el escándalo de la natación sincronizada
Sirenas con aguijón
La exseleccionadora nacional denuncia una campaña orquestada desde la propia Federación Española de Natación
Más de medio centenar de medallas no es algo que lleven muchos currículos deportivos de este país. Anna Tarrés las tiene. Pero una salida que tenía que haber sido por todo lo alto se ha convertido en un insólito despliegue de miserias que tiene atónitos a los amantes del deporte en general; a los amantes de los valores que debería encarnar la competición.
En una larga entrevista con la agencia EFE , Anna Tarrés, exseleccionadora nacional de natación sincronizada le ha cruzado la cara al presidente de la Federación Española de Natación. Respuesta a respuesta, Tarrés va clavando sus explicaciones como si de dolorosos aguijones se tratase en la carne de Fernando Carpena , al que acusa de orquestar una campaña personal contra ella. No le falta una espina por hincar hasta el tuétano. Que si el hijo del presidente mantiene una relación personal con la hermana de una de las nadadoras que firma la carta contra ella, que si la mayoría de las acusadoras eran nadadoras preseleccionadas que nunca llegaron a entrenar al máximo nivel, que si todo es una falta absoluta de respeto hacia el esfuerzo de un montón de gente comprometida con la sincro, que si es mucha casualidad que la carta se conozca justo el día antes de la presentación del nuevo equipo técnico, que si trata de justificar lo injustificable, que si no le ha quedado más remedio que presentar una demanda para defender su honor. Todos y cada uno de los ingredientes de un culebrón que no puede ser más español y al que ni siquiera le ha faltado su dosis nacionalista. Tan lamentable que para los de fuera, lo de menos es ya quién tenga la razón.
Cuando vengan los hombres de negro, que se pasen por las federaciones
No tenemos ni perdón, ni parece que solución. Lo de las perturbadoras tormentas solares se está cebando con este país en el que no damos una a derechas, ni a izquierdas, ni cuando tenemos motivos para celebrarlo. El caso es joderle al de enfrente, aunque en el cuerpo a cuerpo se termine por no saber quién se lleva más mierda puesta. No brindarle un gesto al que se lo ganó no vaya a ser que se le pase por la cabeza regresar y me muevan la silla. ¿Qué necesidad había de semejante espectáculo? Si no tenemos medallas, porque no las tenemos, y si las tenemos, porque no nos convence cómo las conseguimos. Luego llega la prensa deportiva francesa y nos abre en canal. Y le echamos la culpa a los galos. Pero es que se lo ponemos siempre en bandeja de plata, que la de oro ya nos la hemos estampado entre nosotros en la cabeza. Cuando vengan los hombres de negro , que se pasen también por las federaciones deportivas, que van a encontrar tajo.
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