María Dueñas: «Se nos revientan las costuras por todos los lados»
Con «El tiempo entre costuras» y «Misión olvido» se ha convertido en el tsunami literario español: más de dos millones doscientos mil lectores...

Niña de los años 60, infancia feliz en blanco y negro untada con bocadillos de nocilla de media barra de pan, y de ahí a la calle a jugar con las amigas; ocho hermanos, lectora omnívora, adolescente dulce, tierna, mandona, se doctora de Filología Inglesa en Estados Unidos y consigue una plaza en la Universidad de Murcia, veinte años con la mochila de profesora a cuestas, María Dueñas (nacida en Puertollano), filóloga, no escribía ni tenía intención de hacerlo. Hasta que le cosió las costuras al tiempo con más de dos millones de lectores y, desde agosto, con «Misión olvido» (Temas de Hoy) ha cautivado a más de 230.000 almas. Dice que nada de apoltronarse, que el empuje, la seguridad y las ganas han guiado sus pasos. El fin del mundo le pilló bailando con firmas y firmas de lectoras y lectores. Le apetece acompañar a sus criaturas, palpar cómo las reciben, sus reacciones, que le cuenten, que le digan, qué personaje les ha gustado, cuál les ha enamorado, dónde se han emocionado. María Dueñas, -va por libre, lejos de camarillas-, ya ha sido traducido a diecisiete idiomas. De Londres -donde en la edición de bolsillo de Penguin han vendido 80.000 ejemplares- a dos giras americanas. Mentalmente, ya está en cociendo su tercera obra en esta Navidad.
-Sus cifras están en la estratosfera.
-Las recibo con mucha gratitud, es un trabajo de equipo. Desde fuera parece más. Yo lo he vivido con alegría, gratitud y satisfacción hacia los lectores, equipos y medios.
-El divismo literario no va con usted.
-Hay que tener muy poca cabeza para perder la vista de la realidad. Si me hubiera pasado esto con 28 años a lo mejor se me va la cabeza, pero tengo una edad en la que diría muy poco a mi favor si tuviera un ataque de divismo, o de creerme algo estratosférico. Estoy encantada, voy a seguir trabajando y poniendo de mi parte para intentar seguir seduciendo a los lectores. Pero soy la misma persona de siempre, mi familia es la de siempre, mis amigos están donde están, y mi casa también.
-Nada de camarillas, pues.
-No, ni quiero hacerme fotos glamurosas, quiero llevar una vida coherente.
-¿Su primer lector?
-Mi editora y mi marido.
-Un gran latinista, su esposo.
-Currante latinista, con la que está cayendo ahora, ya es bastante.
-¿Qué le dicen los hombres?
-Se me acercan con mucha intimidad y me dicen: a mí también se me acaba de caer una bola a los pies.
-¿Usted viene del sesudo mundo académico. ¿Cómo se abrió camino?
-No conocía a nadie. En 2007 comencé a escribir «El tiempo entre costuras», y tenía claro que la iba a terminar, que no era un pasatiempo. Contacté con una agencia literaria, Antonia Kerrigan, porque intuí que parecía un camino más profesional. No tenía ni idea hasta dónde podía llegar
-¿Sus alumnos de Filología Inglesa sabían que escribía?
-Nunca lo conté, hoy me llegan correos de alumnos de hace un montón de años que me reconocen por mis libros.
-¿Mitómana?
-No, pero me voy nutriendo de las cosas más sólidas, literarias, o incluso de cosas livianas. Incluso las cosas malas que he leído me han ayudado a escribir. Ya sé lo que no tengo que hacer.
-¿Qué le aguzaba el ingenio?
-Que hubiera menos cosas que ahora.
-De niña a mujer aprendió a mirar.
-De frente. Eso lo da la educación de casa. Hay que ir para adelante.
-¿En qué Educación cree?
-Nuestra responsabilidad mayor es hacer de nuestros hijos buenas personas. Inculcarle valores y principios, que les ayuden en la vida, y le funcionen tanto de niños como de mayores. Que sean honestos, honrados, trabajadores, que sean compasivos, luchadores y no se dejen tumbar. Pero que sean, sobre todo, buenas personas. Que sean íntegros.
-¿Sus hijos, ¿qué le dicen?
-Me atan a la realidad. No me dejan que me desboque. Son muy razonables, sensatos y muy buenos niños.
-¿Lo suyo es caer en un gran sueño?
-No, porque yo no soy fantasiosa, soy imaginativa. Fantasías más allá de lo alcanzable, tampoco.
-¿Su literatura es herida luminosa?
«Nuestra responsabilidad mayor es hacer de nuestros hijos buenas personas
-Eso es lo que quiero. He querido escribir un libro que nos haga ver que por duros que sean los golpes que nos da la vida, las caídas, las fracturas emocionales, las pérdidas, con voluntad, coraje, esfuerzo, valentía y trabajo se puede llegar a ver la luz al final de este tunel.
-¿El éxito es caprichoso o justo?
-Yo creo que a mí me han mirado con buen ojo. Entiendo que hay muchísimos escritores por ahí que tienen obras magníficas y que, por circunstancias equis, no les ha sonreído el éxito. No siempre es el cien por cien justo. En mi caso no me puedo quejar.
-¿Está en excedencia?
-Sí, aguanté ejerciendo y promocionando el libro solo el primer año de «El tiempo entre costuras». Era horroroso, internamente tienes las sensación de que no rindes al cien por cien.
-¿Cómo le recibieron sus ahoras colegas escritores?
-Muy cordiales. He sido magníficamente acogida por los que más alto están.
-¿La imaginación llega con madurez?
-Tengo mucha imaginación, pero con la madurez separas el trigo de la paja con más facilidad, y sabes lo que verdaderamente es una imaginación que se puede tornar en algo real y coherente y lo que no es nada más que un castillo de fuegos artificales. Tienes esa lucidez.
-Ha sido valiente al no buscarle segundas costuras a «El tiempo entre costuras» (Temas de Hoy) y aventurarse en una «Misión olvido».
-La evocación de las misiones yo la tenía en mente desde una visita a California antes de «El tiempo...». Visité las viejas misiones del Camino Real franciscano, y me pareció fascinante ese pedacito de nuestro pasado, que teníamos muy olvidado, y allí no.
-¿Por qué olvidamos la misión de nuestro pasado?
-Porque somos así, no sé si desmemoriados, o porque tenemos un rechazo a todo lo que huela a colonización, imperialismo .
-Y a sus lectores, ¿qué les seduce?
-Una historia interesante, que les haga pasar páginas rápidamente, que les cueste apagar la luz de la mesilla.
-¿Con personajes muy humanos?
-Y con luces y con sombras. Que tengan hasta una cierta carnalidad. Que sufran cuando tengan que sufrir, pero que no sea un sufrimiento del que no se sale. Que tengan penas, alegrías, miserias y grandezas. Como somos todos.
-¿Una vida se reconstruye huyendo?
-Puede haber muchas. La que yo tomo para mi personaje de Blanca Perea en «Misión olvido» es la huida, el distanciamiento físico, geográfico y anímico. Y emocional. Ella opta por cerrarse, tragárselo sola y distanciarse. No digo que sea la única solución ante los golpes de la vida, pero mucha gente opta por ello.
-¿Hoy se ningunea a la cultura?
-Padecemos un momento terrible en todo, en recortes, en Educación.... Se nos están reventando las costuras por todos los lados. Hay otra cultura que no es cuestión de dinero, sino con nosotros mismos, con nuestro entorno, se puede leer en bibliotecas, están los libros de bolsillo, los prestados, no nos tiene que dejar de afectar el nubarrón negro.
-¿La novela está en crisis?
-Yo creo que no. Lo que más se consume es novela y de distinto tipo, género, estilo.
-¿Por qué las sombras de Grey han hecho posible lo imposible: el levantamiento de la novela erótica?
-Son cosas cíclicas, temporales, de pronto vienen estas sorpresas, y luego al lado de unas novelas de una calidad limitada aparecen grandes novelas que te reconcilian con la literatura.
-Pero si no es gran literatura, ¿por qué arrasa entre el público?
-Nadie dice que sea una gran literatura. Son tiempos muy malos para todo el mundo, pero está reavivando el sector, da alegría a los libreros, hace que se esté acercando al libro gente que antes no leía nada. Mejor que esté esa literatura, ojalá fuera además de calidad.
-¿Existe la literatura para mujeres?
-No. Hay más prejuicio que otra cosa.
-¿Cuál es su compromiso?
- Pedagógico. Enseñar algo con lo que cuento. Con «El tiempo entre costuras», en paralelo a la historia de la modista y el espionaje, quise que los lectores supieran qué fue el Protectorado de España en Marruecos, cómo se vivía allí, qué pasó durante la Segunda Guerra Mundial en España vinculado al conflicto, y en «Misión olvido» he querido reivindicar la presencia de España en California, la injustamente olvidada labor de los hispanistas...
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