punto de fuga
«¡Vuelve la censura!»
Tenía razón Mendoza, Barcelona encarna en verdad la genuina ciudad de los prodigios. ¿Y es que acaso recuerda alguien al Dalai Lama lloriqueando en las portadas de la canallesca por el agravio horrible de que el Gobierno de la opresora China no se prestase a servir un vinito y los preceptivos canapés en la presentación de alguno de sus libros? ¿Viose a un solo publicista literario de la insurgencia palestina denunciando airado que Israel no subvenciona con suficientes caudales públicos hebreos sus iracundos libelos judeófobos? ¿Tal vez consta en los anales que Nelson Mandela solicitó becas de creación o cholletes parejos al régimen de Pretoria en tiempos del «apartheid»? ¿Desde cuándo los aborígenes cruelmente oprimidos por potencias coloniales se plantan ante las cámaras de la tele autonómica para clamar que el Instituto Cervantes no se presta a hacer el marketing gratis de sus novelitas de tercera regional? ¿Desde cuándo el Reino de España tiene entre sus obligaciones inexcusables cooperar con sus medios todos para que el escribidor Sánchez Píñol gane - aún más - dinero con una muy burda falsificación propagandística de lo acontecido en la Guerra de Sucesión? ¿Desde cuándo nos presumen tontos? Como las del coro de plañideras de la prensa doméstica, las lágrimas de cocodrilo del avispado comerciante Piñol a mí me hace recordar con admiración una vieja historia francesa. Cuentan que en cierta ocasión al general De Gaulle se le ocurrió otorgar la Legión de Honor a un redactor de «Le Canard Enchaîné». Sucedió entonces que, tras la solemne ceremonia oficial, cuando el satisfecho homenajeado volvió a dejarse caer por la redacción, el director le comunicó que quedaba despedido en el acto. «Pero si yo no la he pedido», protestó atónito el pobre tipo. «Da igual, no tendrías que haberla merecido», concluyó con lacónica dignidad el otro. Imposible imaginar siquiera escena remotamente parecida en este romo pesebre mediterráneo. Aquí, al contrario, nuestros esforzados libertadores patrios solo piensan en facturarle a quien sea… y a su contrario.
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