LA CERA QUE ARDE
El collar
UN puente con tirantes es un riesgo estival. Si usted lanza una colilla por la ventanilla, tiene menos probabilidad de provocar un incendio que si tiene tres lavadoras, dos carritos del Pryca, varios neumáticos, restos de reunión juvenil —antes, botellón—, montones de piezas de látex tras fogosos encuentros y algunos jaramagos mutantes de Miraflores. Puede perder cuatro puntos, por cierto.
Lo que hemos perdido de momento es una pasarela pasto de las llamas. Hay puentes colgantes y puentes con tirantes, y éstos son inflamables. Más o menos, en estos últimos días, en los que el CSI se encarga de esclarecer por qué la basura acumulada bajo el ojo de un puente se convierte en una falla hemos asistido a la cordobesa ceremonia de pasarse el mochuelo de una incompetencia a otra.
Nos tranquilizan las declaraciones de la edil de seguridad ya que Carmen Sousa no declara, sino que susurra con eses muy eróticas que ponen a la ciudadanía un chute de hormonas bomberiles. Sousa manifiesta que el cuerpazo de bomberos ha actuado con energía y ritmo varonil. A continuación los musculados miembros del SEIS junto a los uniformados (y con porra) policías van a hacer un «full monty» colgando de sus deltoides.
Después está Tejada, claro. Dice cosas. Y hasta aquí puedo leer. También aparece la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, en adelante CHG, que suele confederar la hidrografía del betis. No ha tomado medidas antes porque el río tiene caudal. Podría no añadir ningún comentario a esta contundente declaración de principios, pero es que me va a estallar el deltoide a mí también. Quiero entender que hay hidrografías húmedas y otras más secas. Las primeras son complicadísimas de confederar, no así las secas, que son más manejables, ergo la CHG es más de secano que de caudal, porque los caudales pueden mojar y es incómodo trabajar así.
Te sale verdina en el despacho y hasta un lucio en el tablet. El Ayuntamiento en semipleno vacacional también ha dicho cosas. No como las de Tejada pero sí en calidad de equipo de gobierno que ha heredado puentes con tirantes y lindes poco claras de caudalosas incompetencias. Si no está nada claro si se debe urbanizar el entorno del C4, calculen ustedes conocer a quién corresponde limpiar el río que pasa por aquí para hacernos la vida más incómoda. Los ríos fluyen por aquellos sitios que fastidian los presupuestos y los centros de arte y encima hay que encargarle un puente a Calatrava. En resumen, el puente de Miraflores está inválido, con tirantes chamuscados y usted y yo vamos a pagar ahora el arreglo. En un país normal, en una ciudad decente, se hubiera limpiado antes de lamentar. Ahora que estamos tiesos, el collar nos va a salir más caro que el perro. Quemar puentes suele suponer emprender nuevos caminos. En Córdoba es la metáfora chamuscada de que todo sigue igual. Porque, claro, el collar y los tirantes nuevos corren a cargo de nuestras espaldas, no de los incendiarios bomberos desgobernantes que todavía están echándose culpas desde la Carihuela.
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