entrevista
Josép Piqué: «No nos podemos permitir el lujo frívolo de una consulta soberanista»
El exministro y presidente de Vueling y el Círculo de Economía asegura que «la percepción injusta de que quienes piden los sacrificios no están a la altura es demoledora» y defiende que «el ajuste duro en Iberia es imprescindible»

Fue tres veces ministro con José María Aznar, uno de sus hombres fuertes, todo un animal político que lo dejó todo por el mundo de la empresa. Presidente de Vueling y del Círculo de Economía, su nombre suena ahora con fuerza para llevar las riendas de la nueva Iberia.
-¿Hasta dónde cree que llegará Artur Mas en Cataluña?
-La consulta soberanista, tal y como está planteada, es imposible. No es admisible que en un Estado de Derecho y en un Estado democrático alguien se pueda permitir el lujo frívolo e irresponsable de decir que se van a hacer determinadas cosas, lo diga o no la Constitución. Eso no es admisible. Sí lo es abrir un proceso de diálogo, que parece razonable pedir en busca de un pacto de convivencia en común.
-¿Hay otra opción que modificar la financiación?
-Llevamos seis. Por lo tanto, estamos ante un caso de sentido común. Y habrá que hacerlo con una mentalidad de eficicacia y de intereses de los ciudadanos en lugar de atender a la mera redistribución del poder político y de los sentimientos. Mientras las comunidades tengan contraídas constitucionalmente competencias es nuestra obligación que se puedan financiar correctamente, a no ser que queramos condenarlas a déficit crónicos.
-Reducir gastos parece ineludible...
-Otra cosa es que evitemos duplicidades, pongamos disciplina en gastos absurdos.
-¿Qué ambiente percibe en el empresariado catalán?
-De enorme preocupación. Las pequeñas empresas, cuyo negocio se circunscribe a Cataluña, no ven con excesiva preocupación lo que está sucediendo, pero para las empresas que tienen su mercado más allá del catalán y del mercado español, y que son el grueso de la capacidad de producción de Cataluña, cualquier estrategia de ruptura les resulta inquietante. Estoy pensando no solo en las grandes empresas industriales, también en las entidades financieras. Hay enorme preocupación que se expresa en privado y prudencia cuando se expresa en el ámbito público. Lo que pedimos todos, ahora hablo en calidad del presidente del Círculo de Economía, es que no se nos embarque en callejones sin salida y se nos precipite al abismo, que haya diálogo, sentido de la responsabilidad y que se sepa que lo que está en juego es muy serio.
-¿Qué opina de la crisis institucional que sufre España y la desafección de la sociedad respecto a los políticos?
-Vayamos por partes. Es verdad que la combinación de la situación económica y social es muy grave. El presidente recordó en el Debate sobre el Estado de la Nación que tenemos prácticamente 6 millones de parados, según la EPA, cinco millones de parados registrados, una tasa de desempleo juvenil inasumible, que ronda el 56% y una bajada de salarios reales que, en términos macroeconómicos, tiene un impacto positivo sobre la competitividad, pero que está castigando el consumo, y pesa como una losa sobre el ahorro de las familias, en el nivel más bajo que conocemos... Y se han pedido enormes sacrificios a la clase media, que es sobre la que descansa la carga impositiva. La combinación de esa situación con la percepción muy injusta de que quienes piden esos sacrificios no están a la altura de las circunstancias, es demoledora y genera desánimo e indignación.
-¿Teme una explosión social?
- De momento está contenida pero el mundo de la redes sociales puede provocar una movilización sin cauces institucionales reconocidos de consecuencias dramáticas. Mi preocupación es muy profunda, porque en paralelo hay un deterioro institucional de nuestras instituciones, de la más alta a la más baja.
-En ese contexto de crisis política y económica, pedir la dimisión del presidente ¿en qué ayuda?
-En términos institucionales me parece fuera de lugar pedir la dimisión del presidente del Gobierno a un año de elecciones, que han sido ganadas por mayoría absoluta. Pero no es la primera vez, sucedió con Felipe González, pero fue tras 13 años de Gobierno, ya sin mayoría absoluta y una sucesión de problemas, no solo de corrupción sino de guerra sucia contra el terrorismo. No son las mismas circunstancias y es un error.
-El escenario más inmediato...
-La situación social va a empeorar, porque este año va a seguir creciendo el paro y bajando los salarios, no habrá posibilidad de bajar los impuestos y el proceso de consolidación fiscal todavía es muy difícil. No queda tiempo para digerir los desequilibrios producidos durante los años de euforia y los primeros años de la crisis, reflejados en los niveles de endeudamiento de la economía del sector público, privado y del financiero. Y hay que seguir pagando la deuda exterior, lo que está en la base de la desconfianza de la economía.
-Siempre nos quedará el sector exterior...
-Es muy probable que 2012 refleje prácticamente un equilibrio en el déficit por cuenta corriente y un déficit de balanza comercial muy reducido, con una tasa de cobertura que puede estar en torno al 85%. Esto refleja varias cosas. Que se está haciendo el ajuste y ya no tenemos necesidad de financiación exterior, pero que tenemos que seguir pagando lo que debemos, pero ya no pagamos más en términos netos, lo que es un buen punto de partida para la recuperación. Y eso es resultado, por una parte, de un esfuerzo de productividad e incremento de competitividad de parte importante del tejido productivo, que siempre ha mantenido las exportaciones. Y por ello las exportaciones, como además hay una fuerte atonía de la demanda interna, se están comportando muy bien. Todo esto nos señala el camino de salida que, por otro lado, siempre ha venido por el sector exterior. La diferencia es que antes se hacía mediante una devaluación de la moneda, y ahora mediante una devaluación interna, empobreciéndonos.
-Esta devaluación también está permitiendo la llegada de fuertes inversiones...
-La caída de los salarios reales y los márgenes empresariales está permitiendo que aumente la productividad, la competitividad y las inversiones y que la evolución de los costes laborales unitarios sea buena. Sin olvidar las mayores dosis de flexibilidad que está permitiendo la reforma laboral, que está atrayendo importantes inversiones, sobre todo en el sector automovilístico. Ahora bien, el Gobierno tiene que seguir con el proceso de consolidación fiscal y profundizar en las reformas. Es el único camino.
-¿Qué le parece el plan de estímulo aprobado por el Gobierno?
-Está orientado al grave problema del desempleo juvenil y esperemos que el Gobierno acierte. De momento, hay que ser conscientes de que el camino trazado este año será igual de duro que el anterior y aunque se produzca un punto de inflexión en el último trimestre no veremos recuperación del empleo hasta bien entrado 2014.
-Mariano Rajoy anunciaba esta semana que el déficit de 2012 había quedado por debajo del 7%.
-Si se confirma, sería un buen dato. Con una caída del PIB del 1,4% y de la demanda interna del entorno del 4%, reducir casi dos puntos el déficit respecto al año anterior supone un esfuerzo que, bien es cierto, descansa en los sacrificios que se le ha pedido al sector privado. Por un lado, la subida de impuestos y, por otro, los recortes lineales en los ministerios. Y sobre todo la caída drástica de las inversiones y del apoyo al I+D+i. Hay que solicitarle al Gobierno que ahora es muy importante la reestructuración del sector público.
-Cambiando de tema, ¿tras el conflicto vendrá la calma en Iberia?
-La situación de la compañía es muy delicada. El ajuste duro es imprescindible y lo deseable es hacerlo de forma negociada con los sindicatos, que deben asumir que es lo que hace falta. Otras compañías similares a Iberia ya lo han hecho, o lo están haciendo, e Ibería no ha hecho nada aún. Espero que el mediador que ha sido consensuado por las partes pueda llegar a proponer un acuerdo. Si no es así el Gobierno emitirá un laudo, aunque espero que no lleguemos a ese punto.
-¿Hay riesgo de quiebra?
-Hay que tener cuidado porque se está poniendo en juego la supervivencia de la compañía. No solo estamos hablando de pérdidas, que superan el millón y medio diario, sino de unas pérdidas derivadas de la huelga que algunos cifran en 6 millones. Es inasumible y pueden hacer quebrar la compañía.
-Asegurar un plan de viabilidad para la marca parece clave...
-Sin duda. Está en la mente de todos, y, por supuesto, en la de los gestores de Iberia. No se hace un ajuste pensando solo en el día de mañana. Es necesaria una visión estratégica y un posicionamiento de la compañía en un escenario distinto al actual. Han aparecido nuevos actores en el mundo del corto y medio radio -las compañías «low cost»-, con una estructura de costes más competitiva, y están apareciendo actores a nivel global. Hay que adaptarse a los nuevos tiempos.
-Algunos le sitúan al frente de Iberia.
-Llevo una temporada que los rumores me ponen al frente de todo. Espero que el conflicto se solucione y que los actuales gestores, que además son buenos, sigan al frente de Iberia.
-Entonces, ¿no se ve al frente de la Iberia del futuro?
-Estoy bien en Vueling. Ahora pendiente de la evolución de nuestra OPA.
-¿Es recomendable que intervenga el Gobierno en el conflicto?
-Una cosa es que el Gobierno pretenda interferir, que no lo hace, en las decisiones de una compañía privada, aunque en este caso es accionista de Iberia. Un Gobierno responsable no puede permitir que el tráfico aéreo de España esté colapsado.
-¿Cómo afecta el conflicto de Iberia a Vueling?
-Los servicios de mantenimiento y handling dependen de filiales de Iberia. Y en la medida en que ellas también están con servicios mínimos, Vueling tiene que cancelar vuelos.
-Vueling es sinónimo de buena gestión. ¿El modelo es extrapolable a Iberia?
-Vueling es una compañía joven, que no tiene ni la trayectoria ni el pasado de Iberia. En todo caso, es verdad que Vueling es la historia de un éxito. Esta semana haremos públicos los resultados del año, no podemos anticiparlos, porque hay que comunicarlos primero a la CNMV, pero sí puedo avanzar que van a ser mejores que el año anterior. Vamos a cumplir el cuarto año con beneficios; en un sector tan complicado como el aéreo es alentador.
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