Michael Haneke gana el César al mejor director por «Amor»
Es una de las candidatas al Oscar a la mejor película de lengua extranjera
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«Amor» de Michael Haneke fue la película vencedora de la XXXVIII edición de los César del cine francés, que volvieron a confirmar la más ecuménica unidad de la gran familia del cine francés, celebrando su férrea unión colectiva ante la aventura y proyección nacional e internacional de la cultura nacional.
Amor recibió el César a la mejor película, su director fue mejor director, Emmanuelle Riva mejor actriz y Jean-Louis Trintignant mejor actor.
El apoteósico triunfo de Amor, su director y grandes actores, eclipsó el César de honor concedido a Kevins Costner y confirmó de manera espectacular la diversidad excepcional del nuevo cine francés, unida en torno a valores y principios comunes.
En esta ocasión, el presidente de la gala de los César fue Jamel Debbouze, actor francés nacido en el seno de una modestísima familia de inmigrantes marroquíes. La Academia del cine francés deseaba homenjear, a su manera, a un actor cómico muy popular, modelo de integración feliz, instalado en el puesto que en otras ocasiones ocuparon Orson Wells, Alain Delon o Claudia Cardinale. Como presidente Debbouze dio una lección de saber estar, hacer y dialogar, con una sonrisa, con actores, productores y directores de la más diversa sensibilidad.
Como presentador del César al mejor actor ofició la personalidad más popular de Francia, Omar Sy, francés hijo de madre mauritana y padre senegalés, que el año pasado ganó el César al mejor actor, por su trabajo en «Intocable». Repescado para anunciar a Trintignant -que se encontraba el Bruselas, trabajando- el César del mejor actor de este año, la Academia deseaba insistir en la diversidad étnica del nuevo cine francés, de una diversidad cultural creciente.
Kevin Costner, por su parte, el gran actor y director norteamericano, rindió homenaje al director de Amour, Michael Hanecke, subrayando que, a su modo de ver, la gala de la gran familia del cine francés destacaba por su admirable ecumenismo, aceptando y celebrando las sensibilidades culturales, políticas y empresariales más diversas.
Claudia Cardinale y Gerard Dépardieu hicieron brevísimas apariciones por el patio de butacas, voluntariamente eclipsados, aceptando gustosos el “anonimato”, por una vez, para participar con una sobriedad excepcional en una gala consagrada a premiar el trabajo colectivo de una familia cuyos componentes tienen las más diversas sensibilidades, unidas en la ambición común de celebrar el cine francés.
Aurélie Filippetti, ministra de Cultura, estuvo presente en la gala, como simple espectadora. El Estado financia en buena medida el cine francés a través de un sofisticado sistema fiscal : los grandes éxitos de taquilla (extranjeros incluidos) pagan con un impuesto especial buena parte del cine nacional ; y la Academia del cine canaliza las ayudas y organiza la gala de los César, siempre alejada del politiqueo partidista para mejor defender los intereses culturales de fondo.
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