CICLISMO
José Javierre y Vicente Blanco, «El Cojo», primeros españoles que participaron en el Tour

Hasta 2004 se pensó que el botero vizcaíno Vicente Blanco, apodado «El Cojo» debido a que dos accidentes laborales le dejaron perjudicados ambos pies, había sido el primer corredor español en participar en el Tour de Francia , pero una investigación posterior del semanario belga «Coups de pédales» demostró que, en realidad, ese honor correspondía a José María Javierre , nacido en Jaca en 1888 y emigrado a Francia con su familia tras la muerte de su padre. Javierre se inscribió como Joseph Habierre en la edición de 1909. Que años más tarde consiguiera la nacionalidad francesa ayudó a mantener su origen oculto durante un siglo. Acabó en el puesto 17º de la general. Un año después terminó el 24º y ya no volvió a probar suerte.
«El corredor sale solo a la aventura», leyó en el reglamento del Tour de Francia Vicente Blanco . Enjuto y con bigote, había sido campeón de España de ciclismo el ruta en 1908 y 1909 , así que pensó que podía marcarse nuevos retos. Los ecos que llegaban a aquella España hambrienta y empobrecida de la ronda «matahombres» nacida siete años antes sugerían un mito inalcanzable. «El Cojo» cogió la bicicleta, un zurrón, su maillot de lana y un poco de dinero y se fue pedaleando a París, adonde llegó exhausto el 2 de julio de 1910. Tenía 26 años. Se inscribió en la carrera, que empezaba un día después: 4.737 kilómetros repartidos en 15 etapas. En esta edición se incluyeron por primera vez los cuatro grandes puertos de los Pirineos: Peyresourde, Aspin, Tourmalet y Aubisque.
En aquellos tiempos los recorridos eran brutales. El Tour de 1910 incluyó nueve etapas por encima de los 300 kilómetros. Una de ellas, la Brest-Caen, tenía 424, y fue ganada por el francés Octave Lapize , a la sazón vencedor de la carrera. Lapize vivió un intenso pulso con el luxemburgués François Faber, el campeón de la edición anterior. «El Cojo», nacido en Larrabetzu en 1884, debutó en la Grande Boucle afrontando los 272 kilómetros entre París y Roubaix, un monumento del ciclismo para abrir boca, y logró entrar en el pelotón de cabeza «con aquellas fieras bien alimentadas» , según su propio análisis de la situación. Resistió los 398 kilómetros entre Roubaix y Metz, pero en la tercera etapa, camino de Belfort, dijo basta. Eso sí, regresó a Bilbao como un héroe. Ganó algunas carreras clásicas en el País Vasco, y se retiró del ciclismo profesional en 1913. Murió en Bilbao en 1957.
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