música
Javier Bergia: «A todos nos gustan las angulas pero hay que tener sentido común»
El cantautor presenta su disco número 13 «Punto y a parte» con una gran carga social pero manteniendo su estilo de siempre

Javier Bergia ya ha superado los cincuenta y, con la experiencia que dan más de 30 años en la música, saca su disco décimotercero, «Punto y Aparte» , su álbum «de madurez» en el que la crítica social se une a la influencia de la música folk y los instrumentos étnicos, sobretodo en su primer single: «Silencio» . El cantautor por excelencia de los ochenta sigue con la misma fuerza de siempre, y «como ya ha ganado lo que tenía que ganar», haciendo las canciones que más le apetecen y le salen del alma.
-Este es su disco número 13, al que ha titulado «Punto y Aparte», ¿Que queda del Javier Bergia de los ochenta en este álbum?
-En cuanto a la temática creo que este es un disco de madurez, el primero más allá de la ralla de los cincuenta. Se llama «Punto y Aparte» aunque realmente es «y seguido». He hecho una pequeña parada en el tiempo, me he dado la vuelta antes de grabarlo, no sin cierta nostalgia, y he hecho un ejercicio de memoria para aprender de las experiencias. En cierto modo, en ese mirar hacia atrás, también he visto a todos los amigos que se han ido quedando por el camino y todo esto me ha ayudado mucho a la hora de producir este álbum. Pero ahora, tras terminarlo, vuelvo a mirar hacia delante y me doy cuenta de que, de alguna manera, este disco representa, con optimismo, una mirada hacia el futuro (a pesar de la que nos está cayendo). En cambio, en lo musical sigo mi hilo conductor, que son las influencias de los ambientes folk de la música americana fusionadas con instrumentos étnicos.
-¿Y en lo referente a lo poético?
-Pues sigo explorando ese mundo interior que, aunque no me atormenta, es la fuente de inspiración de mis letras. Siempre he sido una persona muy observadora y este disco refleja un poco esa meditación del entorno. Para bien o para mal, un análisis de este mundo terrible que nos ha tocado vivir.
-Parece que has perdido la esperanza...
-No, no he perdido la esperanza, pero si la fé en la especie humana. Me doy cuenta que lo llevábamos intentando años y años y que no hemos solucionado los grandes problemas que atormentan a la humanidad. Sobretodo el hambre y la pobreza. Es muy decepcionante.
-¿Cree que los cantautores siguen manteniendo ese espíritu de crítica o se han quedado en las canciones románticas?
«Tenemos una oportunidad fabulosa para despestar conciencias»Desde luego creo que ser cantautor es una oportunidad maravillosa, yo me siento cantautor. Es un género que da cabida a ciertos músicos, que, de alguna manera, se mueve en esta cosa que se denomina canción protesta, o canción manifiesta, aunque sin abandonar ese romanticismo que es consustancial al poeta, al músico, y que debería serlo a la especie humana. Nosotros tenemos una oportunidad fabulosa por vivir este momento, tenemos una fuente de suministro enorme, escribir canciones acerca de lo que ocurre y despertar conciencias. La sociedad esta adormecida. Hay una fascinación por el capitalismo horrible, por eso que llaman calidad de vida. Estamos asistiendo a un momento terrible, una corrupción lamentable, bochornosa. La única solución es dejar de lado las ideologías; la única que hay que reivindicar es la ideología de la razón y recuperar los valores fundamentales de la humanidad.
Crítica social
-En una de las canciones de su disco habla del silencio, ¿más que silencio, no cree que es una actitud egoísta lo que impera en la sociedad?
-Pues sí, es terrible. Enciendo el telediario para ver como está el mundo y veo a una niña aterrorizada después de un viaje en patera. ¿Pero cómo es posible?. Una oleada de gente que está saliendo de sus países por la fascinación del capitalismo de este «primer mundo», de esta vieja Europa cuyo sistema se está desmoronando por completo... Al final todos sabemos quién gobierna el mundo. Hasta que no consigamos que impere la razón no seremos capaces de ser sensibles con este planeta. Yo ya paso de ideologías, es algo del siglo pasado. Yo, desde luego, estoy más por la labor de reinvidicar el sentido común.
-Le llaman, cariñosamente, «El secreto mejor guardado de la canción española» y «El representante de los cantaurotores de los 80»...
-Bueno, con respecto a ser el representante, probablemente es porque en mi generación hubo muy pocos cantautores. Yo siempre he tenido la dignidad de llegar muy pronto o muy tarde a los sitios, nunca he estado en el momento en el que me podía haber convertido en un artista de éxito. Me ha tocado cargar con esto de ser un cantante de culto, que no se sabe si es un castigo en un país en el que si no apareces en televisión, o no estas permanentemente en los medios o apoyado por un grupo de comunicación, no estás.
-¿Qué opina de la situación de la música en vivo, esta desapareciendo?
«El concepto de macrofestival es horrible»-Yo creo que no. La gente la reclama, pero han cambiado los formatos, ahora se llevan los macrofestivalazos . A mí, en cierto modo, algunos me parecen terribles, no son para escuchar música. No te da tiempo a ver una cosa sin perderte otra. Creo que habría que recuperar las distancias cortas, pero es una cuestión cultural, y este es un país bastante más analfabeto de lo que nos podemos imaginar.
-Sus discos tienen más éxito en Argentina o Chile que en España. Usted ha llegado a decir que es porque ellos siguen amando la música, ¿los españoles hemos dejado de amarla?
-Aquí lo que ocurre es que hubo un momento en que se impuso el todo gratis y nos mató. Por otro lado, muchos concejales de cultura tenían un poder desmesurado, como para abrir un cajón y sacar un dinero y contratar a quien quisiesen, y unos criterios muy personales. Esto, a los que nos dedicamos a la música, nos hace convertirnos en funcionarios. La oferta y la demanda están en manos de unas personas con críticos muy subjetivos.
-¿Hay que ser muy valiente para sacar un disco en estos momentos?
-Mucho. En la propia industria, y en todo lo que concierne a la música, hay un cierto canibalismo. Tuvieron unos años gloriosos, en los 70, que se vendían discos por un tubo, ahora es más espectáculo que antes. En internet lo tienes todo, hay una cantidad de oferta enorme y no hay tanta demanda.
«Madrid te devora»
-Tiene cuenta en Twitter desde hace solo unos meses y vive a las afueras de la ciudad, en una casa en el campo...
-Uff... Tengo un miedo atroz. Soy un hombre analógico, vivo en el campo, soy algo hippie. Mi padre era un gran amante del campo y afortunadamente todos los fines de semana nos llevaba y disfrutábamos muchísimo. Es casi una relación de amor. Me llevo muy bien con la naturaleza. Yo ahora voy a Madrid y vuelvo con cierta nostalgia, pero me siento una especie de Paco Martínez Soria paseando por Madrid, un Madrid que te devora y que casi no reconozco. El de mi infancia ha desaparecido, el de las pequeñas tascas con los barras de estaño y ese olor a serrín y pepinillos, ese Madrid de los olores.
-Sus últimos años de carrera los ha pasado junto a Ismael Serrano, que divulga unas letras tan críticas como las suyas ¿Quieren cambiar las cosas apoyándose en su estatus?
«Es indignante el mundo perverso en el que vivimos»-A mí me sale del alma, aunque no sea la intención. También hablo de amor e intento enfriar un poco todo porque si no es un drama tremendo pero, de verdad, me sale del alma. Tengo la oportunidad de cantar ante un público y crear un cierto espíritu de conciencia. Lo que más me interesa es hablar sobre la educación, que para mí es la llave que puede liberarnos de la esclavitud del futuro, y la solidaridad, que es esencial. Es indignante el mundo perverso en el que vivimos y estas dos cosas son fundamentales para que la sociedad cambie. Nosotros que tenemos a gente que nos escucha y que se sienten implicados, por eso tenemos que ser cuidados pero valientes, tenemos la oportunidad de explicarnos y debemos hacerlo. Lo hecho en falta en algunos artistas que no lo han hecho jamás y no lo piensan hacer. La música tiene un poder enorme y hay que aprovecharlo. Ahora van más a lo fácil, a vender discos rápido. A todos nos gustan las angulas, pero hay que tener sentido común.
-Siempre actúa con una guitarra negra, ¿Tiene algún significado?
-Pues es casual. Es una guitarra que me compre en el año 85, que me vendió el batería de los «Eagles». Le conocí en Ibiza unos años antes y me habló de su tienda en la calle 47 en Nueva York. Poco después fui con mi grupo de entonces, Atrium Musicae, según el «New York Times» el mejor grupo de música antigua, a dar unos conciertos, y me pasé por la tienda. Este tipo me regaló una guitarra, «Obation», que había salido hace poco. Paul Smith tenía una igual y a mí me la vio Sabina y el tío se compró otra. Ha sido mi mejor guitarra.
«Autobiografía»
-¿Cantas al futuro o al pasado?
-Yo sigo cantando, siempre con un poquito del sentido del humor en algunas canciones para no dramatizar, haciendo siempre ejercicios de memoria. «El retrato», otra de las canciones de este disco, es una autobiografía con algo de gracia. Pero normalmente habló del presente.
-En estos últimos meses está escuchando música...
-De momento clásica, que para mí es una fuente maravillosa de inspiración. También oigo mucha música de la India y, desde luego, hago una revisión permanente de los setenta, que fueron unos años muy creativos. Yo, afortunadamente, ya me he ganado lo que tenía que ganar, por lo que puedo hacer lo que quiera y no tengo la obligación de «fabricar» canciones para tener éxito. Estoy sentenciado de alguna manera y, con toda la humildad del mundo, el pequeño sello de Bergia, resiste.
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