Elia Barceló: «En mi novela hay unas personas que controlan el mundo y que les da igual todo lo que no sea enriquecerse»
La reconocida autora de «Cordeluna» regresa a España para presentar «Ánima mundi», una trepidante saga en la existen terror, misterio, aventuras, romance...
No hay duda de que a Elia Barceló (Elda, 1957) le gusta derribar muros editoriales. La conocida escritora afincada en Innsbruck (Austria) ha decidido hacer de su nueva novela «Ánima Mundi» (Destino) un híbrido en muchos sentidos. En ella se desdibujan las fronteras entre los lectores jóvenes y adultos, y también entre los géneros: fantasía, aventuras, tono policiaco, de conjura, de terror, de romance…
-Su libro de más éxito en España hasta ahora es «Cordeluna», ¿en qué se diferencia y en qué se asemeja a este «Ánima Mundi»?
-Una cosa que tienen en común prácticamente todos los libros que he escrito hasta la fecha es una potente historia de amor. Y en este, claro, como son 1.500 paginas hay más de una historia de amor.
Lo que es muy diferente es que en «Cordeluna» un elemento muy fuerte es la historia medieval, mientras que en esta trilogía hay un fuerte elemento de «fantasy», pero es completamente moderno. Pienso que quizá lo que puedo aportar con esta trilogía es otro modo de hacer fantástico en el sentido de que no hay capas, no hay espadas, no hay princesas. Sí que pasan cosas raras y hay personajes muy extraños, pero no tienen nada que ver con la magia. Todo sucede en nuestro planeta, en el aquí y ahora, en muchísimas ciudades del mundo. Es bastante realista siempre que uno acepte la premisa básica de que en el mundo hay un grupo pequeño de personas, un poco más de veinte, que llevan milenios controlándolo todo, que ostentan todo el poder, pero en la sombra.
-Pues no parece muy descabellado, tal y como están las cosas.
-La novela tiene esta clave alegórica bastante clara de un grupo de personas (los «karah») muy, muy discretas, que no sabemos quienes son porque no salen en los medios pero que son los que controlan la industria alimentaria, armamentística, petrolífera..., y son los que de verdad están convirtiendo este mundo en un basurero cada vez más inhabitable.
Superficiales y poderosos
-Dinero, poder y belleza son los elementos que destacan a los clanes superiores. Todos ellos valores superficiales. ¿Esto también ha sido intencionado?
«En Austria cuando a un señor se le pilla en un robo dimite o va a la cárcel, Ver que en España no sucede así hace quedar bastante feo al país en público».
-Absolutamente. Conforme vas leyendo sobre «karah» te das cuenta de que todo es fachada, sí son guapísimos, fascinantes, poderosos, viven muchísimos años, pero es todo superficial. Luego te enteras a través que nunca han producido artistas y tampoco tienen interés científico. Ellos usan lo que descubren los humanos pero les da igual pensar porqué y como funcionan. Por eso también está la metáfora de una cantidad de personas que controlan el mundo y que en la base les da igual todo lo que no sea enriquecerse y disfrutar a un nivel completamente superficial. Son muy sensuales, pero de una forma bastante fea.
-Llama la atención también la cantidad de lugares geográficos distintos que aparecen en esta obra, entre ellos Innsbruck, ciudad en la que reside. ¿Cómo se ve España desde allí?
-Hay una doble vertiente, para los amantes de España, mucha tristeza: «con lo bien que iba; cómo habían subido, se habían puesto al nivel de otros países de Centroeuropa, qué pena que ahora suceda». Y los otros, los que siempre pensaron que era un país tercermundista ahora dicen: «Grecia, Italia, Portugal, España... Los de siempre, los del sur, claro que eran tercermundistas. Nosotros temíamos razón».
Y eso fastidia bastante, da mucha rabia. Y también me da como vergüenza. Visto desde países como Austria y Alemania, donde cuando a un señor se le pilla en un robo o en una cosa así dimite o va a la cárcel, ver que en España que hay un montón de gente ladrona que ni dimite ni va a la cárcel pues hace quedar bastante feo al país en público. Da la sensacián hasta que la gente se está comenzando a acostumbrar y que piensa que no se puede hacer nada.
-Uno comienza a leer «Anima Mundi» pensando en un público juvenil, pero aparecen cosas que no parecen ser destinadas a ese público...
Cuando empecé pensé que no era una novela para nada juvenil, pero Marta, la editora de Destino, fue muy valiente y me dijo que sí. Yo creo que tenemos la suerte de que se esta desfosilizando todo. La frontera de joven y adulto está cayendo, la frontera entre los géneros cayó hace tiempo y la frontera entre alta literatura y trivial también está desapareciendo porque se están dando cuenta de que no hay diferencia: una buena novela es una buena novela y da igual de qué trate y da igual para quién esté escrita.
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