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Travesuras de un poeta

García Baena recuerda la estancia en Córdoba de un joven y transgresor Caballero Bonald en la Navidad de 1951

Travesuras de un poeta VALERIO MERINO

POR LUIS MIRANDA

En Alcalá de Henares, el poeta recibía el premio más importante de las letras españolas en un acto solemne ante los Príncipes de Asturias. En Córdoba, a aquel mismo escritor se le quitaba la solemnidad del acto para recordarlo joven y con un punto de travieso.

La Feria del Libro rindió ayer homenaje a José Manuel Caballero Bonald en el mismo día en que recibía el Premio Miguel de Cervantes, y lo hizo con un acto donde se leyó su obra y donde también se habló de su figura y de aquella parte de su vida que tuvo que ver con la ciudad. El poeta Pablo García Baena contó su primer encuentro con Caballero Bonald, en la década de 1950. «Todo lo que cuento tiene muchos años», bromeó el autor, quien desde entonces mantiene la amistad con el escritor jerezano.

Fue en los días previos a la Navidad de 1951, cuando llegó a Córdoba una representación de la revista gaditana de poesía «Platero», que querían conocer precisamente a los autores de «Cántico». La revista cordobesa, contó García Baena, «estaba en un momento de interregno, entre la primera y la segunda etapa».

En aquella «embajada» estaba Fernando Quiñones, quien años después escribió en «Cántico» y también un joven José Manuel Caballero Bonald, el, según García Baena, «merecidísimo» premio Cervantes.

Una visión distinta

A partir de ahí, dio la palabra al autor de «Manual de infractores», y lo hizo a través de uno de sus libros de memorias, el titulado «Tiempo de guerras perdidas», en el que relataba aquel viaje. Caballero Bonald relata cómo conocen a García Baena, Ricardo Molina y Miguel del Moral y también a «una muchacha de muy buena planta» que se llamaba Rocío Moragas y que también era escritora vinculada a «Cántico».

En un momento del rato que pasaron juntos en una venta en la Arruzafa, se les ocurrió sacar en procesión a la chica, «a lo que ella se prestó sin mayores reparos», según el relato de Caballero Bonald, y ante el asombro del dueño del establecimiento. «Se puso una mesa como paso y se procedió a sacarla con todo el ritual propio», decía. Según García Baena, la lectura de esta travesura podía ser una «visión distinta» de lo que el autor había transmitido en la entrega del Premio Cervantes. Ahí comenzó la lectura de sus versos, en la que participaron escritores cordobeses.

Travesuras de un poeta

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