Isidoro Álvarez, un hombre entregado a sus grandes almacenes
El empresario recorrió toda la escala del comercio antes de ocupar puestos directivos y, finalmente, la presidencia

Es imposible evitar como primera referencia el hecho de la muerte, en el corto espacio de una semana, de dos de las personalidades empresariales más relevantes de España. Emilio Botín e Isidoro Álvarez , los dos con 79 años cumplidos, los dos identificados plenamente con ambas empresas y marcas que han engrandecido y presidido, líderes de sus respectivos sectores, colegas a la hora de tomar no pocas decisiones que incluso trascienden lo empresarial por lo que significan ambas organizaciones y las fundaciones vinculadas, entre las más importantes de España y de Europa. Los dos en pleno ejercicio de sus facultades como primeros ejecutivos. Isidoro Álvarez y Emilio Botín llenan una época y definen un estilo singular, un cuarto de siglo de liderazgo empresarial en España. Ambos son especies raras y, seguramente, no repetibles, con paralelismos y diferencias, más los primeros que las segundas. Incluso con puntos comunes en fechas recientes que indican que entre ambos ha habido confidencias recientes, confianza y cooperación con sello personal.
El Santander, su banco
Cuando El Corte Inglés ha necesitado recomponer su estructura financiera, afectada por la actual crisis, el Banco Santander ha sido el primero en proponer alternativas y encabezar el sindicato bancario para estructurar la financiación e incluso adquirir una parte del capital y de la gestión de la financiera de El Corte Inglés, una de los proyectos más exitosos del propio Isidoro Álvarez.
Los paralelismos entre ambos son casuales pero llamativos. Ambos empezaron a trabajar en sus respectivas empresas desde antes de acabar sus carreras (derecho en Deusto Botín y Económicas en Madrid, el otro). Ambos se incorporan a los consejos de sus empresas a principios de los años sesenta, para alcanzar puestos ejecutivos de responsabilidad y plena dedicación a finales de la década. Y ambos asumen la presidencia ejecutiva a finales de los ochenta. También les une el carácter de «engrandecedores» como protagonistas de crecimientos espectaculares de lo que era el último banco nacional y un comercio con una gran centro comercial en Madrid. A ambos les precedieron personajes singulares (Emilio Botín II y Ramón Areces, con mucha personalidad y carácter y bastante leyenda). Y ambos han sido leales y entregados a sus marcas, Santander y El Corte Inglés, sin otra distracción que las respectivas fundaciones.
Saga asturiana
Pero establecidas los paralelismos merece la pena reparar en la personalidad de Isidoro Álvarez, que pertenece a la saga asturiana de los César Rodríguez (primer presidente de El Corte Inglés del que fue mentor y accionista principal, aunque no gestor), Pepín Fernández (creador de Galerías Preciados) y Ramón Areces (la otra generación que compró en 1935 y gestionó una tienda-sastrería, con entrada desde tres calles) llamada El Corte Inglés. Todos ellos con relación de parentesco en segundo y tercer grado, con experiencia en la emigración cubana, en los avanzados almacenes «El Encanto» de La Habana, que les permitió volver a España con nuevas ideas para el comercio en un país que estaba saliendo de una guerra civil y asomándose a la sociedad del consumo.
Isidoro Álvarez nació en una aldea asturiana (Borondes, municipio de Grado), en 1935, en una familia de pocos recursos, (campesinos, su padre murió en 1953 atropellado por un tren como guarda nocturno de la fábrica de Trubia), estudió en la escuela del pueblo, hizo el bachillerato, becado y con ayuda de sus parientes cubanos, en los maristas de Oviedo, donde obtuvo brillantes resultados que aconsejaron mandar al prometedor joven a la universidad de Madrid. Un estudiante exigente y brillante desde primaria, a pesar de su aspecto tosco y de cierta timidez. Concluyó Económicas (1957) en la Central con premio extraordinario, colaboró en la Revista de Economía Política que dirigía el profesor Fuentes Quintana traduciendo trabajos en inglés, y por las tardes vendía en los grandes almacenes de sus parientes. Su trabajo de fin de carrera versó sobre financiación del comercio, un tema que le serviría para su inmediata vida profesional.
La marca de un estilo
Isidoro Álvarez conoció y recorrió toda la escala del comercio y sus departamentos, hasta ocupar puestos directivos y asumir decisiones estratégicas que han cimentado la expansión de El Corte Inglés. Dicen que Areces dotó a la marca de un estilo, del carácter de El Corte, donde los gestores hablan «corteasino»; las sentencias y aforismos atribuidos a Areces (D. Ramón) completarían un excelente manual de gestión comercial y empresarial; pero a Isidoro Álvarez, que aunque ocupó la presidencia el año 1989, tras la muerte de Areces, dirigió la empresa desde 1973, por la hemiplejia que afectó a D. Ramón. Desde ese año la expansión de El Corte Inglés ha sido constante, en todas las coyunturas, cada año uno o varios nuevos almacenes. Con un estilo inimitable, capaz de atraer un universo de clientes que va desde el más adinerado al menos pudiente. Si en «Macy´s» se podía comprar desde un alfiler a un elefante, en El Corte Inglés compra desde el más rico al más modesto y… «si no se siente satisfecho devuelve la compra». Un símbolo y un termómetro de la España moderna.
Su trabajo, la tienda
Isidoro Álvarez huyó siempre de la notoriedad, del público; su trabajo era en la tienda, se decía tendero, su negocio era el comercio. Cuando tuvo que intervenir en público con motivo de algún premio que no pudo esquivar, lo hizo a la fuerza, con palabras de comerciante sin pretensiones. Lo suyo era atender el negocio: estar encima, proponer nuevos formatos, gestionar costes y compras, vigilar la ortodoxia del balance, no dejarse llevar por fenómenos pasajeros, mantener la independencia y evitar problemas que suele ser el camino más barato y eficaz para resolverlos. Uno de los signos distintivos de su estilo tiene que ver con la austeridad personal y corporativa; el cuartel general en la calle Hermosilla de Madrid impresiona por su modestia, ni el menor lujo ni un espacio desperdiciado.
Recientemente le preocupó recomponer la estructura financiera y societaria del Grupo, el papel de la Fundación Areces que es titular del porcentaje mayor del capital de El Corte Inglés, modernizar la gobernanza. Para eso buscó la ayuda de Manuel Pizarro, buen jurista y financiero experimentado y prudente. En esas estaba cuando le sorprendió el pasado lunes una insuficiencia respiratoria que no ha podido superar, justo quince después de presidir la tradicional Junta general el último domingo de agosto.
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