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punto de fuga

Nuestros pequeños polpotistas

Eso es lo que en puridad se persigue: que la ciudad se parezca lo menos posible a una ciudad

josé garcía domínguez

Al modo del Cid, que ganaba batallas ya difunto, el espíritu de la arquitectura progre barcelonesa, feliz simbiosis entre “La ciudad no es para mí”, legendaria obra magna de Paco Martínez Soria, y la utopía ruralista de Pol Pot en la Camboya de los Jemer Rojos, también ha sobrevivido a la hecatombe municipal del PSC. He ahí las previstas remodelaciones de la Diagonal y de la Plaza de las Glorias, proyectos ambos donde la indisimulada fobia iconoclasta contra todo lo que recuerde a un genuino entorno urbano, esa obsesión suprema de los planificadores del Ayuntamiento, vuelve de nuevo por sus fueros. Como lo que distingue a las aglomeraciones cosmopolitas de las aldeas son los coches, el alcalde Trias se ha propuesto entorpecer todo lo humanamente posible su tránsito por nuestra principal arteria. En cuanto al proyecto seleccionado para las Glorias, el criterio parece haber sido el de reproducir un entorno selvático lo más aproximado posible. El propósito es idéntico: despojar de rasgos urbanos a la urbe, su querencia máxima de siempre.

Así las cosas, la sacrosanta peatonalización ha dejado de ser un medio para constituirse en fin. Es un imperativo que no requiere de otra justificación que apelar al sagrado dogma de lo ecológico. Porque eso es lo que en puridad se persigue: que la ciudad se parezca lo menos posible a una ciudad. Razón última de esas explanadas desoladas que con eufemismo piadoso han dado en llamar “plazas duras”. En su postrer delirio pastoril, a Hereu, recuérdese, no se le ocurrió nada mejor tratar de que la Diagonal recuperase el ambiente propio del siglo XVIII. Ah, la dulce parsimonia solariega de aquellas campiñas pobladas de árboles, plantas y hierbajos que transitaban los carros de mulas de la época. Y ahora viene Trias a completar a la faena. “El aire de la ciudad os hará libres”, decían los alemanes de la Edad Media que huían del campo y sus servidumbres. En el fondo, es eso lo que les contraría.

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