La inagotable batuta de Gergiev frente a la «inmortalidad» de Mahler
El director ruso, al frente de la Orquesta del Mariinsky, cierra esta tarde en el Auditorio Nacional su gira por España con la «Novena sinfonía»

La capacidad de trabajo de Valery Gergiev ( 1953) es inagotable. Según las estadísticas recogidas por la web Bachtrack, el director de orquesta ruso es el más conciertos ofreció durante el pasado año. Basta ver su agenda, para comprobar su ajetreada actividad, bien al frente de la Orquesta del Mariinsky, como de la Sinfónica de Londres, de la de Rotterdam, en el foso del Metropolitan o al frente de alguna de las más importantes agrupaciones del mundo.
Si el pasado viernes participaba en la inauguración de los Juegos de Invierno que se celebran en Sochi (en los que portó la bandera olímpica), comenzaba esta semana en Barcelona y tiene previsto concluirla en París -tras pasar por Valencia, Madrid y Andorra-, donde ofrecerá tres conciertos (16, 17 y 18) en la sala Pleyel de la capital francesa.
Esto es solo un pequeño ejemplo de la capacidad de un maestro considerado por muchos como el héroe que logró detener la decadencia del Teatro Kirov (rebautizado como Mariinsky en 1992), debido a su compromiso personal y profesional. Un trabajo que ha convertido en la actualidad a la institución en faro de la cultura rusa y en una importante referencia internacional (gracias también a su expansión, a la que contribuyó la inauguración en mayo pasado de un segundo teatro de ópera, equipado con la más moderna tecnología).
Es con la orquesta de este teatro, de la que es director titular y artístico desde 1988 (asumió la dirección general del teatro en 1996) con la que se encuentra estos días de gira por España. Una gira que concluye esta tarde en el Auditorio Nacional , en una cita que se enmarca dentro de la segunda temporada de La Filarmónica Sociedad de Conciertos.
Mahler, compañero de viaje
En el atril, Gergiev colocará a uno de los compositores que le han marcado más y le han acompañado a lo largo de su trayectoria, Gustav Mahler. No en vano ha grabado la integral de sus sinfonías tanto con la Orquesta Sinfónica del Mariinsky como con la Sinfónica de Londres, de la que es director principal desde 2007 (podio que abandonará para asumir en 2015 la titularidad de la Filarmónica de Múnich, relevando a Lorin Maazel).
Será la «Novena» la que suene en esta ocasión. Una «monumental y colorista» partitura, según Gergiev, que es «apreciada por muchos como la mejor composición mahleriana» y que requiere de un gran número de efectivos orquestales. Una obra que para el músico ruso tiene un cierto poso de «inmortalidad», en especial en el último movimiento en el que el compositor bohemio deja entrever su cercano final.
Compuesta entre 1908 y 1909, sería estrenada -de manera póstuma- por Bruno Walter en 1912, un año después de la muerte del compositor. Se cumplía así uno de los peores presagios de Mahler, quien sintió siempre cierta superstición a la hora de escribrir una novena sinfonía. Un número trágico para otros compositores, como Beethoven, Schubert y Bruckner, fallecidos poco después de completar sus novenas. Mahler llegó incluso a referirse a «La canción de la tierra» como una sinfonía, aunque sin numerarla, para salvar así ese temor. La superstición se cumplió y Mahler no llegaría nunca a concluir su «Décima sinfonía».
El programa de esta tarde lo completa el preludio del tercer acto y encantamiento del viernes santo, de «Parsifal», de Wagner.
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