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La Ópera de Oviedo abre la temporada con un Werther español

Hacía dos décadas que no subía a su escenario este título de Massenet, que ahora protagonizan Nancy Fabiola Herrera y José Bros, bajo la batuta de Yves Abel

La Ópera de Oviedo abre la temporada con un Werther español carlos pictures

COSME MARINA

Inició su andadura una nueva temporada de ópera en el teatro Campoamor de Oviedo, un año en el que el coliseo ovetense cumple 120 años desde su inauguración , convertido en uno de los bastiones líricos del estado con dos temporadas de ópera y zarzuela anuales que aportan una decena de producciones cada ejercicio.

Dos décadas hacía que no se representaba “Werther” en Oviedo. Alfredo Kraus fue su último valedor , en uno de los roles que forjaron la leyenda de su carrera. Ahora toma el relevo otro tenor español de fuste, José Bros, especialmente vinculado a Oviedo desde los inicios de su carrera. Lo primero que llama la atención es el reparto configurado para este título. Frente a otros teatros que dan la espalda a los cantantes de nuestro país, precisamente en un momento de crisis tan duro como el actual les cierran las puertas, el Campoamor apuesta por un elenco casi íntegramente español. Es, como poco, un contrapunto. Una demostración de que hay otra vía para hacer las cosas y, además, bien.

No fue, de todas formas, una función modélica, aunque sí hubo en la misma detalles de interés y pasajes de gran altura dramática y musical. José Bros encarnó un Werther convincente , erizado de fulgor romántico, con una línea de canto noble y de expresividad dramática, especialmente acertado en el fraseo. A su lado la mezzo Nancy Fabiola Herrera construyó una Charlotte poderosa de imponentes medios vocales y hondo lirismo en un equilibrio vocal impecable. También hay que destacar la acertadísima prestación de Elena de la Merced como Sophie, mientras que otros intérpretes como Marc Barrard, Víctor García Sierra o Jon Plazaola quedaron más en segundo plano.

La dirección musical de Yves Abel fue la trama que sustentó la función. Planteado con elegancia, su acercamiento a la obra es de primer nivel. Llevó a la Orquesta Sinfónica del Principado en volandas y sacó el máximo partido a los instrumentistas. El trabajo de Abel aportó los necesarios y difíciles acentos románticos que la obra precisa y en el trabajo escénico de Guy Joosten –en una producción procedente del teatro de La Monnaie de Bruselas- tuvo correlación, especialmente en todo lo referido a la dramatúrgica que pudo incluso con una escenografía bastante feísta de Johannes Leiacker a la que le faltó entidad.

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