Patrick Rothfuss: «Casi todas las obras maestras de la literatura tienen algo de fantasía»
El escritor estadounidense, portentoso heredero de Tolkien, visita por primera vez España tras vender 800.000 ejemplares de su saga fantástica «Crónica del Asesino de Reyes»
Despachar más de dos millones de ejemplares en todo el mundo y pasearse con naturalidad por la lista de los más vendidos de «The New York Times» debería servir, como mínimo, para fabricarse una robusta coraza, pero Patrick Rothfuss (Madison, 1973) se sigue estremeciendo cada vez que sus lectores le reciben entre vítores y aplausos.
«Siempre que llego a un sitio nuevo me entra el pánico y pienso que solo habrá diez personas», bromea el autor pocas horas después de haber dejado ridículamente pequeño el auditorio de la editorial Penguin Random House en Barcelona. Es su primera visita a España y la expectación se tradujo el martes no solo en una gigantesca cola que daba la vuelta a la manzana, sino también en una estrepitosa acogida que dejó boquiabierto al propio Rothfuss.
Bien pensado, no es para menos: solo en España, este portentoso heredero de Tolkien y amistoso «rival» de George R. R. Martin ha vendido más de 800.000 ejemplares de «El nombre del viento» y «El temor de un hombre sabio», las dos primeras entregas de una trilogía fantástica publicada por Plaza y Janés con la que, además de narrar el extraordinario relato de Kvothe, ha grabado a fuego su nombre en la historia del género.
Normal que millares de lectores le quieran transmitir en persona su amor por la historia del Asesino de Reyes. Un amor que, en ocasiones, se convierte en obsesión: desde que publicó la segunda entrega de la trilogía en 2011, a Rothfuss no hacen más que meterle prisa para que entregue la última parte de la saga, previsiblemente titulada «Las puertas de piedra» y sin fecha prevista de publicación. Antes de que Rothfuss dé por cerrada una trilogía cuyo mundo, asegura, puede reaparecer en próximas entregas, podría llegar una posible adaptación audiovisual después de que la productora New Regency se haya hecho con los derechos de la saga.
-¿Impresionado por el recibimiento de los lectores?
-Fue muy bonito, realmente halagador. En Estados Unidos más o menos puedes intuir que va a haber gente, pero siempre que voy a un sitio nuevo me entra el pánico pensando que solo habrá diez personas. También me sentí un poco mal, porque había tantos que no todos pudieron entrar.
-En momentos como estos, ¿pesa más el halago o la presión?
-A veces es duro, sí, En Londres, por ejemplo, estuve en una librería grande, preparada para 300 o 400 personas, pero no tenían suficientes libros, y la gente estaba muy nerviosa. Ellos estaban nerviosos, así que yo me puse nervioso. Sigue siendo bonito, porque no deja de ser un tipo de amor, pero mi reacción depende de mi estado de ánimo. Si estoy cansado, hambriento… Pero sé que solo es amor por los libros. Es normal que quieran más.
«Es difícil ser apasionado con tu trabajo del mismo que lo eres con una afición, pero eso intento»-Como lector, ¿había actuado alguna vez del mismo modo?
-Sobre todo cuando era muy joven. Recuerdo que cuando tenía 13 o 14 años iba a la librería, ojeaba las secciones de ciencia ficción y fantasía y cuando me daba cuenta de que ya los había leído todos pensaba: “¿Dónde está mi libro nuevo”; ¿Por qué no está mi autor favorito simplemente encerrado en una habitación escribiendo?” Era un pensamiento joven y muy egoísta. Y ahora eso es precisamente lo que me pasa a mí: me levanto un día y pongo un comentario en Facebook y alguien me responde al instante diciendo. “¿Por qué no estás escribiendo?”. Y, una vez más, todo depende de mi estado de ánimo, pero a veces me irrito más de lo que debería. Pero realmente no les culpo: lo único que dicen es que aman el libro y quieren más.
-¿Cómo se maneja ante todas esas expectativas?
-Muy mal, la verdad. Cuando estudiaba en la universidad me lo tomaba con mucha calma. Estudiaba un poco de teatro japonés, un poco de filosofía griega, astronomía… Todo muy relajado. Era un poco holgazán, casi diría que un vago profesional (ríe). Era muy pobre, un don nadie, pero era muy feliz. Y de repente todo esto. Lo manejo muy mal, porque no sé cómo ser un profesional. Estoy aprendiendo a ser profesional, la verdad, pero no tengo ninguna habilidad para hacerlo.
-¿El éxito ha podido influir en el desarrollo de la idea original de la "Crónica del Asesino de Reyes"?
-No demasiado. Era una de las cosas contra las que quería luchar. Diría que me ha hecho tomármela más en serio, pero no es verdad, porque me lo tomé muy en serio desde el principio. Lo que he intentado ha sido mantener la pasión en algo que ya no podía ser mi afición, sino un trabajo. Es difícil ser apasionado con tu trabajo del mismo modo que lo eres con una afición, pero eso intento.
-Durante su charla del martes aseguró que no está bien engañar a los lectores con un giro al final de un historia, pero que sí que se puede dejar que se engañen ellos mismos...
-Oh, espero no haber asustado a mucha gente con eso (ríe). Es una manera de decir que parece que será la historia de un héroe clásico, pero no lo es. Mucha gente quiere este tipo de literatura fantástica, de salvar al mundo y luchar contra el tipo malo, pero lo que a mí me interesa es que haya varios niveles. Jugar con las expectativas de la gente.
-Esa idea del héroe atípico recuerda a la comparación que hace a menudo entre su protagonista, Kvothe, y Don Quijote.
-Ambos son, en efecto, héroes imperfectos que, además, aman las historias. Es más: Don Quijote vive en la historia. Podrás decir que está loco, pero me gusta pensar que es él quien ha elegido vivir ahí. Kvothe también ha elegido vivir en la historia, pero la gran diferencia es que mientras que en Don Quijote no es deliberado, Kvothe sí que es el amo de su propia historia.
«Con el tercero corro el riesgo de arruinar toda la trilogía si no lo hago bien»-Da la sensación de que uno de los objetivos inconscientes de la saga es conseguir que el género fantástico, además de muy leído, también sea respetada.
-En mi opinión, la fantasía es perfectamente respetable. Es más:la mayoría de las obras maestras de la literatura podrían considerarse fantasía o tienen algo fantástico. «La odisea»;«El sueño de una noche de verano» y «Hamlet», de Shakespeare; el «Paraíso perdido» de Milton;«Un señor muy viejo con las alas enormes», de Gabriel García Márquez, que es realismo mágico, la manera «honorable» de hablar de la fantasía… Todas tienen elementos fantásticos. La gente habla de «literatura respetable», pero no hay razón para tal distinción. Yo quiero todo lo que pueda caber en una novela, desde la belleza del lenguaje al misterio pasando por unos personajes poderosos y una buena historia.
-¿Ha dado ya con la clave del éxito de sus libros?
-En Estados Unidos hablaría del drama personal de Kvothe, pero aquí en España creo que buena parte de la culpa la tiene la traductora, Gemma Rovira. Es apasionada y realmente ama la historia. Ha ayudado a que mi lenguaje sea hermoso también aquí. No todos los traductores se preocupan tanto.
-¿La gente lee fantasía para escapar del mundo o lo hace para poder contemplarlo desde un punto de vista diferente?
-Un poco de las dos, aunque no es una escapatoria, sino más bien una retirada. Escapar significa que nunca volverás, pero si te retiras, te vas durante un rato y vuelves. Es como viajar. Y si viajas a la tienda de la esquina, es muy probable que no te ocurra nada interesante , pero si viajas a otro país, tu mente se expande.
-¿A qué escritores debemos el nacimiento del Patrick Rothfuss novelista?
-Podría hablar de Neil Gaiman y de «El último unicornio» de Peter S. Beagle, que es uno de mis libros favoritos, pero nunca he intentado escribir un libro como ese. No puedo escribir como ninguno de ellos, pero quizá pueda escribir un libro con el que la gente sienta lo mismo que yo al leer «El último unicornio». Aún así, la mayor influencia es la parte negativa, todos aquellos libros que leo y pienso «esto es estúpido, no tiene ningún sentido». Es por eso que intento esforzarme para que mis libros merezcan la pena. No quiero desperdiciar el tiempo de mis lectores.
-¿Ya ha pensado en qué ocurrirá cuando la trilogía esté acabada para siempre?
-Estaré un poco triste, sí, pero sobre todo estaré aliviado. Por eso estoy siendo tan cuidadoso con este tercer libro. Los dos primeros fueron exactamente como quería, y me siento muy orgulloso. Con el tercero corro el riesgo de arruinar toda la trilogía si no lo hago bien. Pero en cuanto lo acabe, estará a salvo. Nadie podrá arruinarlo. Ni siquiera yo mismo. De todos modos, aún trabajo en el tercer libro. Después del primer me preocupaba si sería capaz de volver a hacerlo; cuando salió «El temor de un hombre sabio» me dije que sí, que era capaz de hacerlo. Ahora sé que puedo hacerlo bien por tercera vez, pero no puedo prometer nada. Solo estoy siendo cuidadoso. Está saliendo bien, quizá no todo lo rápido que me gustaría.
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