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irlanda, provincia de la troika (I)

La mirada exterior del nuevo milagro irlandés

Con este reportaje sobre la externalización de la economía irlandesa, ABC inicia un repaso a la expectativa del gobierno de Dublín de salir del agujero este año, bajo la batuta de la troika

La mirada exterior del nuevo milagro irlandés efe

borja bergareche

«Tenemos una historia bastante buena que contar», explicaba en Dublín la semana pasada, confiado, el ministro de Finanzas irlandés a un grupo de periodistas extranjeros. Irlanda se ha marcado como objetivo volver a financiarse en los mercados de deuda a principios de 2014. Desde que el capital europeo y del Fondo Monetario Internacional acudieran en su auxilio desde el colapso bancario irlandés en 2008 –incluido un rescate soberano de 85.000 millones en noviembre de 2010-, la economía irlandesa se ha dejado por el camino el 16% de su PIB debido al abrazo asfixiante de las medidas de ajuste exigidas por la llamada troika, compuesta por el Banco Central Europeo (BCE), la Comisión Europea y el FMI.

Las exportaciones irlandesas suponen el 106% del PIB, por un 30% en España

Este brutal proceso de consolidación fiscal se comerá en casi una década hasta un 20% de la economía irlandesa, a la que le han marcado como tarea alcanzar un nivel de déficit del 3% en 2015 (el objetivo para 2012 era del 8,6%, aunque se quedará por debajo del 8%) y estabilizar su deuda pública en el 120% del PIB en 2014. En este camino, Irlanda cuenta con una sola baza para liberarse del mortífero balón de oxígeno financiero recibido: la orientación al exterior de su economía.

El peso de las exportaciones, su gran motor económico, es del 106% del PIB, frente al 30% en el caso español. Irlanda es el segundo mayor exportador de software del mundo, y el quinto de carne. Y su apertura a la inversión extranjera es fruto de una tenaz estrategia-país desarrollada durante años. La agencia de desarrollo irlandesa ( IDA por sus siglas inglesas) fue al encuentro de Zynga, la conocida empresa de videojuegos, cuando solo tenían 4 empleados en Mountain View (California). Hoy tienen 1.700, la mayoría en suelo irlandés.

Multinacionales, las joyas de la corona

Irlanda alberga, de hecho, a tres de las cinco mayores empresas de juegos del mundo, nueve de las diez mayores farmacéuticas y ocho de las diez mayores compañías tecnológicas del mundo (Google, Dell, IBM, Intel, Amazon, Microsoft, Apple o Paypal tienen parte de sus operaciones en este país). Incluida Dropbox, última gran batalla entre agencias «caza-inversiones» de todo el mundo. Al final, en el caso del conocido sistema de intercambio de archivos, Dublín se llevó el gato al agua. Dropbox duplica ahora su volumen de negocio cada siete meses.

Las multinacionales generan el 15% del empleo y el 80% de las exportaciones

Solo en 2012 se instalaron 65 nuevas empresas internacionales. Un aluvión de inversión extranjera directa proveniente de EE.UU. en un 72% del total, por solo un 15-18% proveniente de la UE. Así, las multinacionales son las joyas de la corona de esta pequeña república en apuros. Suponen dos tercios de la base del impuesto de sociedades. Dan trabajo directo a más de 120.000 personas, unas 300.000 sumando empleos indirectos, lo que les convierte en responsables de uno de cada siete empleos (el 15%).

En el frente exterior, el 8o% de las exportaciones de bienes y servicios pasan por estas multinacionales, según cifras de Enterprise Ireland , la agencia gubernamental encargada de apoyar la externalización de las empresas irlandesas. Las exportaciones irlandesas superan a las de India y Suecia juntas, y son superiores a las de países como Australia, Brasil y Dinamarca, con Estados Unidos y el Reino Unido como principales destinos.

¿Y cuál es el secreto irlandés? Las autoridades irlandesas insisten en mencionar su mano de obra cualificada y cosmopolita –el 17% de la población ha nacido fuera de la isla– entre los motivos de su atractivo, pero es inevitable citar un impuesto de sociedades del 12,5% como anzuelo para grandes corporaciones. «Si no quieres impuestos te vas a Luxemburgo, Suiza, Holanda o Singapur», protesta Barry O’Leary, consejero delegado de la IDA.

Según explica, una multinacional valora hasta quince criterios a la hora de decidir el destino de una inversión. Los cinco principales serían, en este orden según este influyente veterano de la industria farmacéutica, el talento disponible, unos buenos antecedentes, la fiscalidad –«y miran no solo los tipos, sino la claridad y transparencia del sistema tributario», dice-, la tecnología disponible y el nivel educativo de la población laboral. En el caso de Irlanda, la pertenencia a un mercado comunitario de 500 millones de consumidores y el dominio del inglés puntúan alto.

En general, O’Leary explica que «no hay bala de plata». «En el caso de Irlanda, creemos que nos diferencia la concentración de cuota de mercado en cinco sectores, las tecnologías de la información, la alimentación, la ingeniería y las renovables, la industria de los contenidos y las finanzas», analiza. Y no bajan la guardia un minuto en revisar su estrategia ante la competencia de países como Reino Unido, Holanda o Bélgica, sus grandes competidores por la inversión extranjera.

El peligro de una economía a dos velocidades

En general, el tejido económico irlandés rechaza que el indiscutible atractivo fiscal del país lo explique todo. Es verdad que Irlanda obtiene el 2,8% de su PIB del impuesto de sociedades, por una media en la UE del 2,6%, y un 3,1% del PIB en el caso del Reino Unido. O’Leary reitera además que es necesario diferenciar entre tipos nominales y efectivos, y recuerda que el propio Tribunal de Casación francés concluyó que, en Francia, con un tipo nominal para el impuesto que graba los beneficios de las empresas del 34%, el nivel efectivo es del 8%. En Irlanda, el tipo efectivo es del 11,8%, muy cercano al 12,5% nominal.

Sean Murphy, vicepresidente de las Cámaras de Comercio irlandesas, insiste en destacar «la apertura de la economía y la presencia de una mano de obra cualificada, tecnificada y global». En efecto, numerosos rankings de los mejores lugares para hacer negocios sitúan a Irlanda en cabeza. Pero el horizonte no está todavía despejado. Preocupa sobre todo el estancamiento de la demanda interna irlandesa, que se ha desplomado ya un 25%, la incertidumbre sobre la marcha de algunos de sus grandes clientes, como Reino Unido o la zona euro y, en el caso de las multinacionales, «la escasa oferta de espacio de oficinas, sobre todo en Dublín», según Murphy.

«Somos dos economías en una, la doméstica está plana, y la exportadora boyante»

El dinamismo exterior y atractivo para la inversión de la economía irlandesa dibuja, en realidad, una preocupante fotografía de una Irlanda a dos velocidades. Así lo reconoce el ministro de Gasto Público, Brendan Howlin: «Somos dos economías en una, una economía doméstica plana, y una pujante economía exportadora». Una realidad dual que preocupa especialmente a las cámaras de comercio, conscientes del sufrimiento que atraviesa el grueso de las empresas nacionales, no orientadas a la exportación.

«A pesar de todo el discurso gubernamental sobre la fortaleza de nuestras exportaciones, la internacionalización de nuestras pymes es peor que la de países como Bélgica», advierte Murphy. La «historia» irlandesa quizás no sea todo lo buena que desea el titular de Finanzas Noonan.

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