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ABC Cultural

El día que la pizza provocó un cisma en la OTAN

Generales enviaron por avión a Eisenhower las mejores variedades napolitanas para rectificara sus opiniones gastronómicas

El día que la pizza provocó un cisma en la OTAN ABC

Isabel MiraNDA

El almirante Robert B. Carney, comandante en jefe de la OTAN en el sur de Europa entre 1951 y 1953, encabezó en diciembre de 1952 todo un acto de indisciplina contra el general y ya en esa fecha presidente electo de Estados Unidos Dwight D. Eisenhower. Carney llegó a reunirse con todo su Estado Mayor por un motivo: Eisenhower había declarado, tras ser preguntado por un periodista, que aunque la pizza de Nápoles estaba buena, la que se comía en el barrio italoamericano de Nueva York era mejor . Y esto era algo que el almirante no podía tolerar.

En aquellas fechas, la pizza ya se había popularizado en territorio americano gracias a la inmigración pero, sobre todo, gracias a la II Guerra Mundial, que había conseguido que a su vuelta a casa, las tropas norteamericanas mostraran un mayor interés por este plato. De hecho, en septiembre de 1944 es la primera vez que el «New York Times» describe lo que es la pizza y solo tres años más tarde, el 25 de mayo de 1947, cuando llega a asegurar que «la pizza podría llegar a ser tan popular como la hamburguesa si los estadounidenses la conocieran».

Lo que para Eisenhower era un motivo de orgullo desencadenó toda una ofensiva al otro lado del Atlántico. «Esta declaración ha producido los efectos de una bomba atómica en los ambientes partenopeos y, en vista de ello, el almirante Carney ha dado la señal de ofensiva declarando a su vez que (...) diga lo que quiera Eisenhower, la mejor pizza se hace y se come en Nápoles», contaba el corresponsal de ABC en Roma el 30 de diciembre de 1952.

Carney, cuyo nombre hoy lleva un destructor norteamericano, llegó a decir que las declaraciones del presidente electo eran una «herejía» que demostraban que Eisenhower no era precisamente un «gourmet». Y para constatar que se equivocaba, el almirante ordenó a los jefes y oficiales a su cargo que se unieran a la protesta organizando un «Solemne día de la pizza» que constó de dos partes.

En la primera, el jefe de la OTAN en el sur de Europa reunió a su Estado Mayor y las autoridades de Nápoles en un hotel en el que organizaron una «cata» de pizzas en todas sus variedades: al ajo y al aceite, con “mozarella”, sin “mozarella” pero con setas, calzone… «Total, una indigestión para contradecir al general Eisenhower», escribía el corresponsal.

La segunda parte de su estratagema consistía en enviar diez comisiones dirigidas cada una por un general norteamericano cuya misión era visitar los diez restaurantes napolitanos inscritos en la «jornada de la pizza» para probar sus especialidades. Los generales y miembros de la comisión debían ejercer de jueces y elegir las mejores muestras para, después, mandárselas por avión al presidente electo «con el propósito de que se convenza por sí mismo de que ha hecho una afirmación a la ligera» y que «debe obligarse a rectificar su juicio si no quiere que se subleven de indignación, juntamente con los napolitanos, todos los jefes, oficiales y soldados que componente las fuerzas aliadas del Sur de Europa», explicaba la crónica.

Hoy, las declaraciones de Eisenhower son interpretadas como «la apropiación de la pizza como comida étnica en cocina americana», asegura el historiador Carol Helstosky en su libro «The Routledge History of Food». De hecho, en la década de los 50 la pizza había comenzado su adaptación a los gustos norteamericanos e iniciando el camino a su conversión en un plato de penetración mundial: redujeron el ajo de la receta original, pusieron orégano en vez de albahaca, agrandaron las raciones y añadieron más carne a la base.

Según parece, Eisenhower no rectificó, aunque tampoco se desencadenó ningún motín mayor. Unos meses después, «Look Magazine» ya encumbraba la pizza como el nuevo «descubrimiento de la ciudadanía» norteamericana, se contabilizaban unas 15.000 pizzerías abiertas en EE.UU. y se generalizaban en los supermercados las pizzas congeladas.

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