Leonard Lauder: «Hay más interés en EE.UU. que en Europa por donar obras a los museos»
El mecenas y filántropo, que entregó al Metropolitan Museum de Nueva York 78 obras cubistas valoradas en mil millones de dólares, impartió ayer una conferencia en CaixaForum Madrid

A escasos metros de un Congreso que parecía en estado de sitio tenemos cita con uno de los filántropos más importantes del mundo: Leonard Lauder. Y no solo está muy comprometido con organizaciones culturales, también educativas y médicas, como la investigación del cáncer de mama, del alzhéimer... La casualidad ha querido que visite Madrid pocas semanas después de haber sido noticia en medio mundo. Casi sin despeinarse, ha donado al Metropolitan de Nueva York 78 obras cubistas, de artistas como Picasso, Braque, Gris y Léger, valoradas en mil millones de dólares. Y no es una errata...
Presidente emérito de Estée Lauder Companies Inc. y del Whitney Museum of American Art , ofrecía ayer tarde una conferencia en CaixaForum Madrid invitado por la Fundación Arte y Mecenazgo , que impulsa «la Caixa». El tema de la charla, «Conservar, no poseer». Toda una declaración de intenciones. Unas horas antes compartía mesa, café y conversación con un reducido grupo de periodistas. A sus 80 años aparece impecablemente vestido, con un impoluto traje de rayas diplomáticas. Los genes han hecho bien su trabajo: es hijo de Estée Lauder. Elegancia obliga. Saluda afable con un «¡hola, soy Leonardo!». Ahí acaba su español. Tiene problemas con los auriculares para la traducción. «Es que me dedico a vender barras de labios», bromea.
«Conservar, no poseer»
«Soy coleccionista de arte y mi misión en la vida es que los museos públicos mejoren y se expandan. Si no puedo hacer que las cosas cambién, ¿qué hago aquí? Quiero animar a que la gente que atesora colecciones de arte las done a los museos, porque el arte es hoy muy caro y los museos cada vez tienen más difícil aumentar sus fondos. Nuestra labor es conservar, no poseer. Los coleccionistas que quieren poseer no son justos con los que queremos compartir», advierte Leonard Lauder. Cree que «en Estados Unidos hay más interés por donar obras a los museos que en Europa».
Cuando se le pregunta por la fórmula de oro para lograr que esto cambie, advierte que «no solo se trata de un tema fiscal. Hay que reclamar un sistema fiscal más amable, pero también se debe usar la imaginación. Los coleccionistas tienen que ser conscientes de que donar es divertido y que se puede obtener placer con ello». Y pone sobre la mesa soluciones, como crear consorcios entre museos para adquirir obras conjuntamente (lo hacen el Whitney, la Tate Modern y el Pompidou). «Espero y deseo que haya medios para que sea más fácil que los coleccionistas españoles y europeos donen obras a sus museos, y no a museos lejanos, para que las disfruten las generaciones futuras y no estén colgadas en las paredes de sus casas durante siglos».
«Soy un loco de los museos»
¿Qué le llevó a donar su espléndida colección cubista al Metropolitan? «La acumulé durante 30 años y quería donarla a un museo para que se transformase. No pretendía que me dieran las gracias y guardaran las obras en un sótano. El Met es un museo enciclopédico, como el Prado. Su colección fundamentalmente acaba en el XIX. Sin el cubismo, que es la puerta a la era moderna, no se pueden atraer donaciones del XX y el XXI. Mi donación podía transformar el Met y creo que lo ha hecho». Anuncia que en 2014 esas 78 obras cubistas se expondrán en el museo neoyorquino y que entre 2017 y 2018 itinerarán por todo el mundo.
Le preguntan si hubo condiciones en esa donación: «Muy pocas. Cuando uno da algo a un museo no puede maniatarlo». Confiesa que ha recibido algunas ofertas para vender toda su colección: «Las rechacé en dos ocasiones. El arte pertenece a la gente. Mis padres, mi hermano y yo estudiamos en instituciones públicas. Mi deber era devolver a la nación que me educó todo lo que ha hecho por mí».
Ha tenido ofertas para vender toda su colección. Las rechazó dos veces
Se confiesa «un loco de los museos». Desde pequeño coleccionó postales antiguas y carteles, que fue donando a los museos. Entró en el Patronato del Whitney en 1977 y, desde entonces, comenzaron a comprar obras de Lichtenstein, Hopper, Jasper Johns, De Kooning... que nadie quería. También latas de sopas Campbell y Coca-Cola de Warhol. El director del museo, recuerda, amenazó con dimitir si entraba otro Warhol en el museo. «El primer Warhol que compramos costó 450 dólares, hoy está asegurado por 35 millones de dólares». En 2002 encabezó un grupo de once patronos que donaron 86 obras al Whitney y en 2008 aportó 131 millones de dólares al museo.
«No tengo tanto dinero»
La Familia Real de Qatar pagó 250 millones por un Cézanne, su hermano Ronald, 135 millones por un Klimt, y se rumoreó que usted fue el comprador de un Picasso («Muchacho con pipa») por 104 millones. ¿Estos precios no están creando una burbuja especulativa en el mercado? Aclara que él no compró el Picasso («no tengo tanto dinero»), que su hermano pagó por el Klimt menos de 135 millones («hubo un intercambio con Christie’s porque subastó la colección de mi madre») y que con Qatar y Abu Dabi «la dinámica del mercado del arte ha cambiado por completo».
No hay más tiempo para preguntas. Y se han quedado muchas en el tintero: ¿iguen hablándole sus hijos tras haber donado mil millones de dólares en obras de arte? ¿Cuánto se ha desgravado con esa donación? Otra vez será...
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