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ABC Cultural

LIBROS

«Exploradores y viajeros por África», cuarenta autores en busca del continente negro

De Livingstone a Mungo Park y Casement, de Stanley a Churchill, Gide o Kapuscinski. Nadie ha visto África tan de cerca como ellos. Ediciones del Viento recrea sus viajes

Detalle de las anotaciones de Livingstone en 1870, durante uno de sus viajes por territorio suajili

GONZALO SÁNCHEZ-TERÁN

En 2001, antes de marcharme a trabajar a Guinea-Conakry , me fui a la Casa del Libro de la Gran Vía de Madrid para buscar obras sobre aquella parte del mundo. Cuando pregunté por la sección de África, un desalentado dependiente me llevó hasta el final de una estantería poblada por apenas media docena de libros: la autobiografía de Nelson Mandela; «Ébano», de Ryszard Kapuscinski , algo sobre el genocidio ruandés, y poco más. Semejante sabana editorial reflejaba el desinterés secular de España hacia las inmensas tierras que se extienden al sur de la península.

El sueño de Europa y los vínculos con América ocuparon la imaginación de generaciones y relegaron a África al perchero de los estereotipos . Ningún otro continente ha sido tantas veces resumido en una línea, dedicada por lo general a la exaltación romántica de sus gentes y paisajes, o a la compungida constatación de sus guerras y pobreza. Tuvieron que empezar a llegar los inmigrantes africanos a nuestras playas para que empezáramos a interesarnos por ellos.

En los últimos lustros algunas valerosas editoriales se han esforzado por acercar la Historia y el presente de África a los lectores españoles. Ediciones del Viento, por medio de su colección «Viento Simún», está publicando una serie de libros imprescindibles que consignan el desembarco de los europeos en los territorios al sur del Magreb, desde el relato de los años que el jesuita madrileño Pedro Páez pasó en la Etiopía del siglo XVII , hasta la mejor narrativa de viajes de la era victoriana. Son obras necesarias para comprender cómo el hombre blanco irrumpió en el devenir del continente, lo transformó y determinó su estado actual.

Trayecto apasionante

Sumando los títulos de «Viento Simún» a obras publicadas por otras editoriales y a libros aún no traducidos al castellano, el editor Eduardo Riestra ha compilado textos de cuarenta autores que recorrieron distintas partes del África negra a lo largo de los últimos cuatrocientos años. La obra, «Exploradores y viajeros por África», es un extraordinario catálogo del paso de misioneros, comerciantes, aventureros, traficantes y periodistas por unas tierras que durante siglos han excitado la fascinación y la codicia de los occidentales.

Como las mejores antologías, no solo presenta un mosaico diverso y coherente del tiempo y el lugar que transita, también incita a buscar y leer los libros originales. En ellos se desmenuza e l encuentro entre dos mundos que ha provocado tanta muerte y desolación, y tantas vetas de esperanza.

La sucesión de autores es un trayecto apasionante y a menudo desasosegador por las distintas miradas de Europa hacia África: la del descubrimiento arrebatado, la de la colonización racista, y la de la denuncia del expolio y la violencia de los imperios coloniales. Al principio nos adentramos con los grandes descubridores, James Bruce , Mungo Park, Richard Burton, John Speeke o David Livingstone , tras las fuentes del Nilo, la ciudad de Tombuctú y las cataratas Victoria. Son personajes en busca de gloria, más deslumbrados por lo que ven que por las personas que encuentran.

En «Viajes y exploraciones en el África del Sur», Livingstone dejó escrito: «Como mi ropa la llevaban los hombres que iban delante, me tendí en el frío suelo, esperando pasar una noche infernal; pero Sekeletu me cubrió con su manta, quedándose él al raso. Este acto de natural bondad me afectó en extremo . Si hombres como él han de morir debido al avance de la civilización, como ocurre con algunas especies de animales al llegar otras, será una pena». Millones de africanos perecerían en el altar de la civilización durante las siguientes décadas.

Desprecio por la verdad

Nadie representa el brutal sometimiento del interior de África a los imperios europeos como el hombre que se hizo famoso dando con David Livingstone en noviembre de 1871 junto al Lago Tanganica. Henry Morton Stanley poseía valor y recursos para hacer frente a grandes empresas, pero sobre todo destacaba por su desprecio por la verdad, la honestidad y la vida de los africanos, negándoles cualquier forma de dignidad . Su comportamiento durante las exploraciones y conquistas para el rey Leopoldo II de los belgas se convirtió en el patrón que seguirían miles de funcionarios coloniales después de él.

Aquí caben el descubrimiento arrebatado, la colonización racista y la denuncia del expolio

En el fragmento que se recoge de su obra, «Viaje en busca del doctor Livingstone», Stanley cuenta su reunión con el jefe de una tribu que se quejaba de los atropellos del hombre blanco y le preguntaba cuáles eran los objetivos de la expedición. Stanley le contestó: «Mionvou, el gran "moutouaré" de Kimenyi, me pregunta si quiero la paz o la guerra. ¿Cuándo ha oído decir Mionvou que los hombres blancos se batían contra los negros? Es preciso que Mionvou comprenda la diferencia que existe entre las dos razas. Los blancos no abandonan sus países para combatir contra los pueblos que encuentran en sus viajes; no compran marfil ni quieren esclavos; vienen solo como amigos, para ver las montañas, los ríos y los lagos; para conocer los pueblos, las aguas, los bosques, las rocas y los animales que hay en vuestros territorios, a fin de poder decir a todos los blancos lo que han visto en el país de los negros. En nada se parecen a los árabes ni a los "vouangouana"». En los quince años que siguieron a esta conversación, los soldados de Gran Bretaña, Bélgica y Francia sometieron la práctica totalidad del continente a golpe de fusiles y ametralladoras maxim, creando un sistema de expolio y trabajos forzados cuyas consecuencias aún infectan el presente.

No menos representativo de la mentalidad racista y colonial es el texto de Winston Churchill en su libro «Mi viaje por África» . Página tras página describe la rentabilidad comercial que se espera de las plantaciones de caucho, el avance del ferrocarril o sus ejercicios de caza desde lo alto de un vagón, sin mencionar ni de pasada la presencia de un solo hombre o mujer africano, como si los territorios y pueblos que va visitando se hallaran vacíos de seres humanos , y únicamente estuvieran llenos de animales y recursos naturales.

Pero en el libro de Ediciones del Viento también comparecen los viajeros que vieron, investigaron y denunciaron los abusos del poder colonial. Los escritos de George W. Williams, Roger Casement o André Gide , ungidos de rabia y razón, son monumentos a la solidaridad y el humanismo que en algunas partes suenan tristemente contemporáneos.

Un futuro mejor

Ese registro de la verdad, sin velos románticos o capuchones racistas, lo han continuado en los últimos tiempos periodistas como Kapuscinski, cuyo libro compré aquella mañana de 2001 en la Cas a del Libro y me acompañó a la selva de Guinea, o Enrique Meneses . Todos comparten la voluntad de mostrarnos de dónde proceden los muchos males que aquejan a los mil millones de seres humanos que habitan África, y cómo los mismos africanos están construyendo, penosa e irrevocablemente, un futuro mejor.

En el año 2002, David Northrup , historiador del Boston College, publicó un libro titulado « Africa’s Discovery of Europe» . En él recoge, mostrando la otra cara de la moneda de «Exploradores y viajeros por África», los relatos que de sus experiencias con los europeos dejaron numerosos hombres y mujeres africanos entre 1450 y 1850. Son mayoritariamente historias de humillación y esclavitud , que nos presentan a una luz casi siempre ignorada por la Historia oficial.

Ahora que miles de africanos están cruzando el Mediterráneo pese a todas las dificultades, confío en que algún día leamos un libro llamado «Exploradores y viajeros por Europa», en el que los inmigrantes del siglo XXI nos cuenten a los europeos cómo nos ven, quiénes somos.

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