Fernando Velázquez: «Quería que la música hiciera justicia a los sentimientos de "Lo imposible"»
El compositor y director de orquesta, autor de la banda sonora del filme que arrasa por tercera semana consecutiva, está feliz de que su partitura evoque «el sufrimiento, el amor, el cariño»


Fernando Velázquez (Guecho, 1976) es, en parte, responsable de que cientos de miles de españoles salgan conmocionados y emocionados de la sala de cine tras ver «Lo imposible», el filme de Juan Antonio Bayona que ha roto la taquilla desde su estreno el pasado 11 de octubre. El argumento por sí solo, la tragedia de una familia española separada por el tsunami que sufrió Tailandia en las Navidades de 2004, y que logra finalmente reencontrarse, encoge el corazón de los espectadores, pero la banda sonora que ha compuesto este músico vasco subraya aún más la tragedia.
-¿Cómo afrontó el reto de componer la música de «Lo imposible», un hecho real tan reciente, del que todo el mundo tiene imágenes en su memoria?
-La guía durante todo el proceso fue el respeto. Hacerla ha supuesto un honor pero también una responsabilidad porque yo no sé si la música saca las emociones que no están, las pone o si la música es las emociones. Lo único que sé es que el conjunto es una vivencia, y la responsabilidad era que esa experiencia fuera justa, es decir que se correspondiera con lo que estabamos contando, algo realmente traumático y duro, y al mismo tiempo muy emocionante. Lo más importante para mí era hacer justicia, o por lo menos ganarme el respeto de aquellos que se sienten identificados con esta tragedia, o con los temas que trata: incertidumbre, miedo, esperanza, desesperanza... Que la música hiciera justicia a todas esas sensaciones. Por eso, lo que más feliz me ha hecho es que entre esa gente hay personas que identifican en mi música el sufrimiento, el amor, el cariño...
-¿Cómo fue la reacción de María Belón, quien protagonizó la historia real con su familia?
-Lo que más ilusión me ha hecho es contar con la aprobación de María, que incluso vino a la grabación y escuchó las maquetas. Ella, su familia y gente cercana a las víctimas se sienten identificados y en la música encuentra algo que no sé cómo llamar: consuelo, revivirlo, superarlo, una catarsis...
-¿Le ha sorprendido el éxito de la película?
-Conociendo al director y a la gente que trabajaba en ella no me ha sorprendido porque sé que habían podido hacer muchas cosas y han sabido esperar a contar una historia que merecía la pena ser contada, que tuviera un mensaje, aunque creo que no hay una moraleja en ella. En esta película había mucho talento, y mucho más corazón que medios.
La colaboración de Velázquez con Bayona se remonta al cortometraje «El hombre esponja» (2002). Volvió a llamarle para «El orfanato» (2006), partitura nominada como mejor banda sonora a los premios Goya. En aquella ocasión no ganó el galardón, pero sí muchos otros, como el de la Academia de la Música a la mejor música para cine; premio a la mejor banda sonora de terror y a la «mejor novedad», ambos de la Internacional Film Music Critics Association. Pero el responsable de meterle en este mundillo no fue el director catalán, sino el novio de una amiga intérprete de viola «que resultó ser Koldo Serra» que estaba haciendo un cortometraje, «Háchame» (1996). «Todo empezó con las malas compañías», bromea refiriéndose a un grupo de realizadores, guionistas, actores, directores de fotografía..., «que tuvimos la suerte y el mérito de ir construyendo entre nosotros una generación que trabaja en el cine, y que se ha marcado el reto de demostrar que se pueden hacer cosas muy personales y artísticas y a la vez venderlas bien y que a la gente le gusten».
El resultado de su primer corto gustó tanto al círculo de amigos que empezó a correrse la voz y a lloverle los encargos. Así, Velázquez lleva más de tres lustros enganchado a la pantalla grande, a casi cuatro películas por año.
-¿Es más complicado componer la música para una película que para una sala de conciertos?
-Depende de la película...
-La anterior con Bayona fue de suspense y terror y esta es un drama...
-Cuando una película funciona, no tienes que hacer gran cosa. Muchas veces te lo ofrece ella misma. Es como la electricidad en Frankenstein... Cuando tienes un cuerpo bonito le das electricidad y cobra vida. Pasó en «Lo imposible», en «El orfanato» y en muchas otras en la que ya me daban un material de primera. También es cierto que cuando es mala, aunque hagas la partitura más bonita del universo, no hay quien la resucite, ni siquiera John Williams.
-¿Tiene algún compositor de referencia a la hora de componer música para el cine?
-En realidad nadie. Y de hecho tengo una gran desconexión con el mundo de las bandas sonoras y sus seguidores, porque muchas son una mala copia de partituras que ya existían. Es el caso de Arvo Pärt. Muchos compositores toman cosas y no saben de dónde vienen.
-¿Usted se ha inspirado en algún compositor para esta película?
-Creo que no, pero me gusta leer mucho y últimamente he leído sobre «La ciudad muerta» de Korngold. Eso no signfica que tenga algo que ver. Creo que gracias a Dios esta es la banda sonora de «Lo imposible».
Un «amateur» venido a más
Intérprete de violonchelo, Velázquez confiesa que nunca se ha identificado del todo con este instrumento, y sí con el papel de director de orquesta (ha dirigido a la London Metropolitan Orchestra en la grabación de la banda sonora, que tuvo lugar en los estudios Abbey Road, en Londres). «Mi primer recuerdo es dirigir en casa mientras sonaba un disco de zarzuela. Dirigiendo me siento feliz». A esta inquietud se sumaba su inclinación por hacer arreglos de las partituras, lo que derivó en la composición, sin importarle el género: clásica, cine, teatro... «Solo hay una música». Por ello le molesta, y lo manifiesta, el menosprecio que existe hacia los compositores de bandas sonoras. «Los que hacemos música para el cine no componemos, escribimos...», explica en el Auditorio Nacional, un lugar que le trae muy gratos recuerdos. «Aquí toqué con la Sinfónica de Madrid, dirigido por Jesús López Cobos». Antes de pasar por esta agrupación lo hizo por otras formaciones jóvenes, una experiencia que repetiría por «la ilusión con la que tocan, aunque a veces no pongan el freno en algunas obras, porque eso te lo da la madurez. Pero prefiero eso a aquellos músicos que están mirando el reloj». Y confiesa su admiración por la Orquesta Simón Bolívar de Venezuela, que dirige Gustavo Dudamel. Y confiesa que su objetivo es seguir viviendo como un «amateur venido a más», manteniendo la ilusión.
La pasión de Velázquez por la música rehúye etiquetas, límites o fronteras. «Siempre que puedo toco la guitarra eléctrica en algún bar, me lo paso muy bien. Me cuesta mucho distinguir entre estilos de música. Y dudo que la gente que a mí me gusta -Mozart, Haydn, Scelsi...- lo hiciera». Y se asombra de que la guitarra eléctrica «no haya entrado todavía en la orquesta».
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