes madrileños tenía responsabilidades orgánicas en Génova, extremo que justificaría que no hayan sido tatuados en la «lista negra» investigada.

Gobierno de concentración

En la Asamblea de Madrid, un veterano conocedor del ministro de Justicia lo tiene claro: «Alberto no está detrás de nada de esto. Eso sí, hacia él mirarían ciertos sectores, quizá, si las cosas vinieran mal dadas para Rajoy». Algunos en la prensa se han adelantado y ya le han puesto el foco: Enrique Gil Calvo, profesor titular de Sociología de la Complutense, publicó el 3 de febrero un artículo en el diario que dirige Javier Moreno en el que señalaba a Gallardón como «árbitro y posible solución sucesoria para un PP roto». Los numerosos adversarios del ministro, que siempre le sitúan en los aledaños del periódico de Prisa, han ido más allá y creen reconocerle en una posible conspiración que llevaría a Gallardón a presidir un Gobierno de concentración, con Rubalcaba de vicepresidente. El titular de Justicia cree que todas las especulaciones que se hagan son «sencillamente estúpidas, porque estúpido es pensar que yo me vaya a beneficiar de que Rajoy se marche cuando ya he dicho que me iré con él». Las fuentes consultadas por ABC califican la sola idea de un Gobierno de esa naturaleza de «delirante», aunque critican que la Fiscalía, dependiente jerárquicamente de Gallardón, «vaya a saco» contra el PP.

Pero los inescrutables caminos que llevan a mover el sillón de Rajoy siguen desbrozándose. Viernes, primero de febrero. Inopinadamente, el viejo espectro de los regalos de Correa, que persigue a la ministra de Sanidad desde hace cuatro años, resucita tan solo horas antes de la comparecencia del presidente ante el comité ejecutivo de su partido. Un informe de la UDEF , la unidad policial que investiga los delitos económicos, mancha con salsa picante la víspera de la delicada intervención presidencial: miles de euros gastados en confeti , comuniones sufragadas por convictos, bolsos, fiestas y regalos... La sombra de la sospecha, que tiempo después es desmentida por uno de los empresarios aludidos en la nota policial, se cierne sobre una ministra de Rajoy, y algunos compañeros de filas censuran al ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, por no «haber retrasado la difusión de ese informe, como hacía Rubalcaba con los que afectaban al PSOE». La duda parece atenazar a todos. Y, en este sudoku irresoluble, ni el Consejo de Ministros se libra.

Son las doce y media del sábado 2 de febrero. Rajoy lee seis folios en los que defiende su honradez. El presidente y Cospedal intentan calmar a decenas de compañeros consternados por el tsunami más grave que ha padecido el partido que fundara Fraga. Muchos comentan las dos conspiraciones, en forma de pinza, contra el presidente. «No es casualidad que salgan tantas cosas a la vez», dice en privado la secretaria general, acaso refiriéndose al ácimo aperitivo de Mato de la noche anterior; Mariano Rajoy, que se reúne con la ministra de Sanidad para mostrarle su apoyo, sentencia ante un reducido grupo: «Sé de donde parte el ataque». Y el eurodiputado Luis de Grandes pronuncia un enigmático: «Esto no se ha acabado hoy».

En efecto. Hace falta esperar si Sansón logrará derrumbar las dos columnas del templo y dirá aquello de «muera yo con los filisteos».

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