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Lucrarse por la posición dentro del partido supone en el PP la «expulsión inmediata»

Lo dice el Código Ético que en 1993 aprobó Aznar para exhibir mano dura contra la corrupción que entonces ahogaba al PSOE. Rajoy hizo promesa electoral de «ejemplaridad»

Lucrarse por la posición dentro del partido supone en el PP la «expulsión inmediata» óscar del pozo

l.l.c.

El Código Ético del PP prevé la «expulsión inmediata» de quien utilice su posición dentro del partido, para obtener lucro o trato de favor. La regla, extensiva para los que utilicen su «propio nombre» o «relación» en la organización, se remonta al año 1993 cuando, siendo jefe de los populares y candidato a La Moncloa José María Aznar, se impuso un régimen de higiene en los comportamientos de los miembros y dirigentes de la organización con los que diferenciarse del PSOE, entonces enfangado en los casos de corrupción que terminaron desalojando del poder a Felipe González.

Ese Código Ético escrito hace veinte años reconocía ya expresamente que las «constantes irregularidades en la política española» desembocan en una quiebra de la confianza mutua entre ciudadanos y políticos que sustancia la Democracia, por lo que establecía una obligación moral para sus cargos públicos de transparencia y de «disposición a asumir las responsabilidades» que se contrajeran en el ejercicio de sus tareas. «El PP -dice el texto- entiende que no es posible exigir regeneración a los demás si previamente no asume un compromiso de auto-exigencia, tanto como Partido com a sus dirigentes y militantes que puedan ostentar tareas de Gobierno».

La «honorabilidad» de la organización

Ese mensaje aparece calcado en el encabezamiento del Código de Buenas Prácticas del Partido Popular que en 2009, también en su camino a La Moncloa, impulso Mariano Rajoy. Se trata de un documento plenamente vigente, aprobado para «establecer con precisión unas pautas de conducta» más allá «de las previsiones de la propia ley», entre las que se reclama a los cargos y dirigentes del partido que se abstengan de comportamientos que puedan «dañar la imagen u honorabilidad de la organización» o acepten «ningún trato de favor o situación que implique privilegio o ventaja».

Las normas de higiene democrática de las que se ha dotado el PP cobran especial significado ahora, cuando la difusión de una presunta contabilidad opaca está sembrando sospechas sobre el modo de financiación en el pasado , la recepción de donaciones irregulares o la pulcritud fiscal del PP y sus miembros, y las explicaciones de los dirigentes no están ayudando precisamente a resolver las dudas. Los códigos, de ética y de buenas prácticas, fueron además reinvidicados y su espíritu integrado en los estatutos aprobados en el congreso que el partido celebró va a hacer ahora un año, en febrero de 2012, después de que también fueran referente del programa electoral del 2011, el que llevó definitivamente a Rajoy a la Presidencia del Gobierno.

En el programa electoral

El PP demostró una profunda preocupación por la corrupción en ese programa, gestado en un momento en que sus siglas y algunos jefes destacados sufrían las consecuencias de su implicación en los casos Gürtel , Palma Arena , Brugal o Emarsa . El documento con que Rajoy se presentó a la campaña, entendido como su contrato con los ciudadanos, dedica un capítulo entero titulado «Una democracia ejemplar» a proclamar la vocación de transparencia y de regeneración de la vida política y sus instituciones. En ese mismo apartado, la formación declaraba que «la lucha contra la corrupción es uno de los objetivos principales del Partido Popular, ya que el funcionamiento del sistema democrático no debe quedar nunca en entredicho por actitudes permisivas, indolentes o exculpatorias ante la gravedad de determinados comportamientos».

A través del programa electoral, todos en el PP se comprometieron a «fortalecer el vínculo que une a representantes con representados. Porque la política -reconocían- no se sostiene sobre sí misma» y predicaron unánimemente que «austeridad, transparencia y ejemplaridad serán el camino para devolver la confianza de la sociedad en la política y en quienes se dedican a ella».

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