El toreo de Fandiño, en los ojos más puros
El I Encuentro Fandiñista congrega a fieles de toda España y Francia
«¡Mira, ese coche azul tan grande es el de Iván (Fandiño), que es rico!», espeta Gabriel mientras su mirada inquieta atraviesa la alambrada que nos separa del ganado bravo. «Va a torear todo porque es el mejor», continúa este infante de tres años , sobrino del ganadero Álvaro Polo, donde se celebró el I Encuentro Fandiñista. Más de veinte seguidores se citaron en la finca alcarreña «El Espartal» para sentir de cerca al ídolo, al torero y al hombre.
Gabriel avanza por el camino de tierra hacia la plaza de tientas, donde apuesta por la vaca «ganadora» mientras el sueño viaja en el tranvía de su inocencia. No falla: la tercera, a la que bautiza como «Oh», sobresale entre otras dos de nota, «Amapola» y «Margarita», nombres con la oficialidad del ingenio del chaval. Sus ojos de brillo picassiano se imantan desde primera hora al capote y la muleta de Fandiño. Seducido por el aroma y el color de la faena, el niño con honores de arcángel devora los muletazos al compás que los explica con su lengua vivaz: «Es más valiente que ninguno. Además, como le dé miedo, le metemos en una jaula» , dispara su imaginación.
No habrá «prisión» para su héroe, que cuaja a la perfección al lote, con poso, reposo y gusto, con los ingredientes que le piden y que brinda. Sensibilidad y quebranto como dueño absoluto de la escena. Desde lo alto de chiqueros y entre algún escarceo, Gabriel contempla con admiración a su «amigo», que lo invita a torear. Pierde pasos el pequeño al compás que exclama: «¡Iván, que yo quiero ser ganadero y no torero!». Vuelve a primera línea de «barrera" mientras el vasco inventa un final de maravillas, que provocan el «olé» del niño a la par que capta una foto con un iphone. La mirada más pura, en conexión con la pureza del toreo, de esa tauromaquia fandiñista que ahondaba en la libertad del campo en su propia identidad.
Entre acto y acto, ilusionan dos aspirantes a toreros, Juan y Ricardo, que ensayan su concepto entre lecciones de látigo y seda del maestro para pulir defectos y avanzar.
«A mí me gusta Iván», insiste Gabriel en los terrenos que un día gobernará . Hasta ellos llegaron fans de todos los rincones de España. Incluso una partidaria francesa, Celine, que voló desde Marsella a Madrid para disfrutar de una jornada «inolvidable y mágica». «Pour moi c'est Noel avant Noel». El fandiñismo avanza por el mundo como herencia de la tierra.
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