llibros de vino y rosas
«La cacería»
Alejandro Paternain. Prólogo de Arturo Pérez-Reverte. Editorial Alfaguara. 240 pág. 18,50 €.

Arturo Pérez-Reverte es un viejo lobo de mar de la literatura, de esos tipos que pescan libros de enjundia sin apenas darse cuenta. En 1996, el capitán Reverte barloventeaba por Montevideo en busca de unas pistas para una de sus singladuras literarias.
Y allí, casualmente, arribó a sus entendederas un libro llamado «La cacería» . Una de piratas que el nauta Reverte se leyó en unas horas, quedando a la deriva ante la maravilla del libro. Dio con su autor, Alejandro Paternain , desconocido en España, y se trajo unos ejemplares hasta aquí. Consiguió convencer a unos sensibles editores, y el novelón se publicó entre nosotros.

Un puñado de años después, «La cacería» vuelve a ser reeditada, y es momento de celebrarlo con mucha, muchísima alegría, largando todo el velamen. Una de barcos, de babores, de amuras, mesanas, tormentones, espadazos, cuchilladas, rechinar de dientes, mares infinitos, corazones inabordables... «La cacería» es un libro de esos de antes , de los que te llevan a la vigilia, a seguir sus páginas como si fueras una de esas goletas que lo pueblan, viento en popa a toda vela...
Paternain centra la aventura en los primeros años del siglo XIX, allá por 1819, en aguas de lo que hoy son Uruguay y Brasil, aunque con el devenir de la obra los buques lleguen hasta nuestro Mare Nostrum. Como fondo, las guerras de independencia suramericanas y la figura del revolucionario Artigas , prócer uruguayo, enfrentado mayormente al reino de Portugal, y a todo lo que huela a caduco y reaccionario por esas tierras.
Corbetas voladoras
De parte de Artigas, con su correspondiente patente de corso un puñado de corbetas voladoras , de pegada rápida y directa, ágiles, timoneadas por marinos norteamericanos que creen que las barras y estrellas también deben dar cobijo revolucionario al sur del continente. Tipos duros que se han bebido todo el bourbon de Baltimore, idealistas, revolucionarios, que con el astrolabio en una mano y el «Sentido común» de Thomas Paine .
Tipos como John Blackbourne, capitán de resuello ingobernable encapitando la «Intrépida». O como su contrincante por los mares de medio mundo, el portugués Basilio de Brito, al mando del «Espíritu Santo».
Con estos personajes, y un montón de inolvidables compañeros, Alejandro Paternain construyó una novela inmortal. Pasión y orgullo, lealtades y convicciones, amistad, compañerismo, heroísmo, camaradería, idealismo, tragos de grog, tragos de metralla... arboladura de una novela maravillosa, que te pone las tripas a volar por esos océanos en los que la gran literatura siempre navegó a toda vela.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete