libros y deporte
La soledad incomprendida de Robert Enke
En un bellísimo ejercicio de emoción y rigor periodístico, Ronald Reng plasma en «Una vida demasiado corta» la lucha personal de Robert Enke hasta que escribió su final a los 32 años

Nunca se sabrá la verdadera razón o razones que empujaron a Robert Enke hacia el tren. Nunca porque ni siquiera el propio Enke se explicaba su situación. Ronald Reng , periodista deportivo y sobre todo amigo de Enke, se aproxima a la vida del guardameta alemán en un intento de encontrar una puerta que explique lo inexplicable . Aunque el autor es consciente de que no será capaz, sí acerca al lector la vida de un joven que pudo comerse el mundo y fue su mundo quien terminó con él.
«Una vida demasiado corta» (Contra) es un libro que habla sobre fútbol, sobre la emoción de las victorias que se convierten en derrotas. Es la biografía de un deportista, con todos los adjetivos que se encierran en un hombre dedicado al fútbol desde su infancia. Pero más allá del deporte, «Una vida demasiado corta» habla precisamente de eso, de vida. De una vida arrastrada por una enfermedad que atemoriza, del que todo el mundo habla, pero de la que casi nadie sabe. Tampoco el autor, pero poco importa porque sí conoció al protagonista, hasta el punto de elaborar un extraordinario retrato iluminado por quienes le conocieron o creyeron hacerlo.
Una lectura que el lector no quiere que se acabe nunca. Porque sabe cómo termina y aún así, siente el miedo y la angustia en cada línea , buscando en cada renglón una vuelta a la normalidad y a la vida que evite el final que ya sabe. Y porque la literatura que le acompaña rodea su lectura de un aura de belleza cruel intangible, dejando un poso dulce tras cada sonrisa y uno amargo después de cada miedo. Más allá de la última página, Reng y Enke continúan en la mente del lector, como un recuerdo sentimental en la piel . «Una vida demasiado corta» desentraña todo lo mejor que puede el autor los intrincados y dificilísimos pensamientos que cruzan la mente de Robert Enke, portero de la selección alemana a quien el brillo del triunfo solo le trajo oscuridad.
Imposible en esta reseña describir la potencia de los buenos momentos de Enke, y la angustia de sus peores días que se condensan en 430 páginas de obligatoria lectura para quienes, seguidores o no del fútbol, quieran acercarse a un texto tan pulcro en las formas como inmisericorde en el fondo . Porque el lector trata en vano de descifrar el código que leía el portero alemán y que le hacía ver en su aparente vida perfecta solo un final feliz, el suicidio.
Cuando levantarse de la cama se torna una lucha homérica, una operación que requiere de toda la energía de la que carece ese cuerpo enfermo; cuando las decisiones las toma la enfermedad, ausente en ese momento la personalidad y cualquier rastro de «humanidad» del enfermo, apenas un cuerpo sin control que deambula acosado por sus propios pensamientos , siempre nocivos, dañinos y autodestructivos. Imposible arañar siquiera la superficie del desconcierto en el que se encontraba Enke. Pero donde las palabras no alcanzan, llega Ronald Reng, que traduce los sentimientos, propios y de quienes le conocieron, en una escritura intencionadamente objetiva, de la que se escapan destellos de emoción incontenibles . El periodista exprime de forma cruel y bella, siempre honesta, las circunstancias de esa enfermedad que absorbe cualquier rastro de vida, los acontecimientos, neutrales o incluso alegres y positivos, que persiguieron a Robert Enke a quien los comentarios ajenos encumbraron y hundieron por igual.
¿Cómo explicar a quien no lo sufre ni puede siquiera acercarse a su sentir que el mero acto de salir a la calle puede suponer una prueba insalvable de valor? ¿Cómo explicar que cualquier elogio suena insulto dentro de la cabeza? ¿Cómo explicar que llegar más arriba y más rápido no conlleva necesariamente algo bueno? Juntos de la mano, portero y periodista detallan con humana crudeza sus vaivenes personales. El inicio de su carrera, Teresa, los primeros nervios, los primeros miedos, los segundos anhelos, Lisboa, su amistad, Frank de Boer, Lara, Turquía de ida y vuelta... Retazos de una vida incompleta en la que ambos intentaron hallar un consuelo en la intrincada búsqueda de la explicación. Quizá, entendiéndose, Enke pudiera haber cambiado el rumbo. Quizá, entendiéndolo, el periodista -y todos los que sufieron su pérdida- pudo haber cambiado el rumbo. Quizá «Una vida demasiado corta» ayude a comprender mejor esta enfermedad que no distingue edades, profesiones o nacionalidades. Quizás que se desdibujan en el mismo instante en el que el joven guardameta alemán aguardó para saltar delante de su último tren. Y sin quizá, «Una vida demasiado corta», lectura imprescindible.
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