30 euros
Teatro Real, una noche entre bambalinas
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Acaba de terminar la función de «L’elisir d’amore» en el Teatro Real , pero para una parte del público el espectáculo continúa. Un pequeño grupo está decidido a traspasar el telón rojo que acaba de caer y sumergirse en la trastienda de este monumental edificio, considerado uno de los más modernos del mundo en lo que a tecnología se refiere. Y nosotros, formamos parte de ese grupo con el que vamos a partir en una de las visitas guiadas nocturnas que desde el pasado 2 de diciembre viene celebrando el coliseo madrileño después de las representaciones.
Una propuesta que se suma a los otros tres tipos de visitas que ya existen: artística, técnica y general. «En esta se combina parte de la visita artística y de la técnica », nos ilustra Mercedes, que nos conducirá a lo largo de este recorrido por las bambalinas del teatro, que durará alrededor de una hora.
Tras el telón
Subimos a la planta segunda, y buscamos el salón Vergara, allí nos vamos congregando poco a poco todos. Nada más entrar al salón rojo nos damos de bruces con una grata sorpresa , un pequeño tentempié -una copa de cava y algunos dulces navideños- como detalle de bienvenida que nos hará más llevadera la intempestiva hora (aunque hoy es algo más pronto, pues la función ha comenzado a las seis de la tarde).
«La lámpara de la sala, de cristal de roca y bronce, pesa 2.400 kilos»Con el ánimo relajado, tras las burbujas, y el estómago aplacado de momento, nos dirigimos a la sala principal, nuestra primera parada en esta visita y quizá la menos sorprendente pues hace escasos minutos estábamos sentados en ella. Sobre el escenario , trabajan los operarios recogiendo la escenografía para la siguiente representación. Mercedes nos ilustra sobre las dimensiones del escenario, las característica de la impresionante lámpara , «que está realizada en cristal de roca y bronce, pesa 2.400 kilos y está formada por 300 bombillas».
De ahí, nos dirigimos a los camerinos, uno de los lugares que levanta más curiosidad entre los melómanos y los mitómanos. «Y tienen su ducha y su baño», comenta una señora. Los que tienen más suerte se tropiezan con el tenor Celso Albelo , que acaba de interpretar a Nemorino en la ópera de Donizetti , y le piden un autógrafo.
Muy cerquita se encuentran los puertas que dan acceso al escenario, «que tiene 600 metros cuadrados». De ahí, subimos a la planta novena, no apta para aquellos que padecen de vértigo, donde se pueden ver el sistema de varas que sujeta los telones, los focos... Y después bajamos a la menos cinco , donde nos situamos por debajo del escenario y del patio de butacas. «¿Es aquí donde cabe el edificio de la Telefónica?», pregunta una señora. Y Mercedes asiente, mientras nos va contando cómo se financia el teatro, cuál es el presupuesto del próximo año.. .
Donde se crea la magia
Y llegamos a una zona que es el deleite de muchos: sastrería, maquillaje y peluquería. «¿Y esos no serán los trajes de “Tristán e Isolda”?», alguien bromea. «No, son de “Lohengrin”», la tranquilizan-. Allí podemos ver cómo se realiza una peluca y nos relatan algunas anécdotas de los divos. La sala de ensayo del ballet y la de la orquesta son otras paradas antes de dirigirnos a la salida.
Las visitas se celebran todos los días que hay representación, excepto el último día por razones técnicas y de seg uridad. Tampoco se realizarán durante la programación de títulos como «Tristán e Isolda» y «Lohengrin», por su duración. En cuanto al precio, 30 euros por barba , que brindan la oportunidad de conocer la otra cara de la ópera, donde se crea -o no- parte de su magia.
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