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Isabel Allende: «Un libro nunca termina, sino que te das por vencido»

La escritora chilena presentó en Madrid su última novela, «El amante japonés», una historia de amor que se desarrolla en una residencia de ancianos

Isabel Allende: «Un libro nunca termina, sino que te das por vencido» efe

pablo martínez pita

¿Es posible sentir un amor arrebatado a los 25 años? Para Isabel Allende , esta pregunta tiene tanto sentido como hacerla de una persona de 80: «El amor pasional se siente siempre: tanto en la adolescencia como en la vejez. Cuando te enamoras, siempre es un amor apasionado, compulsivo, obsesivo, eso no cambia. Quizás la gente se pone más cautelosa con la edad, no quiere correr riesgos. Pero los jóvenes tampoco quieren correr riesgos ahora, quieren estar seguros. Pero ¿cómo quieres tener un amor-pasión si no estás dispuesto a sufrir?

Estas palabras las pronunció la escritora chilena este martes en Madrid, en la presentación de su más reciente novela, «El amante japonés» (Plaza & Janés), publicado el pasado mes de mayo. Se trata de una historia de amor que se desarrolla en un geriátrico de California: «Estaba paseando por las calles de Nueva York con una amiga, y entre las cosas que me contó era que su mamá, que tenía 80 años, vivía en una residencia para mayores y tenía una amigo, desde hace 40 años, que era un jardinero japonés. Yo le dije "bueno, serán amantes". "No, cómo se te ocurre", me contestó. La mamá de uno nunca tiene amantes» -ironizó-, pero me quedó esa semilla plantada».

El germen surgió en ese momento concreto, pero no fue lo único que llevó a Isabel Allende a ponerse manos a la obra: «Cada persona tiene una historia, y yo tengo buen oído para las historias, así como otras personas lo tienen para la música . Pero lo que puedo contar tiene que estar relacionado conmigo de alguna manera. Tiene que ser alguna obsesión mía, alguna experiencia personal, algo que sea de mi memoria o de mi propia vida». En esta ocasión, ese nexo que la asociaba a la ficción era su propia situación: «Se estaba terminando mi matrimonio después de 27 años, me faltaba el amor y lo compensé creando una historia de amor con un japonés . Nunca he tenido un amante japonés, no sé cómo será. Pero pensé que si yo a mi edad tenía tanta necesidad de amor, tantas ganas de estar enamorada, debía de ser una cosa común».

También tuvo palabras sobre la evolución de su estilo a lo largo de los 22 libros -«perdí la cuenta hace tiempo»- que ha escrito hasta el momento, y con los que ha llegado a vender 62 millones de ejemplares. Contó que el hecho de vivir ahora en Estados Unidos, y la influencia del inglés, han afectado a su escritura: «Escribo con menos adjetivos, de forma más directa, con frases más cortas. Pero los tiempos han cambiado también, ya no se escribe en el estilo barroco de los años sesenta y setenta, porque eso también ha evolucionado, y creo que la tecnología moderna que nos lleva a una comunicación muy breve, hace que los lectores sean impacientes , y vivan mucho más de la imagen y de lo inmediato. Esto también afecta a la literatura sin ninguna duda. Los elementos del realismo mágico son aceptables en ciertas historias, en otras no. No se puede salpicar como sal y pimienta en todo lo que uno escribe».

Al fin y al cabo, «cada libro presenta su propio desafío, no se puede escribir una novela policial con el mismo tono o las mismas claves con que uno escribe una novela histórica, o con la que escribes "La casa de los espíritus" , que es una saga familiar».

De esta forma, su charla con los periodistas se transformó por momentos en una clase magistral acerca del oficio de escribir: «Un libro nunca termina, sino que te das por vencido , ya que te aburres de convivir con los mismos personajes, con la misma historia. Al final quieres que se vaya esa gente que ha invadido tu casa durante un año. que se vayan de una vez, que ya me despedí de ellos para siempre. Pero vuelven, con otros disfraces, con otros nombres, pero los reconoces al poco tiempo. Ocurre con ciertos hombres, ciertas mujeres, son personajes que se repiten».

Por último, tuvo unas muy cariñosas palabras en recuerdo de Carmen Balcells : «Primero que nada quería decir el dolor que significa haber perdido a Carmen. Fue una amiga incondicional, es la madrina de cada palabra que he escrito, una especie de segunda mamá, a la que quise mucho. Siempre me decía "yo no soy tu amiga, ni soy tu madre, soy tu agente". Pero en el fondo era sentimental, cariñosa, y me trató siempre como si fuera mucho más que mi agente. Cuando le dije que me quería retirar porque estaba pasando por muy mal momento, me obligó a volver a la escritura casi como una terapia. Me ayudó mucho la verdad, a escribir un libro que era puro juego, "El juego de Ripper", hasta el título lo dice. Y eso me devolvió lo que ya sabía de cierta manera, que mientras esté escribiendo estoy bien, y cuando dejo de escribir y me pongo a pensar mucho, es que me va mal. Y pienso escribir el próximo año otro libro».

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