Las horas más duras de Adolfo
Tres décadas después, sigue especulándose sobre las razones que le llevaron a dimitir. Manuel Campo Vidal reconstruye con los protagonistas las jornadas previas al histórico discurso del 29 de enero de 1981

«He llegado al convencimiento de que hoy, y en las actuales circunstancias, mi marcha es más beneficiosa para España que mi permanencia en la presidencia. Me voy, pues, sin que nadie me lo haya pedido, desoyendo la petición y las presiones con las que se me ha instado a permanecer en mi puesto, con el convencimiento de que este comportamiento, por poco comprensible que pueda parecer a primera vista, es el que creo que mi patria me exige en este momento».
«Había ya cierta tendencia a pensar que Adolfo ya no daba más de sí»
Nueve días antes, el martes 20 de enero de 1981, Suárez tenía fijado despacho con el Rey y avisó al general Sabino Fernández Campo que acudiría a verle al Palacio de la Zarzuela, antes de la audiencia semanal. «Desde luego había ya, como todos sabemos, cierta tendencia a pensar que Adolfo ya no daba más de sí, que había llegado a un límite, que no sabía salir de la situación en la que se encontraba [...] Me llamó Adolfo por teléfono y me dijo: “¿Te importa que vaya a verte media hora antes del despacho con el Rey?”».
«Llegó y entonces me dio la gran sorpresa -relata Sabino-. “Vengo a dimitir”, y a mí eso ni se me pasaba por la imaginación. “Y quiero decírtelo a ti antes -él tenía su amor propio como es lógico- porque quiero tener un testigo de que yo vengo a dimitir y que a mí no me echan. De manera que yo te pido que donde quiera que sea y surja este tema, en una conversación sobre mi dimisión, tú tienes que decir, y te lo pido por favor, que yo venía a dimitir sin que nadie me lo pidiera”».
Sorpresa
Sabino expresa su sorpresa por la dimisión, habida cuenta de que hacía poco que Suárez había dicho, una bravuconada sin duda, que iba a ser presidente hasta el año 2000 o incluso más. Añadió Suárez, según consta en la grabación de vídeo con Sabino: «Te voy a dar las razones. En primer lugar, la oposición cada vez es más fuerte [que era verdad]. En segundo lugar, dentro de mi partido tengo personas que creen que valen más que yo y que deben sustituirme. Luego, claro, tengo cierto enemigo en casa. Después, los militares no me perdonan l a forma de reconocer al partido comunista . Y por último, yo creo que el Rey ha perdido algo de confianza en mí».
«El Rey y la Reina me preguntaron aparte: "¿Qué pasa, qué pasa?"»
Estas son las razones que le dio a Fernández Campo y que le dijo que podía repetir. Un ayudante avisó a Sabino de que los Reyes habían llegado ya a Zarzuela y que podían subir a almorzar. «Debía de llevar yo una cara rara porque tanto el Rey como la Reina, que llegaban de fuera en aquel momento, me preguntaron aparte: «¿Qué pasa, qué pasa?». «Ya lo verán». Durante la comida entre ellos no se habló para nada de eso, pero ya cuando se pasó al despacho para hablar inmediatamente sonó el timbre, subí y el Rey me dijo: «Mira, que el presidente se va. ¿Qué tengo que hacer?». Y ya empezamos a hablar de eso. Él encontró, a lo mejor, cierta frialdad. Yo no sé si llegó a decirle que lo pensara o que lo meditara, que no tomara esa decisión irreversible. Las cosas se desarrollaron así».
«No me voy por cansancio. No me voy porque haya sufrido un revés superior a mi capacidad de encaje. No me voy por temor al futuro. Me voy porque ya las palabras parecen no ser suficientes y es preciso demostrar con hechos lo que somos y lo que queremos».
«Años feroces»
Felipe González años después sostiene: «Yo creo que él estaba agobiado por tres o cuatro factores. Uno, que la crisis era seria y la crisis involutiva, la tensión y la relación con ETA era un problema que no te dejaba dormir cuando gobernabas. Dos, que estaba perdiendo al galope confianza en su equipo, incluso con los cambios que se habían producido. Y tres, que en algún momento tuvo el sentimiento o la información, la verdad es que no lo sé, de haber perdido la confianza del Rey. Creo que el factor decisivo fue ese».
«He sufrido un importante desgaste durante mis casi cinco años de presidente»
«He sufrido un importante desgaste durante mis casi cinco años de presidente. Ninguna otra persona, a lo largo de los últimos ciento cincuenta años, ha permanecido tanto tiempo gobernando democráticamente en España. Mi desgaste personal ha permitido articular un sistema de libertades, un nuevo modelo de convivencia social y un nuevo modelo de Estado. Creo, por tanto, que ha merecido la pena».
Su hermano Hipólito reconoce que «Adolfo se encuentra en un momento en que la derecha está en contra, la izquierda también, le hacen moción de censura, el Ejército está en contra y la Iglesia también por el divorcio. Eso a un señor que era casi de misa diaria, y casi de comunión diaria. Yo creo que él pensaba que eran cosas de políticos, pero luego vio que la opinión pública se alejaba... sin entrar en algún detalle más... de pequeñas traiciones de su círculo, que prefiero no comentar».
«No creo que le echaran»
Antonio Garrigues Walker cree que Suárez eligió expresamente ese momento para irse: «No creo que le echaran, sino que él en un momento determinado también quiso irse. Creo que eso forma también parte de su carácter [...]. Lo había sido todo, había hecho todo y de pronto se encontró con situaciones realmente complicadas. No creo que haya un factor concreto, sino que es una suma de factores, pero también su propia voluntad política de desaparecer de la escena».
«No me he quejado en ningún momento de la crítica»
«No me he quejado en ningún momento de la crítica. Siempre la he aceptado serenamente. Pero creo que tengo fuerza moral para pedir que, en el futuro, no se recurra a la inútil descalificación global, a la visceralidad o al ataque personal porque creo que se perjudica el normal y estable funcionamiento de las instituciones democráticas».
«El adecuado para hacer la Transición, igual no era el mejor para gobernar en democracia -afirma Rodolfo Martín Villa -. Hay que reconocer que así como Suárez fue un hombre absolutamente irrepetible para la democracia, a veces sus valores no son los mismos para moverse por un régimen democrático consolidado. Luego, por otro lado, dentro de la UCD tenían una actitud como si le estuvieran perdonando la vida al presidente, cuando ellos estaban en la política y habían alcanzado escaños, gracias al prestigio y a la fuerza que tenía el presidente del Gobierno».
«Había mucha animosidad contra él»
Jordi Pujol cree que los continuos ataques que recibía Suárez le llevaron a su dimisión. «Había mucha animosidad contra él. Fue objeto de unos ataques muy, muy a fondo, con mucha saña ¿no? Muy violentos. Muy duros. Ahora se habla siempre como si en la época de la Transición todo fuera muy suave, muy amable. No. Por ejemplo, los ataques que recibió por parte del PSOE fueron durísimos, muy insultantes además. El Ejército no le había perdonado la legalización del partido comunista. En el mundo económico tampoco era bien visto. En realidad él era un hombre que no acababa de encajar exactamente con lo que podíamos llamar una idea rotunda del capitalismo, por sus antecedentes políticos incluso. Pero, aparte de esto, el detonante último de la dimisión, yo no lo conozco».
«Algo muy importante tiene que cambiar en nuestras actitudes y comportamientos»
«Algo muy importante tiene que cambiar en nuestras actitudes y comportamientos. Y yo quiero contribuir, con mi renuncia, a que este cambio sea realmente posible e inmediato».
A Carlos Garaikoetxea no le sorprendió la dimisión de Suárez: «Yo supe del acoso que sufría en sus propias filas. Creo que le estaban haciendo la vida imposible y eso trascendía. Pero claro, luego estaba la otra vertiente, la de los sectores de los poderes fácticos, etc., que, considerando que iba demasiado lejos, estaban asfixiando su posición como presidente de Gobierno. Lo pude percibir en los contactos que tuve con él». «Después de la dimisión -explica Fernández Campo- pasaron dos días sin que hubiera ninguna novedad y, claro, el Rey me encargó a mí que fuera a presidencia a ver cómo se materializaba la voluntad o los deseos del presidente. Cuando llegué allí me enseñaron el discurso donde ya formalizaba su dimisión. Esa fue la historia».
«Estuviste hermético»
La noche antes de dimitir públicamente, Suárez habló, entre otras personas, con Alfonso Guerra . Durante un homenaje a Suárez en la Universidad Europea de Madrid en enero de 2012, Guerra contó el momento en que, junto con Suárez, recordaron la dimisión once meses después. «Estábamos en diciembre de 1982, en una grata conversación de sobremesa cuando le dije: "Adolfo, el día que me anunciaste la dimisión estuviste hermético, hoy ha pasado casi un año, ¿podrías decirme cuál fue el impulso final que te llevó a aquella decisión?". Se estiró en el asiento, quedó unos segundos pensativo y con voz profunda pero suave dijo: "Al final, estaba solo, el partido dividido, un Gobierno inoperante, los poderes fácticos en contra y los canales de diálogo con la oposición cortados, no había otra decisión".
«En lo personal, tengo totalmente superada la erótica del poder»
Estaba yo contemplando la soledad del corredor de fondo desplazado del grupo y conductor del mismo, venerado y abandonado, líder y nada. Fue el momento en el que comprendí que la amistad no es otra cosa que una negociación siempre inconclusa entre dos soledades. Le sentí más amigo que nunca, asomó una sonrisa en sus labios y dijo: "En lo personal, tengo totalmente superada la erótica del poder. Estoy dispuesto a aportar todo lo poco o mucho que de activo político me quede para hacer posible vuestra gobernación del país como vosotros me habéis ayudado a mí"’».
Concluye Guerra su narración: «Mi reflexión aquella noche, escrita en mi diario, fue: “No ha dejado ni un día de pensar en España”».
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