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ABC Cultural

Seis toneladas de escombros en el pabellón español en la Bienal de Venecia

La artista zaragozana Lara Almarcegui llena su interior con montañas de residuos: cemento, tejas, ladrillos, madera, cristal y acero, los mismos materiales con que está construido el edificio.

Seis toneladas de escombros en el pabellón español en la Bienal de Venecia ®Ugo Carmeni

NATIVIDAD PULIDO

Puede parecer sorprendente, pero llenar el pabellón español en la 55 Bienal de Venecia con seis toneladas de escombros -amén de publicar una guía de una isla-vertedero de la ciudad- costará 400.000 euros de dinero público: la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid) , del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, aporta 300.000 euros y Acción Cultural Española , 100.000 más. A ellos habrá que sumar los 15.000 euros que aportará el Gobierno de Aragón y otros 40.000 euros que proceden de empresas privadas que han querido participar en el proyecto. Pese a ello, se ha reducido a la mitad el presupuesto público de la participación española en la pasada Bienal de Venecia: 800.000 euros costó «Lo inadecuado» de Dora García, que hizo honor al título del proyecto.

Esta mañana se ha presentado en la Casa de América , en Madrid, el proyecto de Lara Almarcegui (Zaragoza, 1972), artista elegida por el comisario Octavio Zaya para representar a España en la gran cita internacional del arte, que se celebrará del 1 de junio al 24 de noviembre. Este proyecto fue escogido a su vez entre una terna por un comité asesor compuesto por Teresa Velázquez, Alberto Ruiz de Samaniego, Estrella de Diego y José Guirao. Los otros comisarios que estaban en la terna y finalmente fueron descartados son Chus Martínez y Peio Aguirre.

Los lugares son el sujeto del arte que lleva a cabo esta artista, formada en Holanda y con amplia proyección internacional. Le interesan la genealogía de los espacios, la historia de los lugares, su entorno histórico, que conoce a través de una exhaustiva labor de investigación. Su trabajo gira en torno a demoliciones, excavaciones, descampados, ruinas modernas... Como un «sui generis» recetario de cocina, a Lara Almarcegui le interesan los ingredientes de los edificios. En este caso, el proyecto consta de dos partes, como explica la propia artista, para quien estar en el pabellón español en la Bienal de Venecia es «un honor, algo muy especial para mí».

500 metros cúbicos de escombros

La primera es una gran instalación escultórica en el propio pabellón. En el centro del mismo la artista ha creado una inmensa montaña de más de 500 metros cúbicos, cuatro metros de altura y seis toneladas de peso (ha habido que reforzar el suelo del pabellón), que ocupa casi todo este espacio central y que está formada por escombros de los mismos materiales que Javier de Luque utilizó en su construcción en 1922: cemento, tejas y ladrillos convertidos en grava. Proceden de restos de demoliciones de la única planta de tratamiento de residuos que hay en Venecia. En los espacios laterales habrá montañas más pequeñas, cada una formada con un material que también se usó en la construcción del pabellón: arena, madera, cristal, acero... El resultado: ver cómo sería el pabellón español si fuera demolido.

La segunda parte del proyecto es más teórica. Almarcegui publica la «Guía de la Sacca San Mattia», una isla de Venecia abandonada, un insólito descampado «habitado» solo por los escombros de las numerosas fábricas de cristal que hay en Murano, que vierten allí todos sus residuos. Para la elaboración de esta guía la artista ha llevado a cabo un arduo trabajo de investigación acerca del lugar, su geología, sus problemas medioambientales, los proyectos que ha habido acerca de este lugar: unos descartados, otros no. Cuenta Almarcegui que una de las descabelladas ideas era excavar un tren bajo la laguna para comunicar el aeropuerto con la ciudad, con parada en San Mattia. Otra idea es unir Murano con el continente a través de un puente. Con 26 hectáreas, es uno de los mayores vertederos de Venecia y el mayor espacio vacío de la ciudad de los canales.

Descampados: lugares de libertad

Confiesa Lara Almarcegui que la idea de este tipo de trabajos surgió tras leer en prensa un artículo del arquitecto Miguel Fisac en el que definía la arquitectura como «el aire que hay dentro de un edificio». Tan poco le gustó aquello que quiso desmontar con su trabajo esa idealización de la arquitectura. Siente claustrofobia ante el exceso de construcción, al ver cómo urbanistas y, sobre todo, constructores, han organizado racionalmente las ciudades en las que vivimos. Por ello, siente que los descampados son «lugares de libertad». Cuando se le pregunta si no habrá quien vea en su proyecto una crítica velada de la especulación y la crisis inmobiliaria en España, advierte de que esa crisis «está en todos los sitios. No es un problema únicamente español».

En el acto de presentación de esta mañana estuvieron presentes, junto a Lara Almarcegui y Octavio Zaya, Itziar Taboada, directora de Relaciones Culturales y Científicas de la Aecid, y Teresa Lizaranzu, presidenta de Acción Cultural Española (AC/E). Ambas subrayaron que colaboraciones como ésta demuestran que no hay duplicidades entre las instituciones que llevan a cabo la promoción cultural en el exterior. Ambas salían así al paso de unas recientes declaraciones del director del Instituto Cervantes , Víctor García de la Concha, quien admitió en su última comparecencia ante el Senado la existencia de una duplicidad entre las actividades culturales del Cervantes con las que llevan a cabo «las embajadas españolas, la Agencia Española de Cooperación Internacional y para el Desarrollo y, últimamente, también con Acción Cultural Española».

Seis toneladas de escombros en el pabellón español en la Bienal de Venecia

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