CICLISMO
Otro Indurain en camino

Escondido en Navarra y alejado de la purpurina de la fama, hay un proyecto de campeón grapado a la genética del más grande. No funciona de momento aquel proverbio popular que pregona un cuchillo de palo en casa del herrero. Hay otro Indurain en camino. El hijo del pentacampeón del Tour, Miguel Indurain junior, 17 años , pamplonica como su padre, despunta en bicicleta por las carreteras de la región. Ha salido del cascarón el chaval que, retraído y hermético como su progenitor, convierte sus silencios en un modelo de comportamiento. El pasado sábado el joven aprendiz de ciclista completó la colección que augura un futuro próspero: ganó el campeonato de Navarra de contrarreloj . Hace un mes había vencido en la prueba en línea. Doblete para el primogénito de Indurain.
El día de su retirada del ciclismo, el 2 de enero de 1997 , Miguel Indurain desgranó los motivos del adiós en un hotel de Pamplona en la comparecencia pública más multitudinaria que se recuerda en el deporte español. «Creo que ya le he dedicado el tiempo suficiente al ciclismo de competición y ahora deseo disfrutar de este deporte como afición. En definitiva, y tras meditarlo minuciosamente, pienso que he tomado la mejor decisión para mí y para mi familia. Ellos también me están esperando », dijo entonces. Su hijo Miguel había nacido el invierno anterior, en diciembre de 1995.
Indurain tiene 49 años, tres hijos varones y una vida anclada a la tierra. Estudió mecánica para arreglar los tractores de su padre agricultor, fallecido hace unos inviernos, y se enroló en el Club Ciclista Villavés cuando tenía doce años. Ahora vive en el centro de Pamplona y ha elegido la tradición para su hijo. Lo ha inscrito en el mismo club de la localidad de Villava al amparo de la misma persona que lo formó a él hace casi 40 años, Pepe Barruso.
« Es igual que su padre », cuentan en los ambientes ciclistas de Pamplona. Largas piernas, complexión fuerte, 180 centímetros, talla 56 en el cuadro de la bici y aún sin una formación muscular definitiva. Indurain padre aprendió en la factoría Banesto a crecer sin prisas (ganó su primer Tour con 27 años) y lo aplica a su retoño.
Indurain junior emite signos de evidente semejanza a su padre. El chaval se entrena todos los miércoles con la selección de Navarra y unas semanas atrás el director deportivo puso a prueba al grupo de ciclistas. Los llevó al puerto de Madoz, treinta kilómetros al noroeste de Pamplona, para realizar escalada en dúos. Un corredor fuerte junto a uno débil para encontrar entre ambos un ritmo uniforme de subida. Indurain era la pata robusta y su compañero palideció al primer arreón. «Le podía haber sacado 50 metros en un par de segundos», cuentan los otros corredores. Indurain animó a su colega, rebajó su ritmo y no hizo el típico alarde globero: acelerar y mirar de reojo al colgado para decretar su superioridad. El técnico llamó la atención a Indurain por su exceso de generosidad y se encontró con la respuesta que hubiera dado el padre campeón: «Somos compañeros en los entrenamientos. Ya habrá carreras para competir».
Un altruismo que enaltece al protagonista y su educación familiar en estos tiempos de ambición y vanidades. « Indurain era ganar y dejar ganar» , resume Perico Delgado.
El hijo lleva la misma ruta. Discreto, sencillo y austero como su padre. A Indurain es fácil encontrarlo por las calles de Pamplona haciendo recados en su mountain-bike . A su primogénito tampoco le gusta llamar la atención. «¿Por qué no sales con una cabra (bici aerodinámica especial)?», le sugirieron antes del pasado sábado, en la contrarreloj del campeonato de Navarra que ganó. «Seguro que tu padre te consigue una», le apostillaron. «Se notaría mucho que soy hijo de quien soy y no me gusta que hablen de mí», contestó el pequeño Indurain.
La selección navarra se prepara cada semana en un punto de la región. El velódromo de Tafalla, 35 kilómetros al sur, y el pueblo de Irurzun, 20 al norte. Todos los padres llevan a sus hijos a los entrenamientos. Esperan en algún bar y los devuelven a casa cuando cae la noche. Todos, menos los Indurain. El joven Miguel recorre las distancias en bici a la casa familiar en Pamplona. « ¿Pero tú no tienes padre? », le suelen bromear al chaval, que siempre replica desde la humildad. «Pero si no me cuesta nada llegar hasta aquí».
Noticias relacionadas
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete