GOLF
Un ángel de la guarda de 102 años para ganar un Open Británico
Mo Martin conquista su primer grande en memoria de su abuelo Lincoln, fallecido el pasado mes de marzo

La vencedora del Open Británico , Mo Martin, no entraba en las apuestas para llevarse el tofeo en Royal Birkdale . Partía como número 99 del mundo y unas estadísticas pobres en distancia. Sin embargo, se manejó como ninguna en este «links» de Southport y fue la única en bajar del par. Reconoce que se vio inspirada por la ayuda de su abuelo desde el cielo.
Hasta ayer, esta californiana de 31 años no había ganado ningún torneo en el LPGA Tour . Y tampoco había logrado un «eagle» en toda la temporada. Mas el último hoyo del torneo le cambió la vida. Se trata de un par cinco, batido por el viento y con peligros por doquier. De salida hay que evitar el «rough», donde lo más fácil es que se enganche el palo, y los «pot bunkers» en los que hay que sacar la bola de lado; luego, lo más conservador es jugar a colocar para afrfontar un «chip» de tercer golpe, pero las más osadas optan por ir directamente a «green». En ese caso, hay que sortear los «bunkers» que lo protegen por el frente y los lados y luego lidiar con un «green» rapidísimo y difícil de leer.
Ante esta perspectiva, sin nada que perder y muy confiada («este campo me enamoró desde el principio, he jugado comodísima toda la semana» reconoció) optó por la épica. Jugó tres golpes perfectos y firmó un «eagle» que dio un vuelco a la clasificación. Se colocó líder en la casa club (-1) y, aunque había tres de las mejores jugadoras del mundo todavía en el campo (Susanne Pettersen, Shanshan Feng e Inbee Park), sabía que lo que acababa de conseguir era muy grande. La tarde no era fácil y en la hora de espera que le quedaba podían pasar aún muchas cosas.
Las tres figuras no consiguieron bajar del par y al final la estadounidense fue la ganadora. «Me encanta jugar con viento _declaró_ de hecho mi primer triunfo profesional (en El Paso, en el Symetra Tour) fue con rachas de 70 km/h. Sabía que las demás lo iban a tener difícil y debía arriesgar. Afortunadamente me salió bien la jugada.» Lo más increíble, es que pese a su relativa inexperiencia (éste es su tercer año en el LPGA, después de ser debutante del año 2012) mostró una tranquilidad pasmosa. «Sabía que mi abuelo Lincoln me estaba apoyando desde el cielo. Estaba muy unida a él y le debía una victoria.»
La historia de este amor familiar es de lo más curiosa. Mo, que empezó a jugar al golf gracias a un libro que le compró su padre («Las cinco lecciones de Hogan»), no tuvo mucha relación con sus abuelos hasta que éste murió, cuando ella tenía 19 años. «No se llevaban muy bien, pero cuando me quedé sola me acogieron y fueron mi auténtica familia. Me ayudaron a ir a la universidad y les debo mucho. Y luego mi abuelo no dejó de acompañarme a todos mis torneos a pesar de tener ya los cien años cumplidos. Era un personaje adorable, la mejor persona que he conocido. Se lo dedico de corazón.»
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