arte
El arte ruso actual ocupa el Arts Santa Mónica «en un desorden absoluto»
Los galardonados con el Premio Kandinsky se atrincheran en las salas del Arts Santa Mónica para definir la esencia de la identidad rusa. Es la muestra «En un desorden absoluto»
Llama la atención el tono marcadamente autocrítico con el que Andrei Erofeev y Jean-Hubert Martin, responsables de En un desorden absoluto , saludan al visitante de esta amplia colectiva de artistas rusos contemporáneos unidos bajo el común denominador de haber sido beneficiarios desde 2007 de alguna de las modalidades de los muy prestigiosos premios Kandinsky. Los comisarios no dudan en poner el dedo en la llaga en lo que respecta a la situación política de Rusia, que, según ellos, es hoy más un limbo, una zona de incertidumbre en la búsqueda permanente de su identidad, que una afirmación .
De ahí el título. En un absoluto desorden no da la razón ni a los políticos, ni a las instituciones rusas, sino a los artistas, que, frente a los «proyectos nacionales» del futuro renacer nacional propuestos sin control desde el poder, pretenden atajar el «caos» en el que está sometida la sociedad rusa acudiendo, no a la utopía ni al realismo crítico de las décadas socialistas, sino más bien al papel tradicional de los curanderos. Es decir, se reconoce la resignación y el desarraigo como «estilo local de cultura, pensamiento y actitud».
Un excelente termómetro
La exposición, con más de cuarenta artistas en tres grandes apartados, muestra varios métodos de preservación estética del caos, que se han canalizado a través de los Premios Kandinsky , instituidos en 2007 con el fin de simbolizar e internacionalizar las tendencias más significativas e innovadoras en el arte contemporáneo ruso .
En este sentido, y a falta de un museo nacional de arte contemporáneo y tras las f allidas presencias de artistas en el pabellón ruso de las últimas bienales de Venecia , esta exposición constituye un excelente termómetro para capturar el verdadero zeitgeist del arte ruso posterior a los Kabakov a partir de una muy acertada selección de artistas que combinan sin tabúes ni complejos las ambigüedades y paradojas de la vida social, religiosa y política y que anteponen unas altas dosis de ideologización a la ya obsoleta y finiquitada utopía.
Destaca la «Serie del pan» (2007), de Anatoly Osmolovsky
Destaca la figura de Anatoly Osmolovsky , conocido por sus performances en las que el arte vuelve a estar al servicio desinteresado de las estructuras políticas. En concreto, en su Serie del pan (mostrada por primera vez en la Documenta de Kassel dirigida por Roger Buergel en 2007), el artista aprovecha las características de la superficie de las rebanadas de pan (agujeros, depresiones, grietas) de forma conceptual: Aquí lo importante es el caos, la «sensualidad táctil» que se repite como metáfora de la inestabilidad social y religiosa.
Un proceso similar, aunque desde distintos parámetros, es el que presenta Pyots Belyi. Su obra Mundo oscuro es un muro de lámparas de neón cuya luz está oscurecida por un grueso cableado eléctrico , construyendo otra vez la metáfora de una nueva forma de crisis, la vinculada a la propia creatividad. También la instalación de Sergei Shutov Ábaco (presentada en el pabellón ruso de la Bienal de Venecia de 2001), un conjunto de figuras de orantes cubiertos con chales de color negro , simboliza el retorno a los principios religiosos tras décadas de ateísmo, pero más que a una religión específica (en concreto, la musulmana, a la que la pieza alude directamente), se aboga –tal como ocurre con la pieza de Aidan Salakhova Kaaba (2002)– por la universalidad de la oración y, en ultimo término, por la tolerancia religiosa.
¡Que viva el «kitsch»!
La exposición se recrea también en otros apartados menos benevolentes de la sociedad y la cultura rusa , como el intento de «estetizar lo irreverente» por parte de otro grupo de artistas como Viktoria Begalska y su vídeo valia999@rambler.ru –que convierte a una vecina cincuentona en una estrella de «striptease» en internet – o el colectivo Blue Noses y un conjunto de vídeos (los más conocidos de la serie El espectáculo de las masas. Verdad desnuda), en los que nos muestran a figuras famosas sacadas de sus contextos políticos en un despilfarro de combinaciones sexuales sin sentido.
En la obra del grupoViktoria Begalska hay un intento por «estetizar lo irreverente»
Y así podríamos ir citando propuestas, como las pinturas fotorrealistas resultantes de ampliaciones de cámaras móviles de Semyon Faibisovich –por él calificadas de beautiful horror (serie Stray, 2011)– y los muy interesantes dibujos –con motivos sacados de internet– de Alexei Kallima .
Quizás una de las propuestas más chocantes de la muestra es la protagonizada por Alexander Brodsky , que, en instalaciones como Celda (2012) o Viaje (2009), y con sus dibujos Ventanas de la fábrica (2000), se pregunta, como muchos otros artistas de la exposición, entre ellos Irina Korina, Valery Koshlyakov y Oleg Kulik (sorprendente su obra Lev Tolstoi y las gallinas), cómo se puede vivir con los restos de la utopía colectivista.
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