Gibraltar abre un cine

La crisis que desde hace años, cosas de internet, afecta al sector de los exhibidores cinematográficos , manifestada a través del progresivo cierre de salas de proyección, reconvertidas en centros comerciales, tiene en Gibraltar su particular aldea de Astérix. Allí se han armado de valor y, contra pronóstico, contra el imperio de las descargas, han abierto un cine para poner películas. Extranjeras, inglesas. De ciencia-ficción , increíbles. La pantalla se puede ver desde los barcos , como en los autocines norteamericanos de los años cincuenta, mientras la gente se dedica, metida en harina, todo a babor, a los negocios propios de la zona.

Gibraltar no proyecta sobre la pared del peñon piezas sobre la realidad de su gente, sino cortometrajes de importación que poco tienen que ver con su ecosistema humano, industrial o financiero. En la pantalla sale Isabel II , como en los billetes , las monedas o los sellos, pura impresión o proyección, una señora que poco tiene ver con la colonia, pero que los promotores del barcocine utilizan para distraer a la gente, que es de lo que se trata. Gibraltar, sobra recordarlo, siempre ha sido muy entretenido, sobre todo desde el agua .

La pantalla del peñón es una ventana abierta a todo lo que Gibraltar no es y quiere ser, una expresión de inferioridad que de forma paradójica los dueños del cine transforman en muestra de orgullo deslocalizado. Han empezado mal, con cine extranjero , ciencia-ficción, muy vistoso y comercial, pero quizá aprovechen la instalación para animarse y, con el tiempo, programar películas domésticas sobre el genuino Gibraltar. Sería una buena oportunidad para conocer, aunque fuese de lejos, cómo es la vida, terrestre o marina , de quienes, puestos a rodar, no pasan de proyectar sus complejos sobre una roca. Esta película de Isabel II ya la habíamos visto en alguna parte. A ver si ponen documentales. Material tienen a mano.