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Melilla, la frontera que sangra

Ni la valla reforzada, ni la millonaria cooperación con los países de origen o Marruecos, han frenado una tragedia que conmocionó en 2005. Las mafias siguen empujando inmigrantes al abismo.

Melilla, la frontera que sangra luis de vega

L. C.

Las imágenes de hordas de subsaharianos pertrechados con escaleras de palo intentando una y otra noche en estampida la valla de Melilla quedaron en 2005 para la antología de la desesperación.

Entonces, la equívoca colaboración de Marruecos contribuyó muy poco a evitar la presión extrema sobre una línea fronteriza, también la de Ceuta, que se bañó en la sangre de los cientos de inmigrantes que lograron cruzar al lado español dejándose literalmente la carne en la alambrada de cuchillas. La misma que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero convertiría en «sirga tridimensional» presuntamente infranqueable, después de que ni el Ejército enviado a custodiar las líneas de la Ciudad Autónoma lograra frenar las avalanchas. Tampoco el más elemental sentimiento humanitario detuvo al régimen alauí cuando, al término de aquella crisis, tuvo que hacerse cargo de docenas de esos hombres que se la habían jugado por llegar a Europa y los abandonó a su suerte en mitad desierto . Por no hablar de los que perecieron por el camino, víctimas de las balas de los gendarmes marroquíes que celebraban noches de caza en la provincia limítrofe de Nador.

El tiempo ha demostrado que, aunque lo pareció , ni la sofisticación de la valla, ni los millonarios programas de cooperación con los países de origen, ni la mejora de las relaciones en materia de inmigración con Marruecos , ni siquiera la disuasoriamente crítica situación económica española, han servido para parar los saltos a Melilla. Hasta ayer, en día y media lo habían intentado 450 personas. Una de las tentativas se produjo en pleno día, a la luz del sol.

El delegado del Gobierno en la Ciudad, Abdelmalik El Barkani, daba ayer la clave al hablar de las mafias y mostrarse convencido de que también operan desde dentro, «desde Melilla» para organizar a los subsaharianos que se abalanzan en oleadas contra la frontera. El Barkani admite «no tener pruebas», pero no alberga dudas de que los inmigrantes cuentan «con la connivencia de gente de aquí», gente que solo busca lucrarse a costa de lanzar a sus víctimas a un intento el que pueden incluso perder la vida. Tres ya perecieron ahogados este verano tratando de llegar a España, entre ellos dos menores.

Según el delegado del Gobierno hay un millar de esas personas aguardando su oportunidad en las montañas marroquíes, el conocido monte Gurugú. Frente a ello, anunciaba ayer el reforzamiento de la vigilancia del perímetro fronterizo que separa Melilla de Marruecos, convencido de que habrá nuevos intentos de avalancha. Se incorporará un nuevo grupo del GRS de la Guardia Civil, los operativos de élite, a los dos ya desplazados a la zona y volverá el helicóptero que supervisa la frontera pendiente de cualquier movimiento. El Ejército también va a mandar literas para el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), desbordado con 853 personas cuando su capacidad es de 480. Como en 2005.

Abdelmalik El Barkani reclamaba ayer de nuevo la implicación de la Unión Europea porque ha destacado que «este no es un problema únicamente de España y Marruecos» , país al que ha agradecido su colaboración, sino del conjunto de la Unión Europea «que debe actuar en los países de origen de estas personas» para evitar que se vean forzados a emigrar.

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